Los libros que nos agradan…
Conversaciones sobre
los libros y autores
que le agradaron a
Fernando González
San Juan de la Cruz
Invitado: Felipe Restrepo David
—16 de noviembre de 2019—
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Sin darnos cuenta nos habíamos salido de Georgia e íbamos por unas calles, hacia oriente, las que al final desembocan en unas mangas que bordean un riachuelo. Es paraje solitario y silencioso, muy agradable. Y de pronto se detuvo y me dijo: «Qué bueno que hubiéramos comprado aquí, cuando la tierra estaba barata, un solar, y ahora podríamos construir un salón para venir a beber café, a conversar y a leer. Tendríamos una biblioteca con sólo los libros que nos agradan».
Citado por Félix Ángel Vallejo en
Retrato vivo de Fernando González
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San Juan de la Cruz (Juan de Yepes Álvarez; Fontiveros, España, 1542 – Úbeda, id., 1591) fue un poeta y religioso español. Nacido en el seno de una familia hidalga empobrecida, empezó a trabajar muy joven en un hospital y recibió su formación intelectual en el colegio jesuita de Medina del Campo. En 1564 comenzó a estudiar Artes y Filosofía en la Universidad de Salamanca, donde conoció en 1567 a Santa Teresa de Jesús, con quien acordó fundar dos nuevas órdenes de carmelitas. Su orden reformada de carmelitas descalzos tropezó con la abierta hostilidad de los carmelitas calzados, a pesar de lo cual logró desempeñar varios cargos. Tras enseñar en un colegio de novicios de Mancera, fundó el colegio de Alcalá de Henares. Más adelante se convirtió en el confesor del monasterio de Santa Teresa.
En 1577 prosperaron las intrigas de los carmelitas calzados y fue encarcelado en un convento de Toledo durante ocho meses. Tras fugarse, buscó refugio en Almodóvar. Pasó el resto de su vida en Andalucía, donde llegó a ser vicario provincial. En 1591 volvió a caer en desgracia y fue depuesto de todos sus cargos religiosos, por lo que se planteó emigrar a América, proyecto que frustró su prematuro óbito. Canonizado en 1726, fue proclamado Doctor de la Iglesia en 1926.
Aunque los versos que de él se conservan son escasos y no fueron publicados hasta después de su muerte, se le considera como uno de los mayores poetas españoles de la época y como el máximo exponente de la poesía mística. Se supone que durante los meses de su encierro en 1577, que pasó en completo aislamiento y sometido a crueles interrogatorios, elaboró sus llamados poemas mayores: Llama de amor viva, Cántico espiritual y Noche oscura. Lo que mejor define su poesía es su extraordinaria intensidad expresiva, gracias a la perfecta adecuación y el equilibrio de cada una de sus imágenes. A ello contribuye asimismo su tendencia a abandonar el registro discursivo y eliminar nexos neutros carentes de valor estético para buscar una yuxtaposición constante de elementos poéticos de gran plasticidad. Todo ello, unido al rigor intelectual que el propio autor destacó en sus comentarios, confiere a su poesía un singular equilibrio entre sus imágenes sensuales y el impulso ascético y sublime que la inspiró, y hace de ella una de las cumbres de la lírica renacentista en lengua castellana.
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Felipe Restrepo David es filósofo de la Universidad de Antioquia, magíster en Letras de la Universidad de São Paulo (Brasil) y doctor en Humanidades de la Universidad Eafit. Colabora para la Revista Universidad de Antioquia desde 2005. Ha publicado Voces en escena: dramaturgia antioqueña (Fondo Editorial Ateatro Revista, 2008, Beca de Investigación Teatral del Ministerio de Cultura), Conversaciones desde el escritorio: siete ensayistas colombianos del siglo xx (Fondo Editorial Universidad EAFIT, 2008, Beca de Creación Literaria en Ensayo, Alcaldía de Medellín), Michel de Montaigne: ensayos escogidos (Universidad de Antioquia, 2010), Dramaturgia antioqueña 1879-1963: antología (Editorial Eafit, 2014), El paisaje en la mirada, el valle de Aburrá en la literatura de viajeros y escritores (compilador, Editorial Eafit, 2018) y Alexander von Humboldt: homenaje (Editorial Eafit, 2019). Actualmente es editor de planta de la Editorial Eafit.
