Érase una vez… en Otraparte
Lecturas en voz
alta para niños de
todas las edades
Las fábulas de La Fontaine
Coordina: Mauricio Quintero
—Julio 21 de 2019—
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Este será un espacio para leer juntos, para acercarnos a las palabras, al disfrute que ellas nos proporcionan desde siempre. Palabras que se trenzarán en poemas y cuentos para chicos y grandes, imágenes que saltarán por las ventanas hasta nuestros ojos, sensaciones de no tiempo y no lugar como en el paraíso de la infancia. Paladear los acentos, los ritmos y las desconocidas sonoridades que llevarán de la mano a nuestros niños (y a nosotros mismos) por paisajes e historias que de otro modo no habríamos soñado.
Se trata especialmente de abrir a los niños, en su experiencia cotidiana, un lugar para que no pierdan el asombro ni las preguntas, para cultivar su mirada y su sensibilidad, su percepción de la vida. Se trata de restituirles una región de la belleza y el sueño que en esta época de consumo y derroche tecnológico han empezado a perder.
La lectura y disfrutar el arte libremente será para ellos una experiencia enriquecedora que el tiempo, nuestra ciudad, nuestro país y la vida misma sabrán agradecer.
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En esta sesión recordaremos a Jean de La Fontaine y a sus personajes en el mes del nacimiento de su creador —aunque cabe aclarar que se inspiró también en relatos de otros autores— por medio de la lectura de sus fábulas y la proyección de diversos cortometrajes animados…
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El Principito
A León Werth
Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo una seria excusa: esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona mayor es capaz de comprenderlo todo, incluso los libros para niños. Tengo una tercera excusa todavía: esta persona mayor vive en Francia, donde pasa hambre y frío. Tiene, por consiguiente, una gran necesidad de ser consolada.
Si no fueran suficientes todas esas razones, quiero entonces dedicar este libro al niño que fue hace tiempo esta persona mayor. Todas las personas mayores antes han sido niños. (Pero pocas de ellas lo recuerdan). Corrijo, por consiguiente, mi dedicatoria:
A León Werth cuando era niño
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La liebre y la tortuga
Por Jean de La Fontaine
No llega más pronto quien más corre: lo que importa es partir a buena hora. Ejemplo son de esta verdad la Liebre y la Tortuga.
—Apostemos —dijo ésta— a que no llegarás tan pronto como yo a aquel mojón.
—¿Qué no llegaré tan pronto como tú? ¿Estás loca? —contestó la liebre. Tendrás que purgarte, antes de emprender la carrera.
—Loca o no loca, mantengo la apuesta.
Apostaron, pues, y pusieron junto al mojón lo apostado; saber lo que era, no importa a nuestro caso, ni tampoco quién fue juez de la contienda.
Nuestra Liebre no tenía que dar más que cuatro saltos; digo cuatro, refiriéndome a los saltos desesperados que da, cuando la siguen ya de cerca los perros, y ella los envía enhoramala, y les hace devorar el yermo y la pradera. Teniendo, pues, tiempo de sobra para pacer, para dormir y para olfatear el viento, deja a la Tortuga andar a paso de canónigo. Parte el pesado reptil, esfuérzase cuanto puede, se apresura lentamente; la Liebre desdeña una fácil victoria, tiene en poco a su contrincante, y juzga que importa a su decoro no emprender la carrera hasta la última hora. Regodéase paciendo la fresca hierba, y se entretiene, atenta a cualquier cosa, menos a la apuesta. Cuando ve que la Tortuga llega ya a la meta, parte como un rayo; pero sus bríos son ya inútiles: llega primero su rival.
—¿Qué te parece? —dícele ésta: ¿tenía o no tenía razón? ¿De qué te sirve tu agilidad? ¡Vencida por mí! ¿Qué te pasaría, si llevases, como yo, la casa a cuestas?
Fuente:
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Ilustración © Joann Sfar