Otraparte, en Envigado

Por Ernesto Ochoa Moreno

Un día como hoy, el 16 de febrero de 1964, murió en su casa de Otraparte, en Envigado, el maestro Fernando González Ochoa. «No se dirá murió, sino lo recogió el Silencio». Y adquiere este nuevo aniversario un especial significado porque el próximo lunes, 18 de febrero, en Otraparte, se hará la presentación oficial, por parte del Municipio de Envigado y de los herederos del escritor, de la Corporación Fernando González – Otraparte, que busca hacer realidad, a la vuelta de los años, un sueño largamente paladeado.

Y es que Envigado tiene en Otraparte, la casa donde vivió, «padeció» y murió Fernando González, más que un recuerdo o un sitio histórico, un templo vivo que convoca al silencio, a la reflexión, a la búsqueda de la autenticidad que predicó el filósofo y de la que sigue estando huérfana Colombia. En Otraparte late y habita, y no se apaga ni extingue, el corazón del pensador envigadeño. De este convencimiento nace —estoy seguro— esta iniciativa que ahora irrumpe con entusiasmo, con la vitalidad heredada de sus enseñanzas.

Y digo nace, porque nada que se haga en Otraparte puede ser cerrado, acabado, sino que tiene que ser germinal. Pura semilla. El comienzo del viaje. De un viaje abierto a la vida, a la verdad, a la autenticidad, en un trabajo que, como él mismo dice, debe ser de adentro hacia afuera: «Hay que trabajar por dentro. De dentro para fuera… Es la cultura. Ayudando a digerir los pleitos, o procesos o karmas. Esto es ser maestro de escuela y padre espiritual… Y en Colombia no hay. ¡Una escuelita y un cura de almas, González!» (Libro de los viajes o de las presencias).

La idea no debe ser la de mantener un simple museo de objetos y cosas muertas. Sino eso, lo que él soñó: una escuelita. Insiste Fernando González: «Lo que más sulfura a Lucas de Ochoa es la idea de que una intimidad, una agonía verdadera se coja para adobarla y ganarle dinero. Como es esencialmente maestro de escuela, no atiende sino al crecimiento de dentro para afuera». (Ib. pág. 89). Y más adelante: «Yo no quiero que mi ser se eternice en ninguno de sus instantes vividos: ¿niño, en esa calle de Envigado? No. ¿Jesuitas? No. ¿1916 a 1918? ¿Pensamientos de un viejo? Tampoco. En ninguno. ¿Y ahora? No. ¿Y quiero morir? Tampoco. ¡Es la esperanza!» (pág. 113).

Otraparte, en Envigado. «Me pide usted que le cuente en dónde vivo, que le describa el lugar… Pues, hombre don Augusto, es en Envigado, bajo ceibas, guaduas, carboneros, cañabravas, balsos, guayabos, sobre todo, entre gramíneas… Es en Envigado, en Villa Bucarest, en donde habito. Es un vallejuelo formado por un río y circuido de altas montañas. La villa mira para occidente, limitada la visión por la cercana cordillera. A la derecha y al frente, lejos, está el boquerón, cortada en forma de media luna que tiene la montaña y hacia él se dirigen mis ojos cuando recuerdo a mademoiselle». (Carta a Auguste Breal, en Cartas a Estanislao).

La Corporación que el lunes va a nacer en Otraparte no pretende ser, según la idea de sus creadores, un culto a un personaje que durante su existencia quemó humildemente, y angustiadamente, su orgullo en aras de la Intimidad. Ningún autor más enemigo del culto y el fausto a expensas suyas. «Yo no creo discípulos, sino solitarios». Lo que va a nacer en Otraparte es la búsqueda de respuesta a la urgencia de un pueblo (Latinoamérica, Colombia, Antioquia, Envigado) por mantener vivo el acicate hacia la superación de sus propias miserias, hacia la efloración de sus inmensas posibilidades. Porque en Otraparte debe estar encendida, en silenciosa iluminación, una llama que es de todos, porque es del pueblo, necesitado hoy más que nunca de luz en la oscuridad.

P.D. «Es Envigado lugar destinado para grande epifanía. Vi a Grecia y vi a Florencia y me volví para Envigado, a La Huerta del Alemán, que ahora se llama Otraparte… En esta capital de Colombia hay originalidad humana… Porque Envigado es la patria de los grandes agonizantes» (Libro de los viajes o de las presencias).

Fuente:

Periódico El Colombiano, columna de opinión «Bajo las ceibas», 16 de febrero de 2002.