Boletín n.º 137
Abril 25 de 2016

Pensamientos
de un viejo

100 años

(1916 – 2016)

100 años de “Pensamientos de un viejo” de Fernando González / Ilustración de portada por Ricardo Rendón

Portada de la edición príncipe
Ilustración de Ricardo Rendón

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Siempre se regresa a Otraparte, al lugar que ha sido habitado por el silencio y las palabras, a la Casa que acogió la lucidez y la búsqueda más elevada del maestro Fernando González Ochoa, a quien hoy celebramos, y cuya obra se resiste con fuerza y belleza al olvido y a la mezquindad con que volvemos el rostro a nuestras propias preguntas, a nuestro tiempo…

En el aniversario 121 del nacimiento de Fernando González Ochoa (abril 24 de 1895), la Corporación Otraparte le invita cordialmente a que nos acompañe este Jueves 28 de abril a las 7:30 p.m. en la celebración de los 100 años de “Pensamientos de un viejo” y en la presentación de la edición conmemorativa, publicada por el Fondo Editorial Eafit.

En el evento contaremos con la presencia de Luis Fernando Múnera López, investigador de la relación entre el movimiento Panida y don Fidel Cano, quien escribió el prólogo a la primera edición en abril de 1916. Exdecano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Católica de Oriente, miembro correspondiente de la Academia Antioqueña de Historia, profesor en la Escuela de Ingeniería de Antioquia, en la Facultad de Minas de la Universidad Nacional y columnista en “El Mundo” y en “Mirador de Suroeste”.

Fondo Editorial Universidad EafitBiblioteca Fernando González - Fondo Editorial Universidad Eafit

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“Pensamientos de un viejo” - Por Fernando González - Fondo Editorial Eafit / Corporación Otraparte 2016

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¿Pensamientos de un viejo? Sí: es preciso fijarse en que el movimiento del espíritu sirve de medida al tiempo. Nerón, por ejemplo, murió a la edad de mil años.

Pensamientos de un viejo

Miércoles 12 de abril: salió “Pensamientos de un viejo”. Mientras se está preparando para darlo al público dentro de dos horas, yo estoy aquí en una mesa, escribiendo análisis de mi estado de espíritu. ¡Vivo tan triste de ordinario, que esta alegría me ha contentado mucho! ¡No más! Recibirlo y adentrarme luego en la calma del espíritu.

El payaso interior

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“Pensamientos de un viejo” - Por Fernando González

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Cartel que anuncia la aparición de Pensamientos de un viejo y el prólogo de don Fidel Cano. Cortesía de Luisa Fernanda Herrera, nieta de Alfonso González Ochoa.

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Notas de prensa
sobre la aparición de
Pensamientos de un viejo

En los principales periódicos de la República se están reproduciendo las crónicas que bajo el título general “Desde mi Tinglado”, ha venido publicando en El Sol nuestro colaborador D. Fernando González.

Como algunas personas que han admirado estas crónicas reveladoras de un talento ágil y de un espíritu vibrante, nos han preguntado por su autor, les informamos que el Sr. González es un joven de unos diez y siete o diez y ocho años, que vive en su finca de Envigado entregado al estudio.

Para nosotros es sobremodo honroso que un colaborador a quien de veras estimamos y admiramos, como el Sr. González, tenga la aceptación que merece en el mundo de las letras, y al felicitarlo, les damos las gracias a los colegas dichos, por la constante reproducción que de aquellas crónicas hacen, aunque, quizás por olvido, han suprimido en ellas el título general, reproduciéndolas sólo con el subtítulo.

Julio Vives Guerra

El Sol, 1914.

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Ha entrado ya en prensa, con el mismo título que ponemos al frente de estas líneas, un libro de nuestro distinguido colaborador D. Fernando González.

El libro, en parte, es ya conocido de los lectores de El Espectador y La Semana, y huelgan, por lo tanto los elogios y las recomendaciones, por otra parte muy merecidos y justos, que ante estos lectores pudiéramos hacer nosotros.

Nos limitamos a decir que veríamos con agrado toda ayuda que, ya en forma de suscripciones, ya en forma de propaganda, o bien adquiriéndolo a su salida, se le hiciera al libro del joven y ya conocido y estimado escritor que hoy tiene el atrevimiento de apechar una obra entre nosotros generalmente desatendida e injustamente despreciada.

