Fernando González, Carlos E. Restrepo y doña Isabel Gaviria. Adelante, Fernando González Restrepo.
Querido doctor: nos fue bien en el viaje; se nos hizo corto porque venían ahí una señora greco-turca, de Constantinopla, con el marido, hijo de Matilde Sarao; la señora es uno de esos seres bellos de alma y cuerpo, tan raros; porque creo, y perdone la pedante filosofada, defecto suramericano, que la belleza abunda en los reinos vegetal y mineral y en el animal menos en el departamento del hombre. Era una mujer joven de alma y cuerpo. Margarita se encantó y yo también; nos hicimos muy amigos y quedamos de ir a Roma a verlos y ellos venir a Génova a visitarnos. Porque indudablemente no hay cosa más soberbia que la juventud, aunque no se bañe; por ejemplo Fernandito es bello aun cuando vaya con el popó cargado en los calzones.
Fernando González