Boletín n.º 190
22 de septiembre de 2021
Santander y Reportajes
en la Fiesta del Libro 2021
Jardín Botánico de Medellín
* * *
Sábado 25 de septiembre
Ver grabación del evento:
YouTube.com/CasaMuseoOtraparte
* * *
En el cuadragésimo quinto aniversario de la muerte de Gonzalo Arango (25 de septiembre de 1976), la Corporación Otraparte se une a la Fiesta del Libro y la Cultura e invita a la presentación de Santander de Fernando González y Reportajes (Tomo i) de Gonzalo Arango, nuevas ediciones publicadas en coedición con la Editorial Eafit. Contaremos con la participación especial del escritor Juan José Hoyos Naranjo y el historiador Frank David Bedoya Muñoz.
* * *
* * *
Juan José Hoyos Naranjo (Medellín, 1953) es escritor y periodista, egresado de la Universidad de Antioquia. Ha sido corresponsal y enviado especial del periódico El Tiempo, director y editor de la Revista Universidad de Antioquia, columnista del periódico El Colombiano y colaborador de las revistas El Malpensante, Semana y Soho. Participó como escritor invitado en el Internacional Writing Program de la Universidad de Iowa en Estados Unidos y trabajó como profesor de periodismo en la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia durante más de veinticinco años. Ha publicado, entre otros libros, Tuyo es mi corazón (1984), El cielo que perdimos (1990), Sentir que es un soplo la vida (1994), El oro y la sangre (1994; 2005, Premio Nacional de Periodismo Germán Arciniegas), Un pionero del reportaje en Colombia: Francisco de Paula Muñoz y el crimen del Aguacatal (2002), El periodismo en Antioquia (2003), Escribiendo historias: el arte y el oficio de narrar en el periodismo (2003), Viendo caer las flores de los guayacanes (2006), La pasión de contar: el periodismo narrativo en Colombia 1638-2000 (2009), El libro de la vida (2011), En el nombre del padre (2014) y El eco de las cosas (2018). En 2017 recibió el Premio Simón Bolívar a la Vida y Obra de un Periodista.
*
Frank David Bedoya Muñoz (Medellín, 1978) es historiador de la Universidad Nacional de Colombia y fundador de la Escuela Zaratustra (actualmente Grupo Sofos). Se ha desempeñado como profesor, formador político en la Empresa Socialista de Riego Río Tiznado en la República Bolivariana de Venezuela, contralor auxiliar en la Contraloría General de Antioquia, asesor en el Congreso de la República de Colombia y conferencista especializado en los procesos de la Independencia en América Latina. Entre otros libros, ha publicado 1815: Bolívar le escribe a Suramérica y En lo alto de un barranco hay un caminito, obra que reúne cinco relatos, un ensayo y dos conferencias sobre la vida y obra del Libertador Simón Bolívar. Entre 2019 y 2020 coordinó la «Cátedra bolivariana del siglo veintiuno» en la Casa Museo Otraparte.
— o o o —
* * *
* * *
Fernando González trazó la primera semblanza verdadera del fementido Fundador civil de la República. En 1940, año de su centenario, celebrado con la profusa pirotecnia con que nuestro caduco liberalismo tradicional iluminó la figura de su presunto progenitor, irrumpió con reconfortante insolencia el libro de Fernando González para abatir el mito y enjuiciar el dogma. […] Don Francisco estaba, pues, intacto como figura histórica hasta el libro de Fernando González. Entre los ditirambos de los liberales —Hombre de las Leyes, forjador de nuestra robusta fisonomía civil, conciencia de la democracia, horror de los tiranos, etc.— y las no menos irresponsables diatribas de los conservadores, la hierática figura del general Santander esperaba pacientemente ser estudiada y, más que ello, revelada en sus aspectos genuinos.
El libro de Fernando González es un libro apasionado en el más noble sentido de este vocablo. La historia debe escribirse con pasión. Quédese la frialdad para los eruditos que rastrean documentos y hurgan códices y manuscritos, cuya labor no quiero demeritar sino sencillamente desligar de la del intérprete y recreador de la historia.