A las personas que quieran obtener el libro les recomendamos tomen desde ahora sus suscripciones (lo cual pueden hacer dirigiéndose a la librería de A. J. Cano o a la Administración de El Espectador, pues la edición será bastante reducida, y el precio, para los suscriptores, inferior al que se ha señalado para los simples compradores.

El Espectador, 27 de enero de 1916.

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Fernando González tiene ya en prensa su libro, su extraño libro. Tantos harán gestos al adjetivo; y sin razón: porque, enseñados a la repetición de la vieja cantinela “De mil libro tál o cuál”, que en periódicos grandes y chicos, malos y buenos poetas, escritores buenos, mediocres y pésimos, nos disparan al pie de renglones que no merecen la tinta espesa, ver tornarse realidad una promesa bella, si extraña en verdad, por tratarse de un caso raro —la publicación de un libro es entre nosotros un caso raro— es síntoma que consuela, porque es síntoma de cultura. Y lo raro es que da lugar a las manifestaciones de nuestro medio, lo menos culto que puede ser un medio. Porque yo auguro —ojalá no sea lo que pienso— a Fernando un mal suceso con su libro. No digo el fracaso pecuniario, ay que con él cuenta, o debe contar, el amigo. Digo la indiferencia de todos, que es ya decir. De la Prensa nuestra que acoge una revista, un folleto cualquiera, una tesis científica, un libro, con un acuse de recibo desconsolador y vulgar; digo la burla de cuantos califican malo a cuanto su intelecto —si lo hubiere— reducido no alcance (Farina es, para tantos, tantos, una nulidad) digo del medio que es el nuestro, hosco a cualquier manifestación cerebral, y presto el público a reír de cuanto no sea el tanto por ciento y el diez por mil trescientos a sesenta días vista. Y de todo y de todo, desgraciadamente.

Bien claro veo que esto no está bien que se diga. Y que los pocos que conmigo quieren al autor y admiran más su obra, más bien verían un voto halagüeño que estas observaciones simples, demasiado ciertas, más ciertas cuánto más pesimistas. No indican un deseo, ni sugieren un querer, claro está. Él, Fernando, lo sabe. Y sabe también cuánto diera yo por poder decirle que su libro ha de ser agua clara para todos los cerebros, y semilla de aliento para todos los inútiles que, como él, se dan a leer tonterías, y a decir las que piensan. Períodos evolutivos, muchos, faltan para que eso pueda ser.

No lo veremos, eso, ¡ay!, nosotros. No será esta tierra bendita de sabios cursis y de filósofos superficiales la que dará ambiente propicio al acontecimiento. Fernando ha debido emprender la publicación, más bien, de un libro de charadas, de recetas de cocina, notículas y canciones. Entonces sería calificado como un “distinguido” escritor, y todos dirían de él: “¿Ése? ¡Ese es Fernando González! Dicen que tiene cabeza…”. Y su libro se vendería como las revistas de la guerra, por entregas, o como las novelas pornográficas: a todo el mundo.

Pedro Pérez

El Correo Liberal, 2 de febrero de 1916.

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Recordamos a los lectores y admiradores de Fernando González, que su libro Pensamientos de un viejo ha entrado ya en prensa y circulará próximamente.

La suscripción está abierta en las oficinas de este Diario y en la librería de A. J. Cano.

El Espectador, 7 de febrero 1916.

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En nuestro próximo número insertaremos en obsequio de nuestros lectores una bellísima pieza del vibrante y atrevido escritor antioqueño don Fernando González, quien a la corta edad de 19 años, publicará en breve, en Medellín, su primer libro filosófico-literario Pensamientos de un viejo.

Ya está en prensa la obra del joven pensador, que saldrá editada elegantemente en la Litografía de los señores Arangos de Medellín, con prólogo de una de las plumas colombianas más diestras y bien templadas.

El libro de González es una obra que por la delicadeza incomparable del estilo y por la bizarría de la concepción, levantará gran polvareda no sólo entre los críticos nacionales, sino también entre los que más allá del mar se inquietan por el movimiento intelectual de nuestras veredas.