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Un existiéndose-concienzando es todo existiéndose, animal, vegetal, mineral…, y el hombre es la avanzada del existiéndose-concienzándose de la tierra.
El uso del gerundio ya es de por sí expresión de amago de vuelo fuera de lo conceptual imaginativo; un amago apenas, pero la gana de algo es ese algo en latencia. El que brega con Los Viajes, ¡pues los tiene en sucediéndose! ¡Claro!
El lenguaje humano de hoy y todas las artes de hoy son expresiones del animal medidor que somos en estas nuestras coordenadas. Para la metafísica o los Viajes aparecen necesariamente nuevas artes y lenguaje que comunican las vivencias de cada mundo. En los cielos, el lenguaje es casi la desnudez, pues allí se saben coexistiéndose; algo semejante a la telepatía y superior aún. Es comunismo en la beatitud.
Hasta hoy sólo se ha ensayado por místicos (Juan de la Cruz, Tagore, etc.) el lenguaje sugestivo o de locura lírico-mística, en que cierta música esencial tiene un algo de índice.
En todo caso, estamos en la edad del aparecimiento de medios apropiados para la convivencia (término manoseado por políticos de mala fe, imperialistas).
Se sabe que la forma es esencial; que cuando vivamos o seamos otrosmundos, ahí necesariamente estará su arte o modo de comunicar la desnudez de las vivencias.
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Noche oscura
—Fragmento—
Declaración de las canciones del modo que tiene el alma en el camino espiritual para llegar a la perfecta unión de amor con Dios, cual se puede en esta vida. Dícese también las propiedades que tiene el que ha llegado a la dicha perfección, según en las canciones se contiene.
Prólogo
En este libro se ponen primero todas las canciones que se han de declarar. Después se declara cada canción de por sí, poniendo cada una de ellas antes de su declaración, y luego se va declarando cada verso de por sí, poniéndole también al principio.
En las dos primeras canciones se declaran los efectos de las dos purgaciones espirituales de la parte sensitiva del hombre y de la espiritual. En las otras seis se declaran varios y admirables efectos de la iluminación espiritual y unión de amor con Dios.
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Canciones del alma1. En una noche oscura, 2. A oscuras y segura, 3. En la noche dichosa, 4. Aquésta me guiaba 5. ¡Oh noche que guiaste! 6. En mi pecho florido, 7. El aire de la almena, 8. Quedéme y olvidéme, |
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Comienza la declaración de las canciones que tratan del modo y manera que tiene el alma en el camino de la unión del amor con Dios, por el padre fray Juan de la Cruz.
Antes que entremos en la declaración de estas canciones, conviene saber aquí que el alma las dice estando ya en la perfección, que es la unión de amor con Dios, habiendo ya pasado por los estrechos trabajos y aprietos, mediante el ejercicio espiritual del camino estrecho de la vida eterna que dice nuestro Salvador en el Evangelio (Mt. 7, 74), por el cual camino ordinariamente pasa para llegar a esta alta y dichosa unión con Dios. El cual por ser tan estrecho y por ser tan pocos los que entran por él, como también dice el mismo Señor (Mt. 7, 14), tiene el alma por gran dicha y ventura haber pasado por él a la dicha perfección de amor, como ella lo canta en esta primera canción, llamando noche oscura con harta propiedad a este camino estrecho, como se declarará adelante en los versos de la dicha canción.
Dice, pues, el alma, gozosa de haber pasado por este angosto camino de donde tanto bien se le siguió, en esta manera:
Libro primero
En que se trata de la noche del sentido.
Canción 1.ª
En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.
Declaración
1. Cuenta el alma en esta primera canción el modo y manera que tuvo en salir, según la afición, de sí y de todas las cosas, muriendo por verdadera mortificación a todas ellas y a sí misma, para venir a vivir vida de amor dulce y sabrosa con Dios. Y dice que este salir de sí y de todas las cosas fue una noche oscura, que aquí entiende por la contemplación purgativa, como después se dirá, la cual pasivamente causa en el alma la dicha negación de sí misma y de todas las cosas.