Fernando González revela al auténtico Santander tortuoso, elusivo, mezquino, lleno de perversidad y de envidia. Es notable en esta obra el estupendo equilibrio que se observa entre la gracia zumbona del estilo y su fuerte acento satírico, por una parte, y el rigor histórico y documental que corrobora y presta base a los conceptos, por otra. Se ha dicho con injusta ligereza que el Santander de Fernando González es un libelo ponzoñoso. No lo es. Como queda dicho, a todo lo largo de él vibran la pasión y la ira. Pero es que cuando el hombre iberoamericano de verdad siente devorada el alma por la mística bolivariana; cuando vive la tragedia del Libertador tropezando por los caminos de su América grande con los obstáculos que unos cuantos enanos aviesos interpusieron a sus pasos de coloso; cuando evoca el vencimiento final de Bolívar por los enanos; y cuando piensa con Fernando González que, mientras el Libertador murió virgen, quienes hoy nos gobiernan son la progenie de Santander, de Riva Agüero, de Flórez, de Páez y de Rivadavia, su natural reacción no puede ser sino airada, colérica y violenta. Y esa es la postura de Fernando González. Su religión bolivariana lo enfrenta necesariamente al más prominente, vale decir al más ladino y peligroso de todos aquellos que, con asombrosa concomitancia, cumplieron la execrable misión de malograr el ideal del Libertador, único esencialmente capaz de construir la gran nación hispanoamericana, precozmente fraccionada en trozos minúsculos por la rapacidad de sus enemigos.
Sagazmente revela y demuestra Fernando González en su libro una de las constantes más evidentes de la vida de Santander: su farisaica tendencia a hundir el puñal por mano ajena, a tramar el delito y la traición sin dejar huella.
Alfredo Iriarte
*
Santander
~ Fragmento ~
Se nos presenta, en primer lugar, el problema del héroe nacional. ¿Cuál es su significado sociológico? Su papel es el de aglutinador de la nacionalidad cuyo dios es.
La nacionalidad se halla dispersa e inconsciente: entonces principia a concretarse alrededor del héroe nacional, como su núcleo. Pero entiéndase bien que la figura de éste no aparece de una vez, perfecta ya, sino que es fenómeno vivo y como tal va creciendo y perfeccionándose en la medida en que las necesidades de la nacionalidad, en formación también, lo exigen.
Así, el héroe nacional no es propiamente una figura histórica, sino que tiene de leyenda o de invención lógica de la nacionalidad a que sirve de núcleo: trátase siempre de personaje que fue histórico y sobre cuya historicidad va laborando la psiquis nacional, quitando aquí, agregando allí, puliendo, falsificando documentos mediante interpretación que tiene de lógica vital. En tal sentido diremos que el héroe nacional es padre y es hijo a un mismo tiempo de la nacionalidad. ¡Hermosos secretos de la biología!
* * *
Como Santander es un falso héroe nacional, el propósito de este libro es destaparlo. Colombia, guiada por él y sus hijos, que hoy nos gobiernan, va por torcido y oscuro camino que conduce a la enajenación de almas y tierra, cielo, mar y subsuelo. Un instinto poderoso, atracción por la verdad, nos guía en esta obra. Ella sería antipatriótica si realmente el Mayor Santander fuera representativo de los nueve millones de colombianos que poblamos este territorio. Pero no lo es, y una voz nos ordena destaparlo, para que la juventud le evite.
