Lucas de Ochoa y Tirado, tatarabuelo de Fernando González, es el personaje que a la manera de un sosias o alter ego figura en algunas de sus obras, principalmente en Mi Simón Bolívar (1930) y el Libro de los viajes o de las presencias (1959), explica Javier Henao Hidrón en su libro Fernando González, filósofo de la autenticidad.
Iba así, con paso mecido y rítmico, mirada altanera, acaparando vida, y al llegar casi a la tienda y café de Jorge González, en ese barrio nuevo que construyeron en La Magnolia, vi allí sentado a mi hombre, a uno cuya presencia me conmovió, pero sin caer en la cuenta de por qué ni de quién era. Apenas iba acercándome, aumentaba mi alegría y sobresalto. Estaba ahí sentado, fumando y anotando en una libreta de ésas de carnicero, con ese aire de por encima de joven y de viejo, ensimismado, por encima de sano y de enfermo, y me detuve instantáneamente y me salió esto: —¡Pero si es Lucas de Ochoa que se había ido hace tiempos, y tiene ahí su pocillo de café tinto, y fuma y está apuntando en su libreta!
Fernando González