Fernando González
visto por sí mismo
Fernando González
1960
—Edición póstuma 1995—
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En 1959 Fernando González publicó el Libro de los viajes o de las presencias. Habían transcurrido 18 años desde su última obra, El maestro de escuela, que había firmado así: «Ex Fernando González». Durante estos años de silencio y soledad, incomprensión y lucha, el pensador de Otraparte había madurado su pensamiento y abierto nuevos, pero siempre fieles, horizontes a su filosofía. Sin embargo su librito, que él soñaba «empastado en rojo oscuro, casi negro, y que cabía en el bolsillo de la chaqueta», fue rechazado por la editorial Bedout. Estalló su ira de profeta. Pensó en irse del país. Fue entonces cuando Alberto Aguirre se comprometió a editar su obra. Se iluminaron los ojos del maestro y gritó a su mujer: «Margarita, nos quedamos en Colombia».
Pero en Colombia lo desconocían, como lo desconocieron siempre, como filósofo. Por eso, cuando un año más tarde el sacerdote jesuita Jaime Vélez Correa preparaba el material para una obra que publicó como separata de la Revista Universidad de Antioquia con el título «Proceso de la filosofía en Colombia», no había pensado incluir la obra de Fernando González como representativa de un pensamiento filosófico nacido en Antioquia. El médico Luis Alfonso Vélez Correa, hermano del sacerdote, le habló de Fernando González y el jesuita fue a ver a ese otro «jesuita suelto» que vivía en Envigado. Resultado de ese encuentro fue que el padre Vélez le hizo llegar por intermedio de su hermano «un interrogatorio sobre filosofía colombiana y sobre mi persona» al Brujo de Otraparte, como ya era conocido.
Entre el 29 y el 30 de noviembre de 1960 Fernando González escribió, de su puño y letra, con bolígrafo azul, diez cuartillas que pidió al médico Vélez pasara a máquina para enviar a su hermano. El doctor Luis Alfonso Vélez, a quien ligaban con Fernando González vínculos de amistad y admiración, ya que durante los últimos siete años de la vida del maestro mantuvo con él contacto periódico de conversación y orientación ideológica y espiritual, cumplió la misión encomendada, conservando el original manuscrito de la carta que 35 años después se publicó en edición facsimilar. Y ahí está vivo, inquietante, perturbador, Fernando González.
(Reseña basada en la introducción
de Ernesto Ochoa Moreno).
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«Filosofía no es el estudio de las últimas causas, ni Dios es la última causa. Si Dios fuera causa, sería un eslabón, el último de la cadena. Un dios así es un fenómeno, el último fenómeno encadenado. Dios es “Creador de la nada”; creó las causas, el tiempo, y el espacio y todo, y Él no es causa, ni grande ni pequeño, ni bueno ni malo… Nosotros, los hijos, somos en Dios y por Dios y nuestro vivir es en Dios. Filosofía es viajar en Dios, partiendo desde nuestro yo original, concienzándonos, y el viaje es infinito y de infinita beatitud. La filosofía es viva y es nutricia. El hombre nació para conocer y amar a Dios y ser beato en Él».
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Primera edición: Medellín, Universidad Pontificia Bolivariana, agosto de 1995. Incluye la conferencia «Un filosofar antioqueño» de Jaime Vélez Correa S. J.