Boletín n.º 188
Mayo 18 de 2021

Día Internacional
de los Museos

El futuro de los museos

Recuperar y reimaginar

Fernando González Ochoa

Fernando González Ochoa
(1895-1964)

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La Corporación Otraparte se une a la celebración del Día Internacional de los Museos (Mayo 18) compartiendo con sus amigos algunos textos relacionados con el pensamiento político solidario de Fernando González y una columna de Alberto Aguirre sobre don Fidel Cano, fundador de «El Espectador» y prologuista de «Pensamientos de un viejo». El Comité Consultivo del Consejo Internacional de Museos (ICOM) propone cada año un tema que los museos pueden utilizar para valorizar su posición en el seno de la sociedad. El de 2021 es «El futuro de los museos: recuperar y reimaginar», que «invita a los museos, a sus profesionales y a las comunidades a crear, imaginar y compartir nuevas prácticas de (co)creación de valor, nuevos modelos de negocio para las instituciones culturales y soluciones innovadoras para los retos sociales, económicos y medioambientales del presente».

En Otraparte consideramos que el objetivo fundamental de la cultura —y específicamente de los museos— debe ser el fomento del sentimiento solidario, más allá de la búsqueda del conocimiento y la erudición, lo cual implica una posición política liberal e incluyente en contra del egoísmo y a favor de la «calogaitía» griega: lo bello, lo bueno y lo inteligente. Los museos son los depositarios de la sabiduría humana, y por lo tanto deben estar al servicio de la búsqueda del bien común, la cual es precisamente la definición de política. Según la invitación que nos hace Fernando González en «Mi Simón Bolívar», la educación debe ser un medio para que el individuo agrande su conciencia «hasta que salga de las categorías de tiempo y de espacio». Es decir, que la esfera de sus intereses —¿quiénes son mis «otros»?— trascienda su pequeño círculo familiar y social y abarque tanto como sea posible. Simón Bolívar, por ejemplo, tenía «conciencia continental», y «conciencia universal» era la de Gandhi. En el mundo actual el ser humano está al servicio del capital, y la propuesta de Fernando González es reversar la ecuación y poner el capital al servicio de la humanidad, de la cultura, entendida como el «cultivo del pueblo». Es también una función primordial de los museos trascender sus fronteras físicas, proyectarse a la comunidad, y de ahí la implementación de propuestas como «El Derecho a No Obedecer», nombre que surge de la tesis de Fernando González como doctor en Derecho y Ciencias políticas. Así, la pregunta de Caín es tan vigente hoy como ayer: «¿Soy yo acaso guardián de mi hermano?». En la respuesta a este antiguo interrogante está la solución futura de «los retos sociales, económicos y medioambientales del presente».

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Afiche oficial del Día Internacional de los Museos 2021

Día Internacional de los Museos 2021
Icom.museum

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«Luchamos por el programa que se resume en escuela, universidad, higiene y capital al servicio de la cultura».

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«En la Grancolombia nunca ha habido un día de democracia; ni un solo día se ha gobernado por el pueblo y para el pueblo».

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«A pesar de esta abrumadora tristeza, pondré contención y arte (alegría) en mi vida. Ese es el imperativo categórico: alegrarnos y alegrar a quienes nos rodean».

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«Si la libertad y la anarquía son el fin de la vida, el gobierno y las escuelas, toda la cultura la consideraremos como medio para conseguir eso. Conseguir que cada ciudadano se auto-exprese cada vez más netamente».

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«¿Quién nos disputa la gloria de hacer una Gran Colombia, reina de los océanos, tierra de refugio para espíritus libres y para grandes perseguidos, rica en cosas de pensar, comer, oler, tocar y gustar, sin odios, sin pasiones negativas, tierra de amor y creación?».

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«Las visitas que me hace ahora la muchacha enfermera de Bilbao y lo que juntos convivimos me hacen vivir la solidaridad de todos. En todos es nuestra representación, y la de ellos en nosotros; aparecimos aquí como para aprender juntos y “salvarnos” juntos de la ignorancia».

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«Últimamente se airó con una señora anciana, su amiga, y la insultó. A la hora comprendió que la voluntad violenta vuelve como puñal contra el airado. Comprendió que había ascendido, pues le es imposible airarse y maltratar a los seres. Sintió la solidaridad de toda la creación».

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«Hemos visto que el fin primordial del Gobierno es la cultura (cultivo del pueblo). Por eso, nosotros los izquierdistas luchamos contra los tiranos. Llámanse tiranos, no los que gobiernan mucho, pues ello puede ser necesario, sino aquellos que engañan y envilecen al pueblo para satisfacer pasiones personales».

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«En Nueva Granada, en 1812, cada lugar quería ser un centro, con su gobierno ideal, humanitario, y los varios pueblos se desconocían en absoluto. No había nada, absolutamente nada de conciencia nacional, ninguna vinculación con la tierra, y no existía ninguna finalidad bien determinada en la revolución, cuando sonó la voz metálica de Bolívar que en su Manifiesto de Cartagena hablaba por primera vez de América, de solidaridad, y mostraba un fin y los medios para conseguirlo».