Felicitamos a nuestro compatriota por la impasibilidad con que la ha acometido su empresa y por el entusiasmo que ha despertado su próxima aparición entre los que ya conocen los valores de su estética literaria y la innegable profundidad de sus conceptos y máximas filosóficas; le auguramos un triunfo feliz, y ofrecemos a los lectores de Renacimiento para cuando los Pensamientos de un viejo salgan a luz, una crítica meditada e imparcial.

Renacimiento, Manizales, 12 de febrero de 1916.

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Fernando González y Fernando Isaza - c. 1915

Fernando González y
Fernando Isaza – c. 1915
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González es un muchacho que apenas tiene veinte años. Yo lo conocí en la Universidad, y allí tuve la buena ventura de ser uno de sus poquísimos amigos, el más intimo quizás. Juntos estudiábamos y discutíamos la filosofía escolástica, leíamos y comentábamos algún libro, o fatigábamos la memoria con una declinación latina o un texto de Cicerón. Frecuentemente, por cambiar mutuas impresiones de alma, suspendíamos el silogismo y el distingo apenas empezados, o nos sorprendía la hora de clase sin saber todavía los presentes de indicativo de los verbos y el nominativo de las declinaciones. Pero esto duró muy poco: afortunada o desgraciadamente para él —que ello es discutible— la constante inquietud de su espíritu lo alejó de la monotonía de las aulas universitarias, y desde entonces la vida nos ha tenido casi por completo separados. Él vive entregado a sus lecturas y filosofías, y yo al apolillador estudio de los códigos.

Fernando Isaza

Ver Visitas de “La Semana”:
Fernando González

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Animado por muchos de sus amigos y admiradores, Fernando González, el autor de “Pensamientos de un viejo” y “Desde mi tinglado”, ha resuelto reunir en libro su bellísima obra, dispersa, una parte, en periódicos y revistas, y la otra no publicada aún.

No es preciso recomendar a los lectores de El Espectador el libro de Fernando González; ellos han saboreado frecuentemente en estas páginas sus Pensamientos, admirables por la originalidad y la profundidad, en el fondo, y en el estilo, admirables por la sencillez. Sin buscarlo, tal vez sin quererlo, el joven filósofo ha llegado a crearse su nombre, a devenir su personalidad; lo que no es triunfo fácil, hoy que la profusión de la imprenta ha hecho de los nombres públicos, inédito montón en que las personalidades se confunden lastimosamente y no se sabe si la una es el padrón o es el engendro de la otra.

Desde ayer ha entrado en prensa el libro de González, cuya edición será fina y elegante, como cumple juntamente a la valía de la obra y a la fama de los talleres que se han encargado de la publicación (la Imprenta-Litografía de los Sres. Arango).

Nosotros le auguramos a nuestro compañero un éxito feliz en la salida de su primer libro.

Gabriel Cano V.

El Espectador, 28 de febrero de 1916.

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Fernando González publicará pronto su libro Pensamientos de un viejo. Ya está en prensa. La obra se aguarda con verdadero entusiasmo, porque Fernando, a la muy corta edad de diez y nueve años que tiene, ha sabido adquirir y sostener garbosamente su nombre literario.

Renacimiento, Manizales, marzo de 1916.

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Nos telegrafían de Medellín que es extraordinario el entusiasmo que ha despertado entre los intelectuales antioqueños la próxima aparición del precioso libro Pensamientos de un viejo.

Deseosos nosotros del buen éxito del autor, nuestro compatriota don Fernando González, enviaremos en breve un empelado de Renacimiento a recoger en la ciudad las suscripciones de las personas que, deseosas de adquirir tan hermosa obra, aún no la han encargado en las oficinas de este periódico. Las personas de los pueblos del Departamento deben solicitar por carta o por telégrafo a Renacimiento la suscripción al citado libro que circulará en el transcurso del mes próximo, a razón de $1.00 el ejemplar para los suscriptores.

Renacimiento, Manizales, 4 de marzo de 1916.

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En la próxima semana circulará el libro de Fernando González, con prólogo de Fidel Cano, en lujosa edición de la Lit. e Imp. Arango y adornado por una bella portada de Rendón.

Estará en venta en las principales Librerías y en El Espectador.

El Espectador, 5 de abril de 1916.

