Fernando González
La semana pasada estuve en Medellín en viaje de duelo por la muerte de mi amado maestro Fernando González, el escritor de Envigado. […] Entonces fui. El maestro tenía 69 años, pero no tenía edad. Estaba siempre en la edad del amor al mundo, a los hombres, a la creación, y sobre todas las cosas, su gran pasión era Dios. En enero, la víspera de irme me dijo que este año se iba a morir porque ya había encontrado las puertas del silencio que lo llevarían hasta donde Dios estaba. Dios era para él en los últimos años, su problemática espiritual, su pasión más atormentada, como antes lo fue el hombre, la tierra, la belleza y la carne, y todos los dones de la vida. Pero Dios era su último destino, la última morada de su inquietud. Parece que Dios se dejó conocer y poseer por su desesperado anhelo de justificación.
Gonzalo Arango