Boletín n.º 135
Febrero 29 de 2016
Nueva carta y horario
en El Café de Otraparte
Foto © Guillermo Angulo (1959)
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Queridos amigos:
A partir del miércoles 2 de marzo ofreceremos a nuestros visitantes una nueva carta y nuevos productos desde las 12 m. en El Café de Otraparte. Por esta razón no ofreceremos el servicio habitual mañana martes con el fin de organizar el inventario y demás detalles necesarios. Les contamos además que estamos terminando el cambio del piso de madera en la Casa Museo y que reiniciaremos la actividad cultural el primero de abril.
Los esperamos…
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de El Café de Otraparte
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Fragmento de
El Hermafrodita dormido
Los cafés
¡Qué bueno sentarse en uno de estos cafés de verano, al aire libre, en calles y plazas! Mesitas colocadas en un espacio separado por arbustos. Pedir un café y encender un cigarrillo colombiano. Pero es preciso sentarse solo o con un amigo o amiga que no hable sino de vez en cuando. No es que la soledad sea lo mejor, pues somos sociables, sino que hay poca gente digna de que por ella se cambie la soledad. Se necesita una persona cuya corriente nerviosa fluya sin vibraciones, continua e igual. Casi todos son enervantes, casi todos somos desarreglados.
Lo importante en el café es dejar ir los ojos, músculos y espíritu. Distenderse, así como el gato cuando hace el arco con su columna vertebral y estira sus patas para que el fluido le irrigue cada fibra. La lección que da el felino es la del reposo. Los italianos ignoran reposar: ojos alocados, manos inquietas, cabellera erizada, enervados, enervantes.
Yo he visto en el café a uno que miraba a su compañera como si fuera la última vez, como si la vida no le ofreciera más posibilidades; la mirada del buen parroquiano de café debe ser apasionada, pero razonable, impregnada del sentimiento de que nada urge ni es absolutamente necesario.
El que miraba a la compañera de tal manera incontrolada, era un joven de mucho pelo, pelo crespo, abundante. Indudablemente que el gran faquir Blakamán es napolitano. Aquí hay muchos peludos, pelo tupido y polvoriento, como si hubieran jugado a echarse tierra en la cabeza.
Hay otra juventud untada de gomina y que usa barbilla, imitando a Grandi, ministro de relaciones exteriores. El diez por ciento de la juventud es así y ninguno tiene mandíbula propia para llevar barbilla. Es como uno de barbilla que llevaba ayer en sus brazos a un niño, siendo así que la barba arregladita es impropia de quien lleva niños.
Ahora están bailando en el café. La muchacha saca las nalgas y adelanta el vientre como las hormigas hembras cuando salen de los hormigueros para emigrar, volando, que las otras no las dejan libres y ellas rebullen el abdomen.