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En la semana próxima, el libro de Fernando González será puesto a la venta: consta de unas páginas, tiene prólogo de D. Fidel Cano, y portada de Rendón.

Por ahora me limito a decir que el público debe conseguir el libro, siquiera como un estímulo a los pocos jóvenes que entre nosotros piensan en cosas distintas a lo que es corriente pensar. Tal vez sería más exacto restringir la expresión, y dejarla libre de comparación: ¡tan pocos piensan!

Unos días más allá, cuando el libro circule, trataré de ensayar alguna pequeña cosa sobre él, en este mismo periódico, si ello fuere posible. Con anticipación eso sí, un abrazo cordial a Fernando. Pensamientos de un viejo tendrá éxito, o debe, al menos tenerlo. Ojalá fuera todo el que yo quiero.

Xavier de Lys

El Correo Liberal, 8 de abril de 1916.

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Hoy, según se nos dice, circulará Pensamientos de un viejo, del cual es autor el inteligente joven Fernando González; dicho libro saldrá de las prensas de la litografía de D. Jorge Luis Arango. Muchos éxitos deseamos al amigo Fernando, con la aparición de su obra, la cual se espera con entusiasmo.

Mundial, 11 de abril de 1916.

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Poema de Xavier de Lys para Fernando González a raíz de la publicación de “Pensamientos de un viejo”

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Hoy ha visto la luz en elegante edición el anunciado libro de Fernando González.

Trae prólogo de Fidel Cano y una artística portada de Rendón, considerada por los que ya la conocen como la mejor obra de ese artista.

Felicitamos a nuestro querido amigo y estimado colaborador por el triunfo que significa para él la publicación de su primer libro, al que dará el público intelectual de toda la República la aceptación entusiasta que merece.

El Espectador (?), 12 de abril de 1916.

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Éxito ruidoso — Aparición del esperado libro Pensamientos de un viejo. La primera obra de su género que se publica en el País.

Renacimiento, Manizales, 12 de abril de 1916.

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Ayer apareció el libro de Fernando González que titula Pensamientos de un viejo. La portada es de Rendón; el prólogo, de don Fidel Cano.

Por hoy, y mientras con detención estudiamos las páginas del libro, nos limitaremos a hablar de la portada. Es un trabajo maravilloso, que con ser de Rendón, parece que excediera a Rendón, lo cual ya es bastante decir. Es, quizás, la mejor obra de “el de los monos”, quien es más conocido como caricaturista que como dibujante, y que es mejor dibujante que caricaturista. El anciano que medita, el árbol, el muro, el cuadro, en una palabra, todo da un conjunto de tan perfecto arte, que sin exageración aseguramos que la biblioteca española “Renacimiento” se vería honrada con esa portada, y que Marco la habría firmado de mil amores; ni siquiera un detalle se puede tachar. Si Pensamientos de un viejo fuera obra que no mereciera la pena y sí la merece, la sola portada de Rendón sería suficiente motivo par conseguir el libro.

Rendón no es una esperanza de la patria, como en el lenguaje de cajón se dice; no; es una realidad, una bella realidad; él es, sin duda alguna, uno de los pocos artistas que entre nosotros son o han sido. Muy pocos lápices se pueden comparar en Colombia con el suyo, y el suyo sí se puede comparar con los pintores que allende “el charco” gozan de fama merecida.

Pero en esta deliciosa tierra de cositerías y de futilezas, ni al arte ni a los artistas se presta la atención a que tienen derecho. ¿Usted cree, por ejemplo, que si en nuestra Asamblea se presentara un proyecto para enviar a Rendón a complementar en el Exterior sus estudios sobre bases rigurosamente científicas, tal proyecto merecería la aprobación de nuestros ilustres y beneméritos Padres Conscriptos? ¿Qué sí lo cree? Pues permítame que le diga que usted se ha caído de un nido.

Tontería nos parece concluir estas “diaristas” líneas manifestando nuestras sinceras felicitaciones a los amigos Rendón y Fernando, cuyos triunfos consideramos propios éxitos.

J. V.

El Espectador, 13 de abril de 1916.

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Está abierta la suscripción en la Administración de Renacimiento a la admirable obra del joven pensador don Fernando González.

Para los suscriptores, el libro sólo valdrá un peso oro. Para los demás $1.30.