* * *
Refiriéndonos a los héroes nacionales de las actuales repúblicas suramericanas, viene el fenómeno triste: como el Libertador no fue ni puede ser héroe nacional, sino continental o universal, estos países, bajos aún en la escala biológica, al proceder a la formación de sus héroes, lo han hecho y realizan a expensas de Bolívar: le quitan de aquí a su gloria; le sustraen de allí a su acción; le roban en Colombia; le despojan en el Ecuador, y le insultan en Argentina y Perú. Porque ante esta obra de fatalidad biológico-social que se cumple en la formación de héroes nacionales, la necesidad no respeta nada; se nutre de lo que encuentra a mano, como la planta que aprovecha las oportunidades que la rodean. Lo que se oponga a la figura naciente, al progreso formativo de esos núcleos de nacionalidades, es destruido. Y como Bolívar es el único que dio grandeza épica a la emancipación, vivificando a las montoneras del continente americano, ha resultado preciso robarle, aminorarle, para que sean posibles los héroes nacionales. ¿Cómo hacer grande a Santander si no disminuyen a Bolívar? ¡Robémosle, pues, la campaña de Boyacá…! ¿Cómo engrandecer a Páez, al llanero valentón? ¿Cómo gestar a San Martín, sino a expensas del Libertador?
* * *
El universo se compone de formas determinadas cuyo conjunto es otro organismo. Y ni los individuos, ni los pueblos, ninguna cosa acrece su energía expansiva sino por su limitación: concretarse para obrar; encerrar el explosivo dentro de la cápsula; recogerse para dar el brinco; nacimiento de la familia, del municipio y de la provincia… El papel sociológico del héroe nacional es agrupar, fortalecer el grupo, crear la nacionalidad.
Porque comprendemos las necesidades vitales, perdonamos, desde esta altura, el cruel despojo que hacen de Bolívar. Y si el Mayor Santander respondiera a las necesidades de la actual Colombia, si no fuera héroe falsificado, este libro carecería de finalidad.
Ya no vemos en América sino héroes nacionales y cada vez más befada, más robada, la figura histórica del Libertador. Una necesidad biológica, mal dirigida por los llamados directores de la juventud, hace que inconscientemente algunos y con perversidad los más, le hayan robado a Bolívar hasta la sublime campaña de 1819 desde Mantecal a Boyacá, y que oligarcas de Buenos Aires, y peruanos, que son los huérfanos de héroe en Suramérica, le roben la libertad del Perú.
Pero de varias formas aparece otra: de las células, el animal o vegetal; de los individuos, el municipio; y de estos, la república.
De las nacionalidades en formación de América, tenemos el Continente, y de los continentes, la sociedad humana. Hay seres que trabajan sociológicamente en la formación de estos organismos universales. Más alto aún están Buda y Cristo, cuya brega fue por la formación de la unidad divina: los hijos de Dios. Con la sustancia única trabaja Spinoza y también Giordano Bruno.
¿Percibimos ya qué cosa es héroe nacional y quién es Bolívar? ¿Comprendemos ya que no es posible comparar, equiparar al héroe con el dios? ¿Cómo concebir a Bolívar de héroe nacional, de héroe de Colombia o del Perú? ¿Y a Cristo como héroe nacional hebreo? ¿A Buda, hindú?
* * *
El héroe nacional es necesario, es manifestación sociológica de este drama llamado historia.
¿Cómo se forma el héroe nacional?
Aquel que fue brazo y boca de los instintos, limitaciones y tendencias de un pueblo (gentes que desde largo tiempo conviven en terreno más o menos circunscrito), ese tal fue hombre fuerte, porque palabra y obra eran representativas (latencia biológica): el futuro se asomaba en él. Durante su vida aparece triunfante, bandera, a pesar de momentáneas derrotas (que son los momentos en que surgen instintos opuestos, anárquicos). Muerto, vive como símbolo y guion.
Y ¿cómo se forma su imagen histórica?
Los pueblos, inconscientemente, le quitan lo impropio y le aumentan virtudes: es la obra lenta de la purificación. En tal sentido la historia es mistificadora, pero mistificadora lógica y que responde a necesidades vitales del devenir. El pueblo va haciendo del héroe la imagen de lo que desea llegar a ser; en ella materializa su programa, encarna su futuro. Es el mismo génesis de los dioses, en escala menor. Dios es lo que nos falta y que anhelamos: es el hombre perfecto, el ideal en cada época de épocas. También el cielo es la morada en donde hallaremos lo que anhelamos, todo íntegro… No es Dios, pues, el creador del hombre, sino que éste crea a su imagen culminada a su Dios; y crea también su casa ideal, el Cielo, e inventa a su hombre político, el Héroe Nacional.
