Escultura de Fernando González por León Posada. Fotografía por Oliver Ehmig.
González propone en sus obras literarias una ética y una antropología particular, tal como lo propone cualquier obra literaria, pero no la propone de manera no-consciente sino consciente, de acuerdo con su proyecto individual: constituirse como una individualidad autónoma, como una conciencia plena. La filosofía como “operador formal” no aparece en la obra de González para demostrar un sistema filosófico dado o una ideología dada, sino para producir pensamiento desde las mismas formas literarias (la biografía, la autoficción, la confesión y el diario íntimo) y el trabajo sobre el lenguaje, la escritura; el pensamiento que se genera en las obras de este escritor no pretende ser una comunicación ideológica, una demostración de una verdad que busca adoctrinar, sino evidenciar el proceso de elaboración de un pensamiento y una ética propias, expresión de una individualidad única: “Individuo” se es en cuanto se tiene un punto de apoyo propio, del cual nazca su representación o mundo del bien y del mal propio. Y todos somos “individuos” pero la vanidad nos lleva a imitar, a ser grey (Fernando González). El lector debe elaborar en sí mismo su propia experiencia para constituirse, a su vez, en individuo pleno.
Paula Andrea Marín