¡A revivir el espíritu de Otraparte!
- Propuesta para compartir el legado del filósofo y escritor Fernando González.
- En la mira: una Corporación que lleva su nombre, con vida y lúdica incorporadas.
- La idea, con rostro de Otraparte, se compartirá con la comunidad el lunes.
Por Margaritainés Restrepo Santa María
A las 6:00 de la mañana él ya estaba oyendo radio y «triscando» con su señora acerca de los políticos que por ese aparato hablaban. Y desayunando su cafecito y su huevo. Así recuerda Lucas González Flórez, el nieto mayor, a Fernando González, escritor y filósofo, quien murió hoy hace 38 años y cuyo espíritu se quiere revivir en una Corporación que lleva su nombre y que el lunes se presentará, oficialmente, a la comunidad.
Todo comenzó cuando murió Fernando González Restrepo —uno de los cinco hijos de este autor antioqueño—, el 10 de abril de 2001. Él había guardado cuidadosamente las «libretas de carnicero» (alrededor de 70), como llamaba su padre a esas compañeras inseparables del pensamiento; libretas de rayas azules, pasta de cartón y enumeradas; las mismas que se transformaban en libros, de cuando en cuando.
Y conservado, también, cartas, recortes de prensa… ¿Qué hacer con ese legado?
Entre búsqueda de respuestas a los interrogantes de su familia, la idea se fue aclarando. ¡Crear una Corporación! ¡Sí! Con sede en la que fuera su casa, en Envigado: Otraparte. Allí donde se vio, los últimos años de boina y de bastón, pero erguido, irradiando; donde gozaba ordeñando vacas; y se alteraba si algún muchacho travieso le robaba frutos de los manzanos europeos que había sembrado.
Crear… Revivir el espíritu de ese hombre lleno de sabiduría que, cotidianamente, salía a caminar, con ganas de tinto y tertulia, rumbo al café Georgia. En la Otraparte a la que «caían», sin discriminación, Gonzalo Arango, quien llevaría la bandera del nadaísmo; Jorge de Hoyos, un personaje que le mostraba algunos escritos y lucía corbatín y traje blanco; Lili, la experta en fabricar globos, siempre de boina; o un nieto con amigos a quienes el escritor les ponía a comerse un banano «en cinco minutos», sin aceleres, para que comprobaran que la vida «paladeada» era muy sabrosa.
Vejeces dinámicas
Hacer algo con proyección comunitaria. No encerrar los manuscritos en una custodia. Tampoco programar un museo estático, silencioso, con libros, notas y uno que otro objeto para la memoria. Un viaje de dos de los hijos del escritor (Fernando y Simón) a Chile y Argentina, y el acercamiento a una entidad dedicada a Gabriela Mistral, les abrió los ojos.
Y aparecieron las respuestas poco a poco. Un centro cultural con mucha lúdica y actividad incorporadas. Para niños, adultos y jóvenes. Con pájaros y árboles y agua. Con auditorio, biblioteca, teatro. Un «centro de vida permanente». ¡Por ahí sería la cosa!
Objetivo: difundir el espíritu y obra de Fernando González, mediante la acción de una institución en la que educación y cultura giren en torno a ese hombre que siempre creyó en una escuela viva.
Todo sonaba bien pero se necesitaba una participación decidida de la comunidad y del municipio de Envigado. Y se logró, con la decisión del alcalde Álvaro Velásquez y del presidente del Concejo Víctor Yepes.
Entre ires y venires… Se han tocado puertas, se han unido familiares, amigos, admiradores de su obra.
Para efectos de la Corporación… Se han madurado Estatutos, página web, proyecto arquitectónico (Carlos Echavarría y Jairo Jaramillo, del grupo Casa). En comodato, la familia entregará la obra; Envigado, la casa; y Gustavo Restrepo Villa, su página web.
Está todo por hacerse. El lunes se presentará el proyecto de la Corporación Fernando González y se hará la convocatoria.
Con Fernando González «aprendimos a ver el gallo, el gato, el perro, el árbol, un niño, un crepúsculo, con ojos recién inaugurados. Él nos enseñó esta honrada tarea de mirar cómo el mundo se crea cada día y renace en la pupila clara. Él insinuó que el amor no era una palabra: era un impulso sostenido, un nombre propio, una altura, una caída; nos mostró la posibilidad de un camino cuando todos los caminos parecían errados. Él nos dijo la precaria y agobiada verdad del hombre».
Así escribía Manuel Mejía Vallejo del «Filósofo de Otraparte».
¡Buen viento y buena mar! para quienes buscar revivir su espíritu para las nuevas generaciones.
Fuente:
Periódico El Colombiano, sección Arte y Cultura, sábado 16 de febrero de 2002.