Así, sin culpa, es como se falsifican los documentos, destruyendo los perjudiciales, interpretando favorablemente las dudas y creando las leyendas. ¡Inmenso poder del espíritu humano, que se unifica con el todo en el abismo (subconsciencia) y cuya cima lleva lucecilla admirable, engañosa pero divina: la conciencia! ¡Inmenso poder del espíritu humano, con su facultad de olvidar lo perjudicial, y agrandar y tener presente lo que le conviene! ¡Creador así de dioses, cielos y naciones! En tal sentido el hombre es creador…
* * *
El espíritu neogranadino que aún perdura como elemento oficial, gobernante, dirigente de Colombia, del general Santander ha olvidado la cobardía, ha cubierto la pequeñez y le ha envuelto en la gloria de Bolívar: por eso aparece hoy, a los cien años de su muerte, como el indudable héroe nacional de los granadinos de 1940…
Pero hoy somos en Colombia nueve millones de nativos, ya todos de la misma color, sin castas, dispersos en territorio de un millón doscientos mil kilómetros cuadrados, sin aglomeraciones como la de Buenos Aires en Argentina, sin problema racial, demócratas, ricos y prometedores… De este pueblo no es héroe nacional el general Santander.
De la capa neogranadina que cubre y tiene atontado a este gran pueblo que ya va a nacer a la conciencia política, ¡sí es héroe nacional el Mayor Santander!
Por eso este libro está dedicado a la juventud. A la juventud colombiana que es, con la de México, la más americana por su sangre y por sus promesas de originalidad.
Santander es un amago de héroe con que quiere estafarnos la moribunda Nueva Granada.
— o o o —
— o o o —
* * *
* * *
En abril de 1966, Arango inició en Cromos una serie de «reportajes en onda corta» con poetas, pintores y otras figuras del movimiento nadaísta. A éstas se fueron sumando poco a poco personajes de la política, el periodismo y la cultura del país. El primero de la serie fue el propio Gonzalo Arango. […] Durante los años que trabajó en Cromos, Arango mantuvo siempre el mismo perfil: tanto cuando entrevistaba personajes como cuando narraba sus experiencias de reportero en una ciudad, en una playa o en una isla, su estilo de hacer periodismo se basaba en la insolencia y en el uso de un lenguaje callejero, iconoclasta, inteligente hasta la médula, a veces lírico, pero siempre muy personal.
Esta forma de narrar la había conseguido gracias a su larga formación literaria y a su oficio de escritor bohemio e insomne, que al contar sus historias, como al escribir sus cartas, prefería seguir nada más que los dictados del corazón. Sus reportajes y sus crónicas publicadas en Cromos lo convirtieron muy pronto, durante toda una época, en el mejor periodista colombiano de su generación. […] Los reportajes de Gonzalo Arango marcaron una época en el periodismo colombiano del decenio del sesenta. Su estilo insolente, lírico, mordaz, y los temas de los que se ocupó durante sus años de reportero, convirtieron a su autor en una leyenda viva en una época convulsa. Leídos sesenta años después de su publicación original, esos retratos hablados del país y de sus gentes conmueven por su verdad, su entereza, hacen reír, llorar y maldecir. De paso, nos recuerdan un momento de nuestra historia en el que Colombia dejó de ser un país rural y pasó a ser un país urbano, con melenudos go-go, poetas nadaístas y guerrilleros al estilo del Che Guevara.
