Presentación
Novela y poder
en América Latina
—Abril 19 de 2012—
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Armando Estrada Villa es abogado de la Universidad Autónoma Latinoamericana, especialista en Hermenéutica Literaria de la Universidad EAFIT, magíster en Ciencias Políticas y doctor en Filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana. Es y ha sido profesor universitario, Concejal, Diputado, Representante a la Cámara, Senador y Ministro del Interior. “Novela y poder en América Latina” recoge siete ensayos literarios sobre igual número de novelas esenciales para la comprensión de la realidad del continente. Así mismo, es autor de “El poder político en la novelística de García Márquez” (UPB, 2006) y “El Estado, ¿existe todavía?” (Ediciones UNAULA, 2011).
Presentación del autor
por Jorge Eduardo Núñez
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Novela y poder en América Latina ofrece una visión de la realidad social del continente, a través de siete obras representativas de los últimos años. Violencia, narcoburguesía, corrupción, mal gobierno, discriminación, imperialismo; relaciones entre literatura, filosofía e historia, con base en las ideas de la Ilustración y la masonería en Europa; Iglesia y Ejército de comienzos del siglo XX (dos instituciones centrales en la vida de los americanos), son algunos de los temas abordados en el análisis del autor, el abogado y político colombiano Armando Estrada Villa.
Federico Engels sostenía que aprendió más sobre lo que era la sociedad burguesa y el capitalismo leyendo las novelas de Balzac, que con el conjunto de los historiadores, economistas e investigadores de estadísticas profesionales de su época. Un viaje crítico por Latinoamérica, con sus elementos de intriga, los mecanismos del poder, la forma como se expresan los problemas económicos, sociales y políticos.
La lectura de Novela y poder en América Latina amplía nuestra información de lo que pasa en México, Colombia, Argentina y Nicaragua, que no es muy distinto de lo que ocurre en el resto del Continente; ayuda a comprender las dificultades, culturas y anhelos de varios pueblos de la comarca, y a entender su política, corrupción e impunidad como patologías endémicas que la ensombrecen.
Los Editores
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Armando Estrada Villa
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Novela y poder
en América Latina
—Prolegómeno—
Este libro estudia siete novelas de siete autores diferentes: 2666 (2004) del chileno Roberto Bolaño, Delirio (2004) de la colombiana Laura Restrepo, El vuelo de la reina (2002) del argentino Tomás Eloy Martínez, El país de las mujeres (2010) de la nicaragüense Gioconda Belli, El otoño del patriarca (1975) del colombiano Gabriel García Márquez, La tejedora de coronas (1982) del colombiano Germán Espinosa y La cuarta batería (escrita en los años treinta y publicada en 2001) del colombiano Eduardo Zalamea Borda. Se trata, por consiguiente, de textos escritos en distintas épocas: cuatro en los albores del siglo XXI, dos hacia la parte final del siglo XX, y uno en los años treinta del siglo XX. Fueron escritas por cinco hombres: tres colombianos, un chileno y un argentino, y dos mujeres: una colombiana y una nicaragüense. Es, pues, un volumen que ofrece una visión parcial de la literatura producida en Latinoamérica, aunque con mayor énfasis en la colombiana.
Los ensayos que recogen los análisis de estas novelas tienen los siguientes títulos: “La problemática latinoamericana en el enfoque de su literatura: 2666”, “Delirio”, “El vuelo de la reina”, “El país de las mujeres”, “El concepto de imperialismo en El otoño del patriarca”, “La tejedora de coronas y la relación entre literatura, historia y filosofía” y “La cuarta batería, de Eduardo Zalamea Borda”. De estas novelas se analizan sus temas y argumentos, estructuras internas y externas, tiempos, ritmos, narradores, ambientes, personajes, espacios, formas verbales y estilos, haciendo especial hincapié en los asuntos que tienen que ver con la política y el manejo del poder, con el fin de observar de qué manera presentan la realidad política, económica, social y cultural actual o pasada de su aquí y ahora concretos.
