Presentación
Colección Rescates
—Agosto 3 de 2006—
Fondo Editorial Universidad Eafit
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La colección Rescates pretende recuperar textos inéditos o libros que por alguna circunstancia dejaron de circular, no se imprimieron, o se volvieron imposibles de encontrar. En el mercado editorial los libros se han vuelto efímeros, con una vida útil de muy pocos meses. La cultura lenta, literaria o filosófica se merece una segunda oportunidad. Estos rescates quieren proponerles a los lectores novedades viejas, por así decirlo, que por algún motivo pasaron inadvertidas en su momento.
Presentaciones:
Colección Rescates
Héctor Abad Faciolince
El payaso interior
Ernesto Ochoa Moreno
Cuaderno de materia prima
Nicolás Naranjo
Cartas a Aguirre
Aurita López
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El payaso interior
(1916)
Fernando González
El payaso interior es un texto inédito de Fernando González, rescatado de una de sus primeras libretas manuscritas. Según se desprende de las referencias que en él se leen, hacía parte de un libro que estaba escribiendo en 1916, año en que fue publicada su primera obra, Pensamientos de un viejo, salida de las prensas en abril, cuando el autor estaba a punto de cumplir 21 años. El payaso interior hay que leerlo pues en el contexto de Pensamientos de un viejo. Comparte su estilo, el estado anímico del escritor, su posición inicial frente a la vida, frente a todo. Se trasvasan de un texto al otro algunos heterónimos o alteregos primigenios del escritor —técnica que va a ser una constante en el estilo literario de Fernando González— como es el caso de Juan Matías y su interlocutor, Juan de Dios. No tiene El payaso interior la redondez de Pensamientos de un viejo, pero ahí está, atormentado y balbuciente, iluminado por su precoz lucidez, buscador desde entonces de la verdad y la autenticidad, pugnaz y al mismo tiempo enternecido por su propia angustia, el filósofo de Otraparte.
Cuando tenemos algún dolor y ponemos toda la atención en él, parece que se aumentara. Podríamos hacer una experiencia sencillísima. Pensad en que vuestro calzado os está maltratando una uña, y veréis como al fin se hace insoportable el zapato.
Por el contrario, cuando tenemos algún dolor y al mismo tiempo nos viene una fuerte preocupación, parece que el dolor se calmara. Es, pues, muy posible olvidar un dolor de muelas. Pero ¿deja por eso de estar irritado el nervio? De la misma manera pasa con el alma. Ella siempre trabaja y elabora sus visiones; si nos ponemos atentos a ese trabajo nos daremos cuenta de él, y si huimos de la meditación nada sabremos. Pero de todos modos el espíritu trabaja siempre.
Fernando González
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Cuaderno de
materia prima
(1890)
Efe Gómez
El cuentista e ingeniero Efe Gómez llevaba consigo libretas de apuntes en sus correrías mineras. Por lo general eran libretas de apuntes de la Papelería Nacional que cabían en el bolsillo de una camisa de adulto o en las alforjas. Este tomo se hizo con la transcripción de una libreta completa y de extractos de otras, como poemas e ilustraciones, o de publicaciones de hace más de sesenta y siete años.
La libreta entera es la que el escritor mismo llamó Cuaderno de materia prima. —F. de P. Gómez 1890— Book in order to write my nonsenses. Este título es propio de un minero y escritor, que toma sus primeros ensayos como una “materia prima” de su quehacer escritural. La parte del título en inglés puede traducirse así: Libro destinado a escribir mis sinsentidos. Es la libreta más antigua que se ha encontrado. El material empieza desde lo que podría llamarse la contraportada… Los escritos están fechados de 1887 a 1892, o sea que Efe Gómez tenía entre 17 y 23 años al escribirlos.
Se recogen en este libro los apuntes de una libreta juvenil, la cual contiene anotaciones autobiográficas, páginas de diarios y borradores de poemas completos o inconclusos.
¡Qué corta ha sido mi juventud! Apenas tengo veinte años y ya me es forzoso decirle adiós a todo lo que la constituye. Mi vida como un navío averiado, sí puede navegar sobre las aguas mansas de abrigada cala. Oh vosotros los que podéis aventuraros en las ondas agitadas del mar del vivir. ¡Y cuánto os envidio! Fiebre del deseo, orgías de la carne, saciedad, si amarga, con dejos de delicia: ¡adiós! En cambio me queda el espíritu, el suave calor de los afectos templados. Y además la diferencia no es sino de unos pocos años. De aquí no ha mucho os aguardo en esta bahía a que me contéis vuestros desengaños. Y una bella mañana en tanto que el viento hincha las velas de cien naves que parten alegres, llenas de juventud, nosotros nos iremos yendo a pique sin formar más que un imperceptible, silencioso remanso. ¡Y el sol seguirá luciendo!
Efe Gómez
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Cartas a Aguirre
(1953 – 1965)
Gonzalo Arango
A principios de la década del cincuenta, con menos de veinte años, Gonzalo Arango llegó de Andes a Medellín. En su nueva ciudad encontró un amigo en el sentido más pleno de la palabra: Alberto Aguirre. Éste lo animó a escribir, le dio un empleo, le financió unos pocos gustos privados y le regaló plata. Al comienzo de este libro hay unas pocas notas que el joven poeta le escribía a Aguirre y le tiraba por debajo de la puerta.