Juan José Hoyos
*
Reportajes
~ Tomo i ~
Rosa María Smith
El personaje
Rosemary Smith, o «Posie», como le dicen cariñosamente, nació hace treinta años en Nueva York. Estudió en el Mary Mount hasta que se enamoró y se casó, que es el destino fatal o maravilloso de las mujeres. Tiene cuatro hijos: Norman y Nancy, que son gringos; el «gran» Michael y Mary-Jo, que son paisas. Vive en Medellín hace quince años, en una casa de Los Sauces, a dos kilómetros de Envigado, y a uno de la casa de Fernando González, en Otraparte. Ella era, y es, una de sus más devotas y fervientes discípulas, y sigue fiel a la vida y la obra del maestro.
Bajo los pisquines, los sauces, y entre las avenidas de naranjos enanos, esta gringa inquieta hizo el más risueño curso de filosofía viviente junto al bastón del ascético viajero de Envigado. Su espíritu, su cultura, se formaron caminando, dialogando, sonriendo, viajando, aprendiendo la filosofía feliz del más profundo, del más viril, del más vital de los escritores colombianos de todos los tiempos. «Posie» Smith es, por eso, una página viva salida de los pensamientos del autor de Viaje a pie, la síntesis de tardes socráticas enmarcadas por uno de los paisajes más poéticos y azules del mundo.
Las libretas póstumas del maestro deben estar llenas de evocaciones sobre la amistad y la errancia de esta pareja de viajeros que tanto se amaban, en lo más sensible de la amistad. Esos viajes contemplativos y largos en que las ideas entraban por los poros naturalmente como el aire o la luz, terminaban en un alegre reposo en Todaspartes entre jugos de naranja y el cariño del maestro por los hijos de Posie, que le decían «abuelito». El maestro, por una afinidad espiritual, bautizó Todaspartes la casa de su discípula, como un rincón del mundo gemelo del suyo en Otraparte, propicio a la morada de los sueños de estos guerreros de la sabiduría.
Rosa María no es, a pesar de todo, lo que se llama una intelectual. Es más que eso, y mejor que eso. Es un espíritu sensible, profundamente inquieto y receptivo a las manifestaciones estéticas y vitales. Una artista, en suma.
Ocasionalmente ha sido actriz en grupos experimentales de Medellín, y actúa con el mismo temperamento y la misma seguridad, indistintamente en español que en inglés. Con perdón de sus compatriotas, creo que es la gringa que mejor habla castellano en Colombia, pues ella, sin olvidar sus orígenes, ha hundido sus raíces en nuestra cultura, en una fusión perfectamente integrada y natural.
Pero su aspecto más creativo, a pesar de su pasión por el teatro, está sin duda en la cerámica. En este arte ha realizado lo mejor de sí misma. En sus manos el barro canta, revela el milagro de que es capaz el espíritu cuando la materia es vivificada por el soplo creador. Este año hará en Bogotá su primera exposición individual con treinta de sus obras.
Posie es, simultáneamente, un espíritu dinámico y contemplativo; la fusión de dos experiencias culturales y sociales. Como «gringa-antioqueña» ejerce su actividad diaria como directora y profesora del Centro Electrónico de Inglés que fundó hace años. Por su Centro desfilan cada tarde centenares de estudiantes junto a los mejores artistas del teatro y de las artes plásticas que van allá a reunirse en torno a una mesa de tintos y a charlar sobre sus cerámicas, sus montajes y sus asuntos. Algunos hasta llevan su última creación para exhibirla en un aula de clases, lo que siempre es permitido. Allá se pueden admirar, en exposición permanente, obras de Rodrigo Callejas, Inés Salazar, Nohemí, Argemiro Gómez, Blanca Restrepo y otros que en conjunto forman el equipo más representativo de ceramistas antioqueños, y sin duda el más valioso de Colombia.
Además de su entusiasmo en plena creatividad, esta mujer es como esos faros que alumbran el porvenir, el destino de unos ideales. Irradia en torno una fuerza y una espiritualidad que atrae, unifica, ordena y pone en marcha la creación, alentándola y fecundándola con su propia pasión.