No se tiene la pretensión de analizar la totalidad de temas presentes en las novelas hasta agotar su contenido. No. El propósito se centra en indagar sobre la forma como representan objetivamente el mundo externo y de concentrarse más en los que los personajes dicen y hacen que en lo que piensan y sienten. Así es como de 2666 se hace hincapié en la violencia desenfrenada y en el asesinato de mujeres, en la impunidad imperante, en la profunda significación del sexo y el erotismo y en la literatura como creación, edición de sus textos, crítica especializada y simple lectura. En Delirio se destaca el fenómeno colombiano de la narcoburguesía, las nuevas formas de integración familiar y la locura de su protagonista. En El vuelo de la reina se enfatiza en la corrupción gubernamental, la denuncia periodística y la pasión desbordada e irracional del personaje principal por una de las reporteras empleadas en el periódico de su propiedad.
En El país de las mujeres se resaltan la denuncia sobre el mal gobierno ejercido durante siglos por los hombres, la discriminación, violencia y abuso que han soportado las mujeres y la construcción de un Estado ginocrático administrado exclusivamente por mujeres. En El otoño del patriarca se explican los modos como actúa el imperialismo desde la época colonial hasta nuestros días, con sus modalidades de penetración militar, tecnológica, financiera, cultural y diplomática para conseguir el despojo del mar en una hipotética república del Caribe. En La tejedora de coronas se analizan las relaciones que presenta la novela entre la literatura, la filosofía y la historia con base en las ideas de la Ilustración y la masonería en Europa, y la influencia de estos movimientos en América y en especial en Cartagena de Indias. En La cuarta batería, con fundamento en la vida de un joven recluta, se representa la Bogotá de comienzos del siglo XX, se analizan dos instituciones centrales en la vida colombiana: la Iglesia y el Ejército, y se presentan los problemas de un país en construcción.
No encontrará el lector de este volumen, por consiguiente, un examen completo y sistemático del universo literario de cada uno de los autores y ni siquiera de las obras analizadas. Pero sí encontrará que en el tópico poder y política, que es el que se enfatiza, se encuentra una mirada penetrante sobre nuestra realidad. Por ello, puede afirmarse que se ofrecen aquí unos materiales que nos parecen centrales para un debate sobre los problemas que nos aquejan a la luz de la literatura producida en estos países. Pues hallará el lector que la visión que entregan estas novelas está por fuera de las miradas institucionales, los comunicados oficiales, los esfuerzos diplomáticos, las labores de mercadotecnia o la actividad de las oficinas de lobby encargadas de las relaciones públicas o de vender una imagen positiva de estas naciones.
Y es que la literatura ofrece la posibilidad de conocer los problemas de una sociedad sin tener que acudir al estudio de conceptos abstractos o a teorías sobre la estructura y funcionamiento de sus instituciones. Podría pensarse que tenemos más facilidad de descubrir el significado de poder, corrupción, política, justicia, impunidad, pero también de amor, solidaridad, odio, tolerancia, amistad y muchos conceptos universales más, si examinamos obras literarias y si extrapolamos sus notas sobresalientes, en lugar de leer los planteamientos teóricos, a veces inteligibles, de científicos o filósofos, que exigen un conocimiento especializado que no demanda la lectura de novelas. Apoyados en los hechos, peripecias y diálogos que narran las novelas, podemos comprender los conceptos abstractos y las teorías en términos de conductas humanas y actuaciones institucionales.
La literatura, en general, y la novela, en particular, amplía nuestro conocimiento del mundo, de los otros y de nosotros mismos, y a la vez que despierta la imaginación con la construcción de ficciones y vidas imaginadas, nos proporciona la posibilidad de aprender y saber más, mediante la información que suministra, acerca de la sociedad y de los hombres y las mujeres que la integran.
