Presentación n.º 8
Revista Innombrable
Pesadillas: espejos del sueño
—Junio 28 de 2018—
Portada: “finistres” © Diana Gutiérrez
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La Revista Innombrable es un proyecto artístico y cultural en el que convergen la poesía, el cuento, el ensayo y el microrrelato con disciplinas como la fotografía y la ilustración. Surgió en 2008 como una iniciativa juvenil para generar un espacio alternativo de difusión poética en la ciudad, una publicación para la participación por medio del arte. La revista cuenta con nueve números, disponibles en nuestro blog. El lanzamiento de la número 8, titulada “Pesadillas: espejos del sueño”, será una velada polipoética con algunos de los poetas que participan en ella. Igualmente contaremos con la participación de la agrupación musical Raíz Jazz Dúo, que nos acompañará con toda la atmósfera onírica propia de la edición.
Raíz es una agrupación en formato dúo de jazz fusión. Sus influencias están enmarcadas principalmente en el vocal jazz de mediados del siglo xx, expandido a géneros musicales más recientes como el soul, el funk y la música andina colombiana. Le ofrecen al público composiciones propias así como versiones libres de grandes clásicos. Está integrada por la cantante Manuela Valencia y el guitarrista Andrés Durán, ambos músicos de trayectoria en la escena musical jazzista de la ciudad de Medellín.
Presentación de la revista y de los poetas invitados a cargo de Ana María Bustamante y Daniel Acevedo.
Facebook.com/RevistaInnombrable
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La soñante dice: un sueño del salvajes donde las pesadillas son reales. La frente sudorosa, los ojos dilatados, la boca seca, las extremidades rígidas, y la conciencia aguda, inmóvil, impotente, y los salvajes invadiendo sus sueños, ellos, los reales, aquellos inmortales que siempre vienen acompañados del conflicto.
Una mesa circular, una comida sin servirse, alrededor, los no-invitados, los venidos, los llegados, de esas partes, de las cartas, del espejo, de sus ojos, aquel pozo profundo, metáfora absurda y limitante, opuesta a la antigua caverna, aquella, la del conflicto, la que los poetas mantuvieron clausurada durante la revuelta.
Guiado por ella, la desconocida, con las cartas y el espejo, con los miembros amputados, cruel mensaje, transitorio e ineficaz, para aquellos que aún tienen la esperanza de su sueño, poema irresuelto, devorado por osos y dragones, al menos por la fantasía, esperanza de la ensoñación, sentido mínimo de la nada.
La soñante dice: un sueño del salvajes donde las pesadillas son reales. Un viejo maestro, en la niebla, en la nube distante, con el ángulo correcto, el del no-cuerpo, errante, en el no-pensamiento, recibiendo la carta de la mujer desconocida, espejo del combate, pesadilla de salvajes, donde los sueños son reales.
Mauricio Arcila Arango
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Fotoarte © Katherine Espinosa
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Seis poemas
Perder—Daniela Cañaveral—No fui yo la que perdió No fui yo la que extravió la piel No fui yo la que perdió la mirada en el viento dulce. Perdiste tú el pequeño sol que poseías cada día * * * Contenido oculto—Camilo Restrepo—Cesa la oscuridad La sangre abandona su estado de quietud Algo inexpresable Hojas que se descomponen * * * El amor que tanto deseas—Carlos Alcázares—El amor que tanto deseas Las manos de hierba Los pasos que sigues A la cabeza de viento Cuando el amor se consuma Y tu novia es el paisaje |
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Nosferatus
(Pequeña fantasía nocturna)
—Pedro Arturo Estrada—
Abres los ojos y ya no puedes moverte: el claro de luna te envuelve como a una estatua griega, pero el camisón transparenta la forma viva, palpitante de tu cuerpo que me llama, que siempre me ha llamado y deseado en secreto. Miras fascinada a través de mí la noche de Londres, gélida y neblinosa.
Sabes que desde el fondo de los siglos esperé por ti, y el momento ha llegado: tomo posesión de tu mente, tomo posesión de tus ojos, tomo posesión de tu boca, tomo posesión de tus senos, tomo posesión de tu cuello y tu sangre que fluye lentamente entre mis labios cenicientos…
Hacia el amanecer te dejo, tendida como una rosa blanca sobre edredones negros. Y regreso a mis soledades de pequeño, rutinario oficinista diurno.
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Fotometría
—Amapola—
Como los pasos, he desaparecido y reaparecido en las horas inconclusas del amanecer.
El brillo del alba ha penetrado fuertemente en mis ojos, y el color rosa del cielo se ha puesto sobre mis mejillas chatas. El silencio de las horas tristes se ha incrustado en mi sonrisa y ha doblegado el camino lineo-recto del aire, llevándolo hacia mis caderas, donde baila con el fulgor de instantáneas descargas de luz.
Millones de Quasars han chisporroteado desde mi ventana y han roto con dureza sus cristales. La energía galáctica ha robado mi humanidad, he viajado en milésimas de segundo por quinientos planetas extrasolares, las estrellas con gratitud responden ante mi visita. El campo burbujeante de partículas subatómicas ha destrozado en tres trozos mi cráneo, mi lóbulo frontal se desliza en movimientos zigzagueantes hacía la nebulosa Rosseta, y su esplendor ha devorado lentamente toda mi materia gris.
Mi mente es carcomida por neutrinos, y en el profundo silencio del universo mi alma yace danzando, tres pasos fríos entre Saturno y Urano.
La marea me ha clavado en el Sol, y mis fragmentos de uñas han resplandecido más fuerte que cualquier astro, he desaparecido, ya lo soy todo.
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Tumba
—Diana Carolina Gutiérrez—
“¿Por qué tratar de embellecer la eternidad adornándola con paraísos imaginarios? La nada eterna sería la única soportable si pudiera existir. […] Nosotros vivimos ya en nuestra tumba”. —Mauricio Maeterlinck
Sueño con sensaciones y no con imágenes. Siento el instante como una corriente de energía oval que se distiende por un segundo entre rojizos destellos y luego se extingue. A esta extinción le sigue un nuevo instante, también fugaz. Es extraño, pero cuando sueño, cierro los ojos (en el sueño) y escucho el silencio, que no es sonido alguno, sino sentir. El silencio, en mi sueño, se alcanza aguzando los sentidos oníricos, como si llevaras dentro un río calmo sobre el que navega la memoria del mundo.
De pronto, me veo en un río, no, no un río, en una barca conducida por un anciano que parece ser Caronte, y que mira de fijo a un horizonte muy lejano. No me asusto, sigo su mirada tan solo…
—Falsa pretensión de eternidad— me digo…—. Nada perdura, ni la carne, ni la pasión, ni el espíritu.
Súbitamente bajo la mirada hacia mi anatomía y siento que es momento de cavar mi propia tumba, aun cuando ya estoy en huesos, toda la carne ha sido consumida por gusanos y desconozco mi destino.
Muerte: Se cierra la boca y se abre un grito. Soy vacío y la noche lo sabe, quizá por eso me abraza, noche, hazte eterna ¡Pero lúcida!
Soy mi propia muerte y no la lloro, la adoro.