Renacimiento, Manizales, abril de 1916.

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[…] Tus palabras, Fernando, han besado mi alma. Fue en silencio, cuando, tal como lo dijiste, “las sombras principiaban a cubrir los edificios del Acrópolis”. Así vino la consolación; vino a los campos tibios del desamor; el frío fue. Que luego vuelva el fuego sacro, el corazón encienda, y viva brille la llama del amor… ¡Del mismo amor! Porque, la edad feliz no es hoy, y a los convivios no dan fin los besos… […]

La alegría del corazón muere también. No hay nuevo amor, Fernando. Amor hay sólo y sólo uno. Los poetas por eso escriben AMOR. Después viene el juguete que nos sirve de amor. Es te digo, engaño; engaño sólo. Otra cosa es la vida, vamos, breves unos momentos bajo el Sol. Y, cuando lleguemos, pues ya sabrás que no hemos empezado. La muerte, que por ser muerte, es resurrección, nos esperaba. Tras la vuelta más amable de la ruta era, y acechaba los pasos de nuestros pies, atenta, grave. Polvo en la tierra; y, en el lodo fango; vino en las vides; y en el árbol fruto. La revolución será eterna. Empezaremos otra vez… […]

“Este libro no ha sido escrito para que se lea, sino para que se comprenda”, dijo Mack Spangenberg.

[…]

Fernando: Yo he querido apartar tu sombra para ver tus pensamientos.

Xavier de Lys

El Correo Liberal, 18 de abril de 1916.

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Ya D. Fidel Cano dijo la verdad de este libro, en su prólogo. Un poco suave, un poco velada pero la dijo. Y si no yo la hubiera dicho. ¿Qué con qué autoridad? Con la que me da la libertad de prensa, y este recatón con que escribo. Y basta.

Pensamientos de un viejo, de Fernando González, es para mí un libro raro. Más raro que todos los raros de Rubén Darío. Al principio de su lectura se nota cierta extravagancia que fastidia, causa quizá de las repeticiones, el estilo parabólico, tal vez ese pesimismo exagerado y casi dañino que allí se traspira. Ese constante asecho a la alegría, a la vida toda. Ese escepticismo inmoderado, esa crueldad decepcionante para con la verdad, la absoluta ausencia de fe, y, por fin, la falta de sinceridad. Por esto, sin duda, escribe así D. Fidel:

“Por lo que toca al corazón del pobre viejo, tengo para mí que entero se halla y normalmente late y palpita. Lo oiréis, es cierto, quejarse en estas páginas de cansancio y desaliento, mostrarse falto de esperanza y fe, reacio al amor y hasta tocado de odio; pero no le creáis”.

Sí, no se puede creer en esa vejez prematura del espíritu de González, como tampoco creo en la total originalidad de su obra. Las citas tan frecuentes de Nietzsche y Schopenhauer, hacen que la lectura tenga un ligero sabor a los escritos de aquellos dos Divinos Desequilibrados, de los cuales “se contagió un poco”, lo cual lo impulsó, con funesta anticipación, “a beber en los pozos amargos en que la vejez expía y corrige las saciedades de miel de la juventud, a los cuales se llega de ordinario por sendas de espinas que empezaron en caminos de rosas”.

No hay en el libro de González un solo capítulo de aliento, que enseñe a vivir ya que de otra cosa no trata. Escrito en admirable estilo, ágil y sentencioso, se hace leer, lo que prueba que su autor es un elevado escritor. Por eso repito con D. Fidel: “De ahí mi afán de ver a Fernando lleno de fe en la vida, en la bondad, en la justicia y enamorado de lo verdadero, también con todo el ardor de un creyente. Cuando así llegue a ser, sus poderosas facultades darán toda la luz que en sí llevan, y aplicadas a fines determinados, altos o útiles, producirán obras que a más de hermosas serán benéficas y con una misma aureola nimbarán la frente del escritor y las sienes de la Patria”.

D. Juán

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Nota manuscrita por Fernando González a raíz del primer artículo escrito sobre “Pensamientos de un viejo”

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“El Sol”. En 1914, cuando comencé a publicar “Desde mi Tinglado”. Es de Julio Vives Guerra. Fue la primera vez que se habló de mí.