La lectura de novelas nos ofrece la posibilidad de conocer seres admirables y también mezquinos, seres bondadosos y también canallas, seres generosos y también seres codiciosos. Asimismo, permite acercarnos a seres humanos similares a los de carne y hueso que no tienen la perfección moral absoluta, pero tampoco la perversidad definitiva. Hace posible conocer, por tanto, hombres y mujeres con cualidades y defectos. Además, las historias ficticias de malvados nos enseñan qué es la maldad, las de enamorados nos muestran qué es el amor, las de solidarios nos descubren qué es la solidaridad, las de enfrentamientos y disputas nos revelan qué son los conflictos y sus causas. En suma, la lectura de novelas nos acerca al mundo y sus problemas y nos pone en contacto con el ser humano en toda su dimensión, complejidad y alcance.
La literatura no da respuestas decisivas a los interrogantes sobre el hombre y la sociedad como busca hacerlo la ciencia y pretende lograrlo la filosofía. Lo que hace es mostrar sus comportamientos y su organización. Lo que permite convertirla en una poderosa y útil herramienta de análisis e interpretación. De allí que Carlos Marx afirme: Charles Dickens, Charlotte Bronté y Elizabeth Gaskell integran “una espléndida cofradía de escritores de ficción ingleses, cuyas páginas elocuentes y vivas trajeron al mundo más alegatos sociales y políticos que todos los políticos, publicistas y moralistas juntos”. Federico Engels comparte el criterio de Marx; por su lado, sostiene: “Yo aprendí más sobre lo que es la sociedad burguesa, el capitalismo, etc., leyendo las novelas de Balzac que con el conjunto de los historiadores, economistas e investigadores de estadísticas profesionales de su época”.
Como la literatura no es autónoma con respecto a la realidad más hondamente considerada, sea histórico-social, ideológica, económica, política y cultural, impregna cualquier tipo de comunicación y, por esta razón, también la estético-literaria. Pero no se conforma con simplemente tomar de la realidad los signos y las palabras. La literatura va más lejos. Por lo que puede decirse que su función es decir qué pasa aquí y ahora, cómo y desde cuándo. De modo que corresponde a los escritores descubrir y definir la realidad, para posibilitar reconocernos en lo que somos, permitir saber qué estamos siendo y testimoniar qué estamos dejando de ser. Las novelas, pues, retratan la realidad por medio de la fantasía y nos dicen cómo son las cosas, el mundo y los seres humanos.
A la pregunta de si es primero el concepto o el hecho, la teoría o la realidad, la ciencia responde que primero son los hechos que llegan a configurar la realidad y con base en hechos y realidad construye teorías explicativas. En tanto que la filosofía parte de conceptos y teorías que analiza y valora con referencia a otros conceptos y teorías para construir una teoría prescriptiva y una escala de valores con pretensión de universalidad. La literatura, por su parte, toma de la literatura y de la ciencia. De allí la pertinencia de la manifestación de Manuel García Viñó, en su libro Teoría de la novela: “El filósofo parte de lo universal y abstracto: el hombre, la vida, la muerte, el amor, etc. El científico parte de lo particular y concreto —un hombre, un metal, una fuerza, una pasión, etc. —. El novelista, como el científico, parte de lo particular y concreto —un hombre, una muerte, una pasión, etc.—, pero lo dispone de forma que refleje lo universal” (1). Así la novela busca expresar los universales por medio de los temas, los personajes, los diálogos y las descripciones que constituyen la historia inventada y ficticia que es una novela.
Finalmente, puede decirse que en las siete obras bajo estudio, nos detenemos en los elementos políticos de la intriga, en los mecanismos que emplea el poder, en la forma como se ejercita la política y en la manera como se expresan los problemas económicos, sociales y políticos, lo que nos permite sostener que se trata de unas novelas que configuran una literatura comprometida que tiene la finalidad de influir en sus lectores, estimular el debate y provocar la toma de posiciones.
Nota:
(1) | García Viñó, Manuel. Teoría de la novela. Anthropos, Barcelona, 2001, p. 87. |
Fuente:
Estrada Villa, Armando. Novela y poder en América Latina. Ediciones UNAULA, Serie Tierra Baldía, agosto de 2011, p.p. 11 – 15.