Club de Lectura

Yo leo

El maestro de escuela

Coordina: Simón Tamayo
—18 de agosto de 2020—

Portada de «El maestro de escuela» de Fernando González

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La iniciativa «Yo leo» pretende suscitar el amor por la lectura y el deseo de desarrollar competencias de análisis crítico frente a situaciones de la vida real. Este espacio para «compartir lecturas» será una oportunidad para conversar y pensar en el impacto que tienen las ideas de sus autores en la cotidianidad.

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Simón Tamayo es administrador de negocios y magíster en Mercadeo de la Universidad Eafit. Actualmente se desempeña como profesor de Mercadeo en la Universidad de Medellín y está convencido del poder de la lectura como hábito transformador de la ciudad, generador de arte y difusor de ideas. La lectura es la conexión con nuestro pasado, con nuestros valores y nuestra cultura.

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El maestro de escuela

Fernando González
~ 1941 ~

Firma de Fernando González

En Viaje a pie, González recorre diversos caminos y pueblos colombianos conversando con su buen amigo Benjamín Correa. A través de las letras uno se imagina al maestro de Otraparte riendo afablemente y hablando sobre el valor de las sensaciones que nos ofrece la vida y del temor que le tenemos a la muerte, los vaivenes del amor y la conquista, la belleza de la juventud y la desgracia del envejecimiento, los desencuentros con el diablo, la importancia de pensar, la gracia de la rebeldía y el pueblo colombiano que necesita una identidad. Todo esto es dicho con ironía, en un tono jocoso y jovial, que a algunos disgustó y a muchos sorprendió. Lo mencioné con El maestro de escuela y lo confirmo con esta lectura: pienso que el autor no desentona en el retrato que hace de Colombia porque muchos de sus planteamientos permanecen vigentes.

Simón Tamayo

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Ilustración de Fernando González por Daniel Gómez Henao

Fernando González
Ilustración © Daniel Gómez Henao

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Próximas lecturas del Grupo de Lectura «Yo leo» - Septiembre - Noviembre de 2020

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El maestro de escuela

~ Prólogo ~

Por Fernando González

Puedo decir que esta es una de las obras que heredé de Manjarrés, pues yo estaba allí cuando murió, y tuve la corazonada de esculcarle los calzones y en el bolsillo de atrás hallé libretas de las que usan los carniceros para apuntar los fiados.

Podría atreverme a decir que yo era el único que estaba allí. Me parece ver la habitación, la cama y el ataúd, y revivo el instante en que logré este libro. ¡Casi se va con él! Emilia la Planchadora fue la que esculcó y yo soy el que lo extrajo.

Trata de la descomposición del yo, que es el ambiente; del fenómeno «grande hombre incomprendido»; de «la culpa»; de la psicología del matrimonio; del mecanismo de cierto género de muerte, la que padeció don Quijote; del entierro, del cementerio y de la caridad.

La obra resalta por cierta previsión: en eso de la descomposición de la personalidad del maestro de escuela Manjarrés, y en las circunstancias de su muerte y entierro, parece que hubiese asistido a mi propio fin. Me atreví a decir: «Yo era el único que estaba ahí», porque tengo la sensación nauseabunda de que el cadáver de Manjarrés era de los dos.

Me apena insistir, pero es que los personajes se confunden: parecen uno y son dos. Es la descomposición del yo. Dante asistió al fenómeno opuesto, en el octavo círculo del infierno: el uno era serpiente de seis patas, y brincó encima del otro, que tenía figura humana; con las dos garras delanteras se le pegó al pecho; con el otro par le ciñó el abdomen y, con el último, las piernas; a un mismo tiempo le introdujo la rugosa cola por la entrepierna, aplastándosela contra la región lumbar: y poco a poco los dos condenados se fueron convirtiendo en uno solo, trasmutándose en tercera las dos naturalezas. Es el fenómeno de la composición del yo, y el tema de este libro es el opuesto.

¿Puede uno haber sido enterrado y andar por la calle? ¿Cuántas veces hemos muerto? ¿Sucede el caso de asistir a su agonía y entierro, objetivarlos y poder afirmar: «Yo era el único que estaba allí»? Tales son los problemas que nos ocupan.

El valor artístico de este librito reside en las imágenes.

El mérito sociológico está en la honrada narración de la vida del maestro de escuela, «quinta categoría», sueldo de cuarenta pesos al mes.

Este libelo se divide en apartes. Los borradores dicen así, sin ponerles ni quitarles una coma.

Fuente:

González, Fernando. El maestro de escuela. Séptima edición: Medellín, Fondo Editorial Universidad Eafit / Corporación Otraparte, mayo de 2012.