2. Y esta salida dice ella aquí que pudo hacer con la fuerza y calor que para ello le dio el amor de su Esposo en la dicha contemplación oscura. En lo cual encarece la buena dicha que tuvo en caminar a Dios por esta noche con tan próspero suceso que ninguno de los tres enemigos, que son mundo, demonio y carne, que son los que siempre contrarían este camino, se lo pudiese impedir; por cuanto la dicha noche de contemplación purificativa hizo adormecer y amortiguar en la casa de su sensualidad todas las pasiones y apetitos según sus apetitos y movimientos contrarios. Dice, pues, el verso:
En una noche oscura.
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Capítulo 1
Pone el primer verso y comienza a tratar de las imperfecciones de los principiantes.
1. En esta noche oscura comienzan a entrar las almas cuando Dios las va sacando de estado de principiantes, que es de los que meditan en el camino espiritual, y las comienza a poner en el de los aprovechantes, que es ya el de los contemplativos, para que, pasando por aquí, lleguen al estado de los perfectos, que es el de la divina unión del alma con Dios. Por tanto, para entender y declarar mejor qué noche sea ésta por que el alma pasa, y por qué causa la pone Dios en ella, primero convendrá tocar aquí algunas propiedades de los principiantes. Lo cual, aunque será con la brevedad que pudiere, no dejará también de servir a los mismos principiantes, para que, entendiendo la flaqueza del estado que llevan, se animen y deseen que los ponga Dios en esta noche, donde se fortalece y confirma el alma en las virtudes y para los inestimables deleites del amor de Dios. Y, aunque nos detengamos un poco, no será más de lo que basta para tratar luego de esta noche oscura.
2. Es, pues, de saber que el alma, después que determinadamente se convierte a servir a Dios, ordinariamente la va Dios criando en espíritu y regalando, al modo que la amorosa madre hace al niño tierno, al cual al calor de sus pechos le calienta, y con leche sabrosa y manjar blando y dulce le cría, y en sus brazos le trae y le regala. Pero, a la medida que va creciendo, le va la madre quitando el regalo y, escondiendo el tierno amor, pone el amargo acíbar en el dulce pecho, y, abajándole de los brazos, le hace andar por su pie, porque, perdiendo las propiedades de niño, se dé a cosas más grandes y sustanciales. La amorosa madre de la gracia de Dios, luego que por nuevo calor y hervor de servir a Dios reengendra al alma, eso mismo hace con ella; porque la hace hallar dulce y sabrosa la leche espiritual sin algún trabajo suyo en todas las cosas de Dios, y en los ejercicios espirituales gran gusto, porque le da Dios aquí su pecho de amor tierno, bien así como a niño tierno (1 Pe. 2, 2-3).
3. Por tanto, su deleite halla pasarse grandes ratos en oración, y por ventura las noches enteras; sus gustos son las penitencias, sus contentos los ayunos, y sus consuelos usar de los sacramentos y comunicar en las cosas divinas; las cuales cosas, aunque con grande eficacia y porfía asisten a ellas y las usan y tratan con grande cuidado los espirituales, hablando espiritualmente, comúnmente se han muy flaca e imperfectamente en ellas. Porque, como son movidos a estas cosas y ejercicios espirituales por el consuelo y gusto que allí hallan, y, como también ellos no están habilitados por ejercicios de fuerte lucha en las virtudes, acerca de estas sus obras espirituales tienen muchas faltas e imperfecciones; porque, al fin, cada uno obra conforme al hábito de perfección que tiene; y, como éstos no han tenido lugar de adquirir los hábitos fuertes, de necesidad han de obrar como flacos niños, flacamente.
Lo cual para que más claramente se vea, y cuán faltos van estos principiantes en las virtudes acerca de lo que con el dicho gusto con facilidad obran, irémoslo notando por los siete vicios capitales, diciendo algunas de las muchas imperfecciones que en cada uno de ellos tienen, en que se verá claro cuán de niños es el obrar que éstos obran; y veráse también cuántos bienes trae consigo la noche oscura de que luego habremos de tratar, pues de todas estas imperfecciones limpia al alma y la purifica.
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