Sus discípulos, sus amigos, sus colegas, sus profesores, sus subalternos, pues ella es todo a la vez: enseña y aprende, ejecuta y obedece, deben tener opiniones diversas sobre la personalidad y el valor de esta mujer. Algunos deben admirarla por su inteligencia y sensibilidad. Otros por su bondad y sencillez. Y los últimos por su coraje. Pero todos están de acuerdo en que si se filmara una película sobre la amistad, Posie Smith encarnaría sin duda, por sus cualidades en este sentido, los mejores y más bellos atributos del personaje. Y si el cine refleja la vida, todos estarían de acuerdo en concederle un Óscar, no tanto por su actuación, sino por lo de incomparable amiga. Pues, ¿quién que haya estrechado su mano no ha sentido su sinceridad, su lealtad, su noble desinterés, y la palpitación de un corazón afectuoso y solidario?
Esta mujer norteamericana, síntesis espiritual y afectiva de dos países, de dos ciudades, de dos culturas, encarna esas virtudes admirables de nobleza y humanidad que caracterizan a todos los pueblos de la tierra, en lo que esos pueblos tienen de excelentes.
Cuando a veces me sublevo de indignación por la política invasionista y cesárea de los políticos y los millonarios de Wall Street, evoco la imagen dulcísima de esta muchacha gringa, y mi furia se apacigua, pues ella, aunque ama entrañablemente a su país y no sabe nada de política, está siempre contra la violencia, la miseria y las armas, no importa cuál sea la marca de explotación y de guerra, si es Estados Unidos o la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, pues su pasión es la paz, y sus mandamientos los de Cristo, y antepone a todos los intereses económicos, militares y políticos, los inviolables intereses de la dignidad humana, en lo que esta participa de una condición divina.
Por lo que piensa, por lo que es, creo que su única filiación ideológica consiste en un humanismo universal sin odios, sin violencias, sin rivalidades estúpidas, sin cesarismos opresores. Pero estos anhelos de fraternidad, de justicia y de paz, están más inspirados en sus idealismos estéticos y morales que en la sórdida y brutal realidad de la política contemporánea. En cierto sentido, para ella, su jefe político no es Mr. Johnson, sino su Santidad Juan xxiii.
Cuando pienso en seres como Rosie Smith, es imposible gritar Yankee, go home. En este caso habría que saludar Yankee, welcome, y sentir que el mundo es un corazón que se abre a la amistad; que el cielo cabe en unos ojos azules; que la única patria es la que une a dos seres en un diálogo de fraternidad, aquí y en todas partes del mundo, pues en ese diálogo se reconoce que yo soy tú, que tú eres yo, y que somos humanos.
Olvidaba decir que esta mujer, además de ser muy inteligente, es también muy bonita. Y si no lo creen, ver foto amasando barro. Aunque Posie tiene la nariz un poquito grande, su nariz es lo de menos, pues algún defecto debía tener. Después de todo, ella la usa para respirar los perfumes de su jardín, lo que también es una ventaja. ¡Qué diablos!
El reportaje
Señora Smith: en nombre de Cromos, defínase.
¿Quién define a una mujer? Ni ella misma. Pero Fernando González la definió así: «La mujer es una esclava del amor. Qué deliciosamente frívola».
¿Usted se considera «deliciosamente frívola»?
Soy frívola a ratos, especialmente después de que dicto mis clases de inglés, para descansar de sentirme inteligente.
¿Y se siente «esclava del amor»?
Me siento esclava del amor, pero también libre de elegir esa esclavitud.
¿Cuál es su mayor ambición en la vida?
Realizarme como mujer y como artista.
¿Cuál es su mayor fracaso?
No sé medir mi vida en términos de fracaso o de éxito.
¿Cuál es, entonces, su mejor cualidad?
La ingenuidad.
¿Y su peor defecto?
Si no me equivoco, la ingenuidad también.
Rosa María, si existiera la reencarnación, ¿qué le gustaría volver a ser?
Otra vez yo.
¿En qué pensaría cinco minutos antes de su muerte?
En que la vida es demasiado corta.
David Lawrence, el gran escritor inglés, tiene un ave Fénix sobre su tumba como símbolo de resurrección. ¿Usted qué ave haría poner sobre la suya para simbolizar esa fe en la inmortalidad?
