Érase una vez… en Otraparte
Lecturas en voz
alta para niños de
todas las edades
Coordina: Mauricio Quintero
—Febrero 18 de 2018—
“Bird and Book”
Ilustración © Kestutis Kasparavicius
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Este será un espacio para leer juntos, para acercarnos a las palabras, al disfrute que ellas nos proporcionan desde siempre. Palabras que se trenzarán en poemas y cuentos para chicos y grandes, imágenes que saltarán por las ventanas hasta nuestros ojos, sensaciones de no tiempo y no lugar como en el paraíso de la infancia. Paladear los acentos, los ritmos y las desconocidas sonoridades que llevarán de la mano a nuestros niños (y a nosotros mismos) por paisajes e historias que de otro modo no habríamos soñado.
Se trata especialmente de abrir a los niños, en su experiencia cotidiana, un lugar para que no pierdan el asombro ni las preguntas, para cultivar su mirada y su sensibilidad, su percepción de la vida. Se trata de restituirles una región de la belleza y el sueño que en esta época de consumo y derroche tecnológico han empezado a perder.
La lectura y disfrutar el arte libremente será para ellos una experiencia enriquecedora que el tiempo, nuestra ciudad, nuestro país y la vida misma sabrán agradecer.
Para esta sesión: taller de promoción lectora “Barquito de papel” a cargo de Mauricio Quintero. Incluye: proyección del cortometraje “Los fantásticos libros voladores del señor Morris Lessmore”, narración oral (“El elefante y las hormigas”) y lecturas en voz alta de cuentos infantiles con abrazo colectivo y origami.
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El Principito
A León Werth
Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo una seria excusa: esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona mayor es capaz de comprenderlo todo, incluso los libros para niños. Tengo una tercera excusa todavía: esta persona mayor vive en Francia, donde pasa hambre y frío. Tiene, por consiguiente, una gran necesidad de ser consolada.
Si no fueran suficientes todas esas razones, quiero entonces dedicar este libro al niño que fue hace tiempo esta persona mayor. Todas las personas mayores antes han sido niños. (Pero pocas de ellas lo recuerdan). Corrijo, por consiguiente, mi dedicatoria:
A León Werth cuando era niño
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Actividad en el marco del proyecto “Leer es mi cuento” de la Red Nacional de Talleres de Escritura Creativa —Relata— del Ministerio de Cultura.
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El príncipe y la cebolla
Por César Manuel Cuervo
Cuando los príncipes aún libraban doncellas atrapadas en castillos, y las brujas vivían en los bosques y tenían mucho poder, existió un reino lejano, cuyo príncipe quería encontrar el amor, tener muchos hijos y volverse un rey justo.
Con el paso de los años, el príncipe se convirtió en un apuesto joven, y cierta mañana decidió partir en busca de una princesa en apuros, para rescatarla y brindarle su amor por siempre. Tras haber cabalgado durante un tiempo, se dio cuenta de que había llegado al fin del mundo, donde no alcanzaban los colores del arcoíris ni llegaba el agua de la lluvia.
Un hada que andaba de paso quiso ayudar al príncipe: se trataba del Hada Distraída, y le prometió que al regresar a su reino encontraría al gran amor de su vida, sentada junto al trono esperando su llegada. El príncipe volvió sobre sus pasos a toda velocidad, pero al llegar al castillo descubrió que le esperaba una cebolla gigante.
Sin más remedio, el príncipe se casó con la cebolla, y en las noches se acostumbró a soportar su olor tan horrible. Con el paso de los años, la cebolla aprendió a hablar, a recitar poemas y a cantar hermosas melodías, y el príncipe comenzó a sentirse a gusto con su esposa, quien le hacía reír y le preparaba sopas exquisitas con su propia piel.
Un buen día, el Hada Distraída se apareció en el reino, disculpándose con el príncipe por su terrible confusión, pues había equivocado sus conjuros y debía devolver la cebolla a su dueño y en cambio ofrecerle la hermosa princesa que siempre había querido. Sin embargo, el príncipe se negó rotundamente, pues había encontrado el amor junto a su querida cebolla.
Y así, amigos, es que no debemos dejar de creer en los imposibles, y mucho menos en un sentimiento tan poderoso como el amor.
Fuente:
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“Literacy”
Ilustración © Karleigh Marceron