Con su Música a Otraparte
Rafael Hernández
—29 de octubre de 2010—
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Canciones de
Rafael Hernández
en discos de 78 r.p.m.
El Café de Otraparte
Entrada Libre
Coordina:
Hugo Álvarez Restrepo
Si Miguel Ángel sólo hubiera esculpido su David, si Leonardo sólo hubiera pintado La Gioconda, si Beethoven sólo hubiera compuesto la Quinta Sinfonía, cada obra hubiera sido suficiente para inmortalizarlos.
Y en el campo de la música, que no sé a quién se le ocurrió llamarla “popular”, para Rafael Hernández, ese autor y compositor puertorriqueño genial, hubiera sido suficiente con ser el padre de “Enamorado de ti” para haberse inmortalizado.
Y a ésta podríamos agregar “Desvelo de amor”, “Lamento borincano” y muchas más, entre ellas “Campanitas de cristal”, sobre la cual dijo Agustín Lara, “El Flaco de Oro”, que era la canción más bella que conocía.
Éstas y otras obras del Maestro Rafael Hernández se podrán escuchar este próximo viernes en El Café de Otraparte en impecables discos de 78 r.p.m., cuyo exquisito sonido no ha sido posible superar.
¡Acompáñenos!
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Hugo Álvarez Restrepo se inició en la poesía en Sonsón, Antioquia, su pueblo natal. Su vida ha girado en torno a la arquitectura (su profesión), la fotografía (ganador de varios premios nacionales), la música (como autor de varias canciones y coleccionista miembro de la Corporación Daniel Uribe), la madera (ex director de Cemade, Centro de la Madera), el ejército (oficial activo de la Reserva Especial y Cónsul en Medellín) y la poesía (su gran amor, en sus especialidades del soneto y la décima).
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Rafael Hernández Marín
(1892 – 1965)
Figura cimera de la música popular puertorriqueña durante el siglo XX, la obra de Rafael Hernández trasciende la prueba del tiempo y de las generaciones.
Nacido en el pueblo de Aguadilla, a los 12 años inició sus estudios musicales con los profesores José Ruellán Lequerica y Jesús Figueroa. Perfeccionando su técnica en el campo artístico aprendió a tocar instrumentos tan diversos como el cornetín, el violín, el trombón, el bombardino, la guitarra y el piano. En su adolescencia se trasladó a vivir al sector de Puerta de Tierra, en San Juan, y tocó con la Orquesta Municipal bajo la dirección de Manuel Tizol.
En 1912 compuso su primera canción, la danza “María y Victoria”, pero al llegar la Primera Guerra Mundial el joven Rafael tuvo que servir en las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. Integrado a la vida militar tocó en la Banda de Música del Ejército. Al licenciarse, se radicó en Nueva York, donde conoció en la bohemia de la época figuras como Luis Muñoz Marín, Luis Llorens Torres, Luis Palés Matos y Pedro Flores.
Un contrato lo llevó a Cuba para dirigir la orquesta del Teatro Fausto de La Habana. Luego de cuatro años en la Antilla Mayor, regresó a la Gran Manzana donde organizó el Trío Borinquen. Luego de un breve periodo de éxitos, en el que se destacaron temas de su autoría como “Siciliana”, “Me la pagarás” y “Menéalo”, el Trío Borinquen se disolvió y Rafael fundó una nueva agrupación. El proyecto, llamado originalmente Grupo Hernández, cambió su nombre por el de Conjunto Victoria. Y con él tuvo uno de los periodos más importantes de su ascendente carrera.
Entrada la década de 1940, Rafael Hernández viajó a México a cumplir un contrato de tres meses. Pero su estadía en la tierra de Benito Juárez se extendió por espacio de 16 años, casándose entonces allí. En este país, que siempre definió como su segunda patria, cursó estudios avanzados en el Conservatorio Nacional de Música, obteniendo el grado de Maestro de Armonía, Composición, Contrapunto y Fuga.
Regresó a Puerto Rico en el 1953, y luego de varias exitosas giras a distintos pueblos de la isla trabajó como consultor musical en la naciente estación estatal WIPR. Entre 1956 y 1959 se desempeñó como Presidente Honorario de la Asociación de Compositores y Autores de Puerto Rico. Comprometido con las causas cívicas, fundó junto a otros líderes “Pequeñas Ligas”, una organización de béisbol para niños. El 11 de diciembre de 1965 falleció después de una prolongada lucha contra el cáncer.
Su legado artístico abarca prácticamente todos los géneros musicales en más de 3,000 composiciones, entre las que se destacan “Lamento borincano”, “Silencio”, “Ausencia”, “Campanitas de cristal”, “Preciosa” y “El cumbanchero”, la nana convertida en rumba. También compuso el corrido mexicano “Qué chula es Puebla”, considerado como himno regional de ese estado mexicano. El tema “Linda Quisqueya” es apreciado por algunos dominicanos como el segundo himno de su patria.
La obra musical de Rafael Hernández constituye un legado de incalculable valor en el pentagrama de la música puertorriqueña e hispanoamericana. Su vida nos ha quedado como ejemplo imperecedero de sensibilidad, constancia y superación. Y como prueba de su trascendencia en el pentagrama, en las postrimerías del siglo XX sus canciones han sido incluidas en los repertorios de algunos intérpretes contemporáneos de la salsa, el rap, el reggae, el ska y el rock.
Fuente:
Adaptación del texto publicado en Prpop.org.
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Lamento borincano
(En la voz de Víctor Jara)
Sale loco de contento Y alegre, el jibarito va Pasa la mañana entera Y triste el jibarito va |
Letra y música de Rafael Hernández