Carta de Alberto Aguirre
a Héctor Abad Faciolince
Mi muy ilustre y querido Héctor:
Qué bien leíste mi artículo sobre Fernando González. Cuando lo estaba escribiendo tuve el pálpito, pero impreciso, de que estaba hablando de mí mismo. Y ahora vos me lo descubrís con entera claridad. Cuando Fernando González escribió sobre Simón Bolívar, en verdad escribió sobre Mi Simón Bolívar, que así se llama el libro. No se puede escribir sobre otro sino encarnándolo. Y nadie más tuvo esa percepción tuya. Lo que alude a aquello de la intimidad.
El error fue no seguir leyendo a Fernando González, desde “unas páginas suyas en las que mostraba un clarísimo cobre racista”. Una decisión rígida o reaccionaria, porque habría que leer esa obra completa para advertir que F. G. no es, ni por pienso, un pensador racista. Esas alusiones, marginales, surgen, no de un sentimiento de superioridad, sino de rechazo a ese medio podrido en que vivía. Como una forma de vivir a la enemiga, de vivir en Otraparte. Además, una obra tan compleja no puede ser juzgada por la apariencia de unas páginas. Y uno tiene que formar un juicio sobre la totalidad. Y la obra de F. G. es muy importante, y no puede ser despachada, o desechada, por una impresión momentánea. Si se tratara de un escribano cualquiera se le podría despachar con esa actitud impresionista. Ya ves que se pudo armar pelea. Si de pronto te leés esa obra entera, presiento que podríamos tener un argumento gordo sobre cosas sustanciales.
Alberto Aguirre
Fuente:
Aguirre, Alberto. “Cartas a un exiliado”. El Malpensante, Edición n.° 134, septiembre de 2012.