Con su Música a Otraparte
Aire de Tango
—Febrero 29 de 2008—
Con Adelaida y Johnny, campeones en el I Festival Internacional de Tango Medellín 2007.
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El viernes 29 de febrero los bailarines y artistas que conforman el elenco del musical “Aire de Tango” se tomarán la Casa Museo Otraparte y sus distintos espacios de maneras inesperadas, dándole a este mágico lugar un encantador Aire de Tango. La compañía Aire de Tango celebra los primeros cinco años del musical con una gira por España, donde ha sido invitado a tres festivales internacionales de tango: Granada (vigésima versión), Almería y Jaén. La presentación en Otraparte será pues el abrebocas para esta gira con que se dará inicio a la conmemoración de los diez años de la muerte de Manuel Mejía Vallejo (1923 – 1998). Además, la novela “Aire de Tango” cumple 35 años de haber sido premiada y publicada.
Con el fin de hacer inolvidable este año, la Fundación Manuel Mejía Vallejo y muchas otras entidades actualmente planean una amplia programación que se dará a conocer en marzo, y que traerá numerosas y buenas noticias en sintonía con la actitud vital de Manuel Mejía Vallejo: no sólo conmemoraremos sino que volveremos este año una celebración a la vida.
Los invitamos a disfrutar de esta noche que sólo se repite cada cuatro años: 29 de febrero. Un perfecto inicio para un año inolvidable de 366 días. El aporte es voluntario y será destinado para los artistas que viajarán a España a representarnos.
Los esperamos…
María José Mejía Echeverría
Directora Ejecutiva
Fundación Manuel Mejía Vallejo
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Manuel Mejía Vallejo
Escritor y periodista colombiano nacido en Jericó, Antioquia, en 1923. Colaborador del periódico El Sol y creador del grupo La Tertulia con Gonzalo Restrepo Jaramillo y Jaime Sanín, se exilió durante 9 años (1948 – 1957) en Venezuela, Guatemala, Honduras y El Salvador, países donde ejerció como periodista. Publicó las novelas La tierra éramos nosotros (1945), Al pie de la ciudad (1958), El día señalado (1964, premio Nadal), Aire de tango (1973), Las muertes ajenas (1979, mención especial del Premio Casa de las Américas), Tarde de verano (1981), Y el mundo sigue andando (1984), La sombra de tu paso (1987), La casa de las dos palmas (1988) y Los abuelos de cara blanca (1991); los cuentos “Tiempo de sequía” (1957), “Cielo cerrado” (1963), “Cuentos de zona tórrida” (1967), “Las noches de la vigilia” (1975), “Otras historias de Balandú” (1990), “Sombras contra el muro” (1993) y “La venganza y otros relatos” (1995); y los libros de poesía Prácticas para el olvido (1977), El viento lo dijo (1981), Memoria del olvido (1990) y Soledumbres (1990). Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional de Colombia, su obra ha contribuido de una manera decisiva a acrecentar el patrimonio literario, tanto de Antioquia, como de Colombia y de Latinoamérica, con sus valiosos aportes como novelista, cuentista, poeta, crítico, ensayista, prologuista, editor, profesor, periodista, conferencista y promotor de certámenes literarios.
En 1944 ingresó al Instituto de Bellas Artes de Medellín a cursar escultura y dibujo, pero pronto abandonó tales estudios para atender su vocación de escritor y periodista comprometido, oficio que lo conduciría a múltiples peripecias: en 1947 fue nombrado presidente de la Casa de la Cultura de Medellín y tras los sucesos del 9 de abril de 1948 fue despedido “por perturbar el orden público”. Al siguiente año encontró plaza de profesor de literatura en el Liceo de la Universidad de Antioquia, la que tuvo que abandonar por problemas políticos. Bajo los seudónimos de Naután y Candil redactó textos para el periódico Panorama de Occidente, de Maracaibo, Venezuela. En 1952 fue obligado a salir de ese país por sus editoriales contra el dictador Marcos Pérez Jiménez. Al año siguiente se trasladó a Guatemala, donde entabló amistad con Miguel Ángel Asturias, pero de dicho país también fue expulsado. Luego vinieron Honduras, El Salvador y más viajes caracterizados por la persecución política y una intensa producción literaria que abriría las posibilidades de nuestra lengua. El premio Rómulo Gallegos le fue otorgado en 1989 por su novela La casa de las dos palmas, ahora un clásico de las letras latinoamericanas. Murió en El Retiro, Antioquia, en 1998. © Epdlp / Santillana
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El Espectador
Febrero 17 de 1964
Con Fernando González aprendimos a ver el gallo, el gato, el perro, el árbol, un niño, un crepúsculo, con ojos recién inaugurados. Él nos enseñó esta honrada tarea de mirar cómo el mundo se crea cada día y renace en la pupila clara. Él insinuó que el amor no era una palabra: era un impulso sostenido, un nombre propio, una altura, una caída; nos mostró la posibilidad de un camino cuando todos los caminos parecían errados. Él nos dijo la precaria y agobiada verdad del hombre.
Manuel Mejía Vallejo