Fernando González
Allí está Aranzazu […] Por la calle larga y tortuosa se oye el acompasado martillo que cae sobre el hierro de las herraduras en la fragua; caras sonrosadas y curiosas se asoman a las ventanas, que son de madera viejísima y sin barniz, como los restos de los ataúdes en su camposanto, y a la salida se aparece, también repentinamente, el cementerio; todo él se domina desde el alto donde termina la calle tortuosa. […] Aranzazu es toda la idea de pueblo y nada más que la idea de pueblo, y su cementerio es la perfección de la idea de cementerio.
Fernando González