Fernando González
No puedo expresarme ahora sino en parábolas, pues soy todo emoción y el raciocinio es para los que corren y no han flotado en la emoción divina. ¿Dónde he flotado?: En el que no tuvo ni tendrá, en el que no tiende ni deviene. Detrás de mí se apresuran las aves. Venid, que vamos a jugar con el viento. No temáis: mi sonrisa es como puerta abierta y mis versos son para cantarlos con la música loca del viento; son como peces que se deslizan por entre los guijarros y saltan sobre el agua para percibir el más allá de su elemento. Mis pensamientos suben rápidos, a presentir el más allá y vuelven a mamar de las tetas de su madre, la Tierra. Mis pensamientos son inquietos como los niños mamones. ¡Alzad las piernas y movedlas, hijos míos!
Fernando González