Luego, hacia el año 57, Gonzalo Arango se trasladó a Cali, donde empezó a pensar en ese movimiento que se llamaría el Nadaísmo. En las adoloridas cartas que escribe desde el Valle se puede intuir cuál fue la situación vital y mental en que Gonzalo Arango tuvo la idea del primer Manifiesto. Aguirre, en sus cartas de respuesta (hoy desaparecidas), le ayuda a no desfallecer. Después los dos amigos se distancian, pero las cartas siguen, menos frecuentes, hasta mediados del sesenta.
Estamos ante una correspondencia franca, llena de confidencias, auténtica. Algunas páginas son conmovedoras, otras muy duras con su corresponsal, incluso injustas. En ellas se transparenta un extraordinario ser humano, ansioso por tener una vida y una obra dignas. Como documento de uno de los movimientos literarios más conocidos del siglo XX colombiano, y de uno de sus más controvertidos representantes, estas cartas personales resultan invaluables.
Gonzalo Arango
Poeta, ensayista y periodista colombiano nacido en Andes, Antioquia, en 1931, y fallecido en un accidente automovilístico en 1976. Su nombre está asociado con la fundación de uno de los movimientos culturales y poéticos más importantes de la literatura colombiana del siglo XX: el Nadaísmo. Entre los escritores nadaístas se cuentan Jaime Jaramillo Escobar (X-504), Amílkar Osorio, Eduardo Escobar, Jotamario Arbeláez y Elmo Valencia. Arango trabajó como periodista en El Espectador y en la revista Cromos. Entre sus libros publicados se destacan: Manifiesto nadaísta (1958), La consagración de la nada (1964), Prosas para leer en la silla eléctrica (1965), Providencia (1972) y Obra Negra (1974). Póstumamente se han publicado otros libros que reimprimen o recogen partes inéditas de su obra, tales como Reportajes (1993) y Teatro (2001). —Ver Gonzaloarango.com
Alberto Aguirre
Editor, abogado, librero, fotógrafo, traductor, crítico de cine y ensayista colombiano nacido en Girardota, Antioquia, en 1926. Aguirre Editor, su sello editorial, publicó obras tan importantes como la primera edición de El coronel no tiene quien le escriba (1961) de Gabriel García Márquez, el Libro de los viajes o de las presencias (1959) de Fernando González, las Obras Completas (1960) de León de Greiff y Marea de ratas (1960) de Arturo Echeverri Mejía. Alrededor de la Librería Aguirre (1959-1997) se formó toda una generación de escritores e intelectuales antioqueños entre los que podemos mencionar a Manuel Mejía Vallejo, Carlos Castro Saavedra, Mario Rivero y Fernando Vallejo. El grupo de los nadaístas se reunía también allí. La gran formación intelectual de Aguirre, su inmensa cultura literaria, unidas a su calidad humana y a su conciencia moral, han sido un apoyo discreto pero indispensable para numerosos escritores colombianos.
Mi camarada y editor Alberto:
Te saludo muy cordialmente y te deseo que tus asuntos sigan con tanto éxito como hasta hoy. Sin duda que tus labores por estimular el nacimiento y desarrollo de una auténtica cultura en Medellín, el hecho a la larga tendrá una importancia nacional. No es exagerado decirte que yo pienso y escribo con la única esperanza de que tú seas el editor, este sentimiento se va a generalizar en todos los intelectuales de mi generación, silenciados por serias y casi invencibles dificultades para publicar.
Tus gestiones en Bogotá fueron muy eficaces, pues toda persona con quien hablo está a la espera de la aparición del “Libro de los viajes o de las presencias”. La reaparición del Maestro en la literatura será el acontecimiento de este año, y lo mejor es que ya se podrá registrar a través de la crítica de ciertos órganos escritos el valor de la obra. Toda la gente nueva de este país admira y quiere al maestro González, y ve en sus obras el único testimonio humano y colombiano que merece ser estudiado y seguido.
Yo estoy escribiendo y terminando una nueva y difícil obra de teatro, que posiblemente se llamará: “Adorno marca una hora en el reloj”. Hablaré allí de la libertad como “presencia y camino”, no como valor metafísico y abstracto. Criticaré la organización social capitalista a través de un banquero, de un ladrón de alcancía parroquial; criticaré y ridiculizaré el fanatismo comunista en la persona de un líder sindical, y como fondo de estas existencias que se pudren en la celda de una cárcel, hablaré de la muerte. El plan es vasto e interesante, el segundo acto es complejo y lo he destruido ya varias veces, estoy trabajando en esto con mucho amor y deseo que resulte algo bueno. Espero lograrlo.
Allí te mando la foto para la edición de “HK-111”. Ojalá ya esté marchando. ¿Te dieron la carta en el Tequendama para el maestro? ¿Está dispuesto a hacer la notica de presentación?
La semana entrante viajo a dictar unas conferencias a Cali y Manizales, mi deseo es regresar a Medellín después. Sería estupendo que al volver encontrara ya el librito. ¿Te das cuenta lo que representa para uno ver su primera obra publicada? El maestro es versado en este tipo de sensaciones, el goce es maravilloso.
Cuando vayas a “Otraparte” entrégale un cariñoso saludo al maestro Fernando y a Doña Margarita.
Te abrazo hasta entonces,
Gonzalo Arango