Presentación

Viceversa

—Agosto 16 de 2018—

“Viceversa” de Carlos “Gato” Martínez

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Carlos “Gato” Martínez (Bogotá, 1979) realizó estudios en música y se especializó en Pedagogía y Ciencias de la Educación. Ha participado en proyectos relacionados con la defensa de los derechos humanos y la justicia social y se ha desempeñado como promotor de lectura en la Red de Bibliotecas de Bogotá, el programa distrital de lectura “Libro al viento” y en otros proyectos de animación a la lectura. Es socio-fundador de la revista “Surgente: letras informales”, y ha publicado los poemarios “Rumores de músicas lejanas” (primer premio Bogotá: un libro abierto, 2011), “Confabulaciones” (2014), el libro de cuentos “Viceversa” (2016) y la novela “El amor es bailar”, finalista en el Concurso Nacional de Crónica y Testimonio de la Universidad Central de Colombia (2017). Fue incluido en la antología “Bogotá cuenta: entre calles y letras” (2018) del Instituto Distrital de las Artes – Idartes. Ha participado en diversos festivales literarios.

Editorial Jaiku

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Carlos “Gato” Martínez es un cronista de su tiempo. Un escritor convencido de la importancia de las letras en la transformación del mundo injusto y turbulento que le tocó en suerte. Se declara devoto de las únicas religiones que le son verosímiles: las letras y la música. Asume la escritura como un acto de resistencia contra la frivolidad de la cultura, la melancolía de su generación y contra sí mismo.

El autor

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Carlos “Gato” Martínez

Carlos “Gato” Martínez

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Tres textos cortos de
Carlos “Gato” Martínez

Áspid

Puedes deslumbrarte en el esplendor de la serpiente, advertir la embriaguez en sus matices, contemplar el milagro de su itinerario ondulante, encontrarla dulce al tacto, vaporosa entre las manos. Puedes incluso descubrir ternura en lo profundo de sus ojos, amar la vida en su largo, largo misterio. Pero invariablemente, un día, te recordará en un súbito salto que su esencia es el veneno.

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Lecciones de Astronomía

Esa tarde el profesor nos explicó, qué sé yo, si en nombre del rigor científico, de las verdades irrefutables, en calidad de nuncio o heraldo de la desesperanza, que no hay poesía en los astros, que los meteoritos no son estrellas, que no van en fuga ni conceden deseos. Que las nebulosas no son la casa final de las almas, como erradamente creyeron los que fueron antes, y que una estrella no es más que un simple cúmulo de gas ardiendo su materia hasta extinguirse. Sin saberlo, esa tarde distante ya en la memoria, el profesor a su pesar nos obsequió otra cosa. Desde entonces, no se sucede una noche abierta en la que al contemplar el cielo no piense en las estrellas como inmensas fogatas ardiendo su agonía allende las distancias, allá, donde solo la imaginación sabe. Profesor, sin querer usted nos regaló la poesía.

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El blues

Apágame la luna, cigarra, que te ve voy a hablar de blues, de la diáspora negra a través de la noche oscura, de la tragedia del desarraigo, del cantar del alma intacta en un cuerpo roto, de la ausencia y la desolación de la tierra primera, de las sentencias del olvido, del corazón expulsado por la garganta a bocanadas de furia y whisky malo, del fuego secreto que arde en doce compases dominantes. De un dolor antiguo que no cesa, del insoportable peso del hierro, de los cantos fantasmas en las viejas haciendas, de la amargura del azúcar, del silbar del machete en la zafra, de la sangre sobre los blancos copos del algodón, de la canícula y el polvo. Del lamento de las armónicas que llaman desde la tercera orilla del río, del tormento hecho elegía, de las palabras a contratiempo como un mantra, de un hijo del África mal alumbrado en trillos recónditos y encrucijadas por donde nunca pasa nadie, de la dignidad diseminada sobre la hierba seca como un incendio, de los dioses errantes, de territorios sagrados y espacios mágicos velados tras el humo, del cielo tras el cielo, de esa patria oculta en el intervalo de silencio que existe entre un acorde y un compás, de los viajes a la raíz, de la música somnolienta y cansada de los trenes de carga, del melancólico morir del sol en la tarde, de la poesía brutal de los barrios bajos, del amor perdido entre oscuros callejones, de las mixturas y las deudas de la mala historia, de la reputación pendiente, del vértigo y la canción de los olvidados, de muertos alumbrando los caminos, de la nostalgia en su estado más puro, del azaroso placer de reír llorando. Apágame la luna, cigarra, que te voy a hablar de blues.

Fuente:

Martínez, Carlos “Gato”. Viceversa. Editorial Jaiku, Manizales, 2016.