Noche de Campo Literaria
Marguerite Duras
Canciones de
una pequeña amante
—Abril 27 de 2014—
Marguerite Duras (1914-1996)
Fotografía por Vladimir Sichov
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Noche de Campo Literaria
en El Café de Otraparte:
Literatura a manteles:
Marguerite Duras
A cien años del nacimiento de Marguerite Duras nos reunimos en torno a su sensibilidad exquisita, a su carácter fuerte y decidido. Ella, quien cifró en las palabras y en las imágenes el deseo de liberar su vida, la vida de todos por medio de la conciencia única del lenguaje, de la poesía, pero también por medio de la acción, de las elecciones que tantas veces cuestan la marginalidad y la soledad, es nuestro secreto lugar de encuentro esta noche.
Lectura de textos y audiciones en
torno a la escritora francesa.
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Marguerite Duras
(1914-1996)
Marguerite Duras (de nombre real Marguerite Donnadieu) nació el 4 de abril de 1914 en Gia Dinh (Vietnam), localidad cercana a Saigón que por aquella época pertenecía a la Indochina francesa. Era la hija del matrimonio formado por Marie Legrand y el profesor de matemáticas Henri Donnadieu. Duras era el nombre del pueblo francés en donde su padre había comprado una casa para que su familia pasase los veranos.
Cuando la futura escritora solamente contaba con cuatro años de edad, el padre de Marguerite, que había sido repatriado a Francia tras enfermar gravemente, falleció dejando a su familia en una difícil situación económica. Marie tuvo que trabajar duro para sostener a sus hijos, ofertando clases de francés y tocando el piano en una sala de cine.
En 1932 abandonó su lugar de nacimiento para trasladarse a París, en donde estudió Ciencias Políticas y Derecho en la Universidad de la Sorbona. En 1935 comenzó a trabajar como secretaria en el Ministerio de Colonias.
En 1939 contrajo matrimonio con Robert Antelme y dos años después abandonó su trabajo en el Ministerio. En 1942 se casó con Dyonis Mascolo y consiguió publicar su primera novela, Les impudents (1942). Dos años después apareció La vida tranquila (1944). Eran textos primerizos que denotaban su querencia por escritores como Virginia Woolf o Ernest Hemingway.
En la época de la ocupación nazi, Marguerite simpatizó con el existencialismo de Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