Un búho de barro, sin alas, pero con ombligo.
¿Qué significa para usted el amor?
Todo.
¿Qué piensa de los celos?
Son una enfermedad como la peste: si no matan, fastidian un rato y luego desaparecen.
¿Llegaría al extremo de cometer por amor «un crimen pasional»?
Creo que llegaría a cualquier extremo desde que este no destruyera el amor.
¿Qué porcentaje le asigna al amor como «factor sexual» y qué porcentaje a los «valores morales»? (Responda en cifras y no mienta).
En el amor no sé distinguir el «factor sexual» de los «valores morales». Simplemente amo sin hacer esos cálculos.
Si Cristo dictara una conferencia en el Museo Nacional sobre la educación sexual de la familia, ¿qué le pasaría?
Pues tal vez lo volverían a crucificar.
¿A qué escritor contemporáneo le daría el Premio Nobel de Literatura?
A Fernando González, aunque él no lo aceptaría.
¿Por las mismas razones políticas de Sartre?
No, por las razones espiritualistas de Fernando González, y entre otras, porque no tenía frac.
Cite cinco libros que más admira y han influido en su vida.
El remordimiento, de Femando González. El cuarteto de Alejandría, de Lawrence Durrel. La crucifixión rosada, de Henry Miller. El segundo sexo, de Simone de Beauvoir, y Libro de los viajes o de las presencias, de Fernando González.
¿Qué es lo que más abomina del siglo xx?
Los plásticos y las guerras.
¿Por qué razón le gustaría vivir en el siglo xxi?
Para no morir en este.
¿Iría a una guerra contra el comunismo para defender lo que llaman la cultura del capitalismo occidental?
No iría a la guerra en defensa de ninguno de los actuales sistemas o culturas. No salvo a nadie de los que hacen guerras, los condeno a todos, la guerra es inhumana.
Rosa María, ¿de qué se siente orgullosa?
De los seres que amo.
¿Sacrificaría su vida por lo que llama su «razón de vivir»?
Vivo por lo que amo. Morir por ello sería ridículo.
Posie, perdone esta pregunta poco delicada, pero dígame, si usted fuera un caballo, ¿qué pensaría de los hombres?
Muy sencillo: si yo fuera un caballo, pues entonces sería yegua, y no pensaría en los hombres sino en los caballos.
Muy bien, Posie, con esa inteligencia usted se ganaría el Premio D’Ervey de Inglaterra. Y a propósito, ¿cuáles son sus deportes favoritos?
Los toros, la culinaria, la velocidad y, si es domingo, la pereza.
¿A qué personaje de la historia le habría gustado conocer personalmente?
A Jesús.
Si usted fuera al infierno (es un decir), y el diablo le concediera una gracia, ¿qué le pediría?
Que me indicara en qué lugar del infierno podría encontrar a mis amigos.
Con quién de estos artistas le gustaría estar en una fiesta: ¿Picasso, Chaplin, Sartre, Mastroianni, Elmo Valencia, Henry Miller, Cassius Clay o el Agente 007?
Con Cassius Clay en los «pesos pesados», y con Elmo Valencia en los «pesos plumas».
Si tanto admira a los pesos «plumas» de nuestra literatura, dígame Posie Smith, ¿qué valor tiene para usted el nadaísmo?
Admiro su rebeldía, su pureza, su literatura optimista y desesperada, y su gran amor a la vida por encima de todo.
Posie, ¿le habría gustado ser Beatriz Portinari, la amada del Dante?
No, porque según leí en la prensa, «Beatriz era partidaria del control de la natalidad», y yo adoro a mis hijos.
Cite la frase que más admira y ha influido en usted.
«El amor es el encanto del viajero, el encanto de todo lo que vive, la ilusión de todo lo que existe, desde el átomo hasta Dios» (Femando González).
Cromos, n.° 2.537, Bogotá, 16 de mayo de 1966, pp. 24-25.
* * *