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«Colombia está marchita como planta en verano porque no hay partidos políticos y únicamente hay ladrones que gobiernan sin concepto de patria, que es el de solidaridad con los que conviven bajo el mismo cielo. Nuestra única posible salvación, si la puede haber aún, está en una ley de elecciones justa y para todos. Esta es una síntesis pragmatista de nuestro libro: para crear caracteres, y patria, y moral, y todo, es preciso una ley de representación proporcional de las aspiraciones, que están hoy ahogadas. ¡No hay opinión pública!».

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«¿Quién es Lucas de Ochoa en los días en que saca en limpio sus aventuras italianas? Cada rato sale a la ventana del Consulado, donde trabaja, mira para el cielo y llama a Dios. También cuando sale de paseo con los hijos mira para el cielo, como las aves de presa cuando se asolean en los tejados. Tiene una gran seguridad de que somos hechura y de que podemos recibir energía. La cuestión es ponerse en relación con ella. Casi todos cortan la corriente y se arrugan como pasas. Se siente vivir en comunicación con todo lo creado. “Hasta allá —dice—, hasta el sol más lejano está unido a mí”. Muchas veces despierta durante la noche y siente la solidaridad con las estrellas, siente que el sol está calentando el otro hemisferio y ve a la tierra que va por su camino, tan bella».

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«Maestro es acicate, incitador o partero. De ahí el considerar la vida como brega o como un camino y a los maestros como guías amorosos. Precisamente vemos que la vida se cumple dentro del espacio y el tiempo, lo cual significa que es movimiento, brega medida, camino. Ahora bien, tales nociones de cultura están indicando que el fin del Gobierno es la Universidad. Hasta hace poco, la noción era la maquiavélica, el arte de someter a un pueblo a la explotación del príncipe o príncipes. Para ello se usaba de artes sicológicas, tales como el miedo (religión, penas), la diplomacia (engaño), etc. El principio piedra angular de tal sistema de gobierno es mantener al pueblo en la ignorancia. Los izquierdistas sostenemos hoy que al pueblo nunca se le debe engañar, por ningún motivo, pues cada cosa engendra su semejante. La religión no puede usarse como medio de someter a los hombres al dominio ajeno; deja de ser religión para convertirse, como sucede en Colombia y en España, en arte de engañar».

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«Desde hace tres años hemos tenido en Colombia una gran propaganda periodística de gentes interesadas en conservar a nuestro pueblo en la ignorancia y la esclavitud; hanse fundado grandes empresas periodísticas y editoriales con el fin exclusivo de hacer despreciables y odiosos los vocablos con que se expresan los conceptos purísimos de la evolución social. No estudian los conceptos, sino que astutamente llenan los vocablos con hechos despreciables y se imaginan que así hacen odiosa la verdad, la democracia. Este es el sistema de todas las oligarquías. Tal sucede con el término comunismo, el cual, para ellos, no es otra cosa que destruir el capital, robar, etc. En Bogotá han fundado las sociedades anónimas y los capitalistas egoístas (no en cuanto capitalistas sino en cuanto egoístas) un diario cuyo único fin es hacer odioso el vocablo comunismo y todos los que expresan el futuro de la conciencia humana. No, señores: comunismo es vocablo que pertenece a la conciencia del alma humana; no es lo mismo que el régimen que hay en Rusia. En artículos sucesivos analizaremos varios conceptos relacionados con el liberalismo verdadero».

Fernando González

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Caricatura de Adolfo Hitler, publicada
en la revista Antioquia n.° 12 (1939).

Caricatura de Adolfo Hitler, publicada
en la revista Antioquia n.° 12 (1939).

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Fidel Cano

Por Alberto Aguirre

Fidel Cano tenía 33 años cuando fundó El Espectador. ¿Por qué un joven arriesgaba su vida en empresa azarosa? Se publicó el primer número el 22 de marzo de 1887, en un local maltrecho de la calle del Codo, en Medellín. Dos veces a la semana. A 2 ½ centavos. Eran cuatro páginas, en 8ª (20 x 28 cms). Sacaban 500 ejemplares. Era dispendiosa la factura: se imprimía en una prensa «Washington», manual, de 100 a 150 tiros por hora; había que componer los textos a mano, escogiendo los chibaletes, los tipos, letra por letra; había que entintar cada plancha con un inmenso rodillo que se zambullía en una sopa de tinta. Decía Gabriel Cano (en 1973), que fue «tintero», de niño, con su padre: «Esas dificultades materiales eran nada en comparación con muchas otras de diferente índole que habría de enfrentar más tarde El Espectador».

Nacía en clima lóbrego para la libertad. El artículo K de la Constitución del 86 daba al gobierno facultades omnímodas para regular la prensa, «mientras no se dicte la ley de imprenta». No se dictó. El presidente Rafael Núñez le escribía a Jorge Holguín: «La imprenta es incompatible con la obra que tenemos entre manos». Miguel Antonio Caro, también presidente, llamaba a los periodistas «gamonales de pluma». Estos, y los opositores, eran desterrados o confinados (Aquileo Parra, Santiago Pérez, etc.), los periódicos, cerrados o requisados. Y en medio de tal tiniebla ese joven levanta un periódico. Por amor a la libertad.

Con clara conciencia. «Nos proponemos no hablar a los dueños del poder el lenguaje de la lisonja», escribe en el primer editorial. Y con tranquilo coraje: «Hay que escribir lo que el deber dicta y aguardar el castigo (del poder), como crecidas multas, como largos días en prisión o como confinamiento».

El 8 de julio de 1887, a los cuatro meses, al publicarse el número 30, el gobierno suspendió El Espectador por 60 días; el 27 de octubre de 1888 lo suspendió por seis meses; el 8 de agosto de 1893, en el número 282, el gobierno de Antioquia lo decomisó y puso preso a Fidel Cano.

En 1915 se trasladó a Bogotá. No han cesado las persecuciones; sólo han cambiado de signo. El 6 de septiembre de 1952 fue incendiado por turbas gubernamentales, por obra de los odios políticos; en 1982 el Grupo Grancolombiano, cuyas trapacerías denunciaba, lo estranguló a base de pauta publicitaria; el 17 de diciembre de 1986 fue asesinado su director, Guillermo Cano, por denunciar a los narcos; el 2 de septiembre de 1989, por lo mismo, un furgón-bomba destruyó sus instalaciones materiales. Por decir la verdad. Por no hablar a los dueños del poder el lenguaje de la lisonja.

Ahora es más artero el pulpo del poder. Por primera vez desde su fundación, 110 años y 6 meses atrás, el jueves 13 de noviembre de 1997, en la manchette de El Espectador no figura un Cano como director. Es símbolo ominoso. En el periódico ha sido borrada la estirpe libertaria de don Fidel Cano. Lo que no pudieron prisiones y confinamientos, multas, decomisos, balas y bombas, lo ha logrado el trueno financiero. Porque una cosa es fabricar perros calientes, celulares y cervezas, y otra, hacer un periódico. Este se hace con rotativas y chibaletes, pero, por encima de tales trastos materiales, con fulgor y pasión del espíritu.

Los fabricantes de lúpulo —y es esa ley de su naturaleza— van movidos por el amor al billete. Don Fidel Cano iba movido por el amor a la libertad.

Fuente:

El Colombiano, lunes 24 de noviembre de 1997.

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Primera página del primer número del periódico «El Espectador», publicado en Medellín el martes 22 de marzo de 1887.

Puede que me engañe en mis pronósticos sobre las futuras sendas de González; pero me parece verlos ya cumplidos, acaso porque los hago con fe nacida de un férvido deseo, de dos férvidos deseos diré más bien: el de ver dichoso al amigo y el de ver realizada —hecha gloria— una esperanza de la Patria. Fernando tiene ya ganado puesto de honor entre los escritores nacionales, con las producciones que en diarios y revistas ha publicado hasta hoy, y es para mí seguro que la aparición de este libro le confirmará la posesión de un nombre distinguido en el escalafón intelectual de Colombia; pero todo esto, con ser muy brillante, no es todavía más que una aurora: el orto de la inteligencia que así se anuncia no tardará, y será espléndido. De ahí mi afán por ver a Fernando lleno de fe en la vida, en la bondad, en la justicia, y enamorado de lo verdadero, también con todo el ardor de un creyente. Cuando así llegue a ser, sus poderosas facultades darán toda la luz que en sí llevan, y aplicadas a fines determinados, altos o útiles, producirán obras que a más de hermosas serán benéficas y con una misma aureola nimbarán la frente del escritor y las sienes de la Patria.

Fidel Cano

(Prólogo de Pensamientos de un viejo, 1916)

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Calle del Codo, Medellín, 1924 - Foto © Melitón Rodríguez

«La calle del Codo, legendario lugar de Medellín donde, entre otras cosas, fue fundado el periódico liberal El Espectador en la conservadora Medellín de finales del siglo xix. Acerquémonos a este lugar con este apoyo visual de color agregado digitalmente por Alejandro Quijano, para imaginar por un momento lo que ocurría ese día de 1924 cuando Melitón Rodríguez tomó esta imagen. Copyright Biblioteca Pública Piloto». Foto tomada de Memoria Visual de Medellín.

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El libro se compone de tres partes, cada una de las cuales tiene un título distinto: «Desde mi tinglado», «Meditaciones» y «Pensamientos de un viejo». Don Fidel Cano se ha encargado del prólogo. ¡Don Fidel Cano! Yo lo admiro grandemente en todas las manifestaciones de su espíritu. Por su optimismo luchador, con el que pretende dar al alma raquítica de la juventud un poco de alegría sana y esperanza en tiempos mejores, es el único digno de ser nuestro Maestro. Pero aquí, en donde sólo se admira a los influenciados por escritores extranjeros, a los explotadores de filones ajenos, no se le ha dado toda la importancia que merece. A esto ha contribuido quizá la circunstancia de estar su obra esparcida en periódicos y revistas, y no reunida en libros. Pero muy bien así, ya que él ha querido llevar al corazón de todos las semillas de la alegría y de la esperanza.

Fernando González

(«Visitas de “La Semana”», 1916)