Concierto de Navidad
Villancicos en Otraparte
Teatro Matacandelas
—Diciembre 18 de 2016—
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Los más tradicionales villancicos con arreglos del maestro Jaime Chaves y la orquestación del Teatro Matacandelas, con sabor a jazz, salsa, cumbia y joropo, acompañados por los Tres Reyes Magos que interactúan con el público. El recital promueve el juego y la participación con dos presentadores comediantes.
Matacandelas ofrece un espectáculo navideño lleno de luz, color, alegría y mucho humor, que al combinar la música decembrina y el teatro se convierte en una excelente opción para celebrar la mejor de las épocas: la Navidad.
Cristóbal Peláez González, director de la Asociación Colectivo Teatral Matacandelas, fue seleccionado en 2009 como el mejor director de montaje teatral en Colombia por su obra “Fernando González – Velada Metafísica”. Este premio fue otorgado por el Ministerio de Cultura por medio del Portafolio de Convocatorias del Programa de Becas y Estímulos.
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Concierto de Navidad en el marco de la socialización del proyecto Parque Cultural Otraparte. Invitan: Municipio de Envigado / Corporación Otraparte.
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CreaciónY primero era el agua: ¡Amanecer del mundo, Era primero el agua. Dulce María Loinaz |
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El padre Ripol es hoy el Niño de Belén, el manejador de los pañales del niño, que son la hostia y el vino, el buey y la mula, la paja y el establo y tres magos de Oriente inclinados ante el Niño, o sea, la India, Caldea y Persia adorando al que siempre buscaron y que encontraron por una Estrella que los guió y que es el Niño de antes, de ayer y de hoy y de después y de siempre jamás, la eterna niñez… La Juventud perpetua que siempre ha estado naciendo en el pesebre de la verdad… Y ¿qué es la verdad? Es la puerta sin alas; es el orgullo de ser pesebre del Niño y bailar y cantar ante él, como el rey David, descalzo ante el Arca… “Y Michol, su mujer, la hija de Saúl, hizo burla de él desde el balcón, porque iba descalzo y saltarín, ‘ebrio’ como los pequeños…”. La verdad es confesarse, abrirse como puerta sin alas, como pañales del Divino Niño, que en ellos se quedó, proporcionándose a nosotros, para que nos nutriéramos de él, de Juventud Eterna…
¡Entro al Dios que alegra mi juventud!
Las cartas de Ripol
(1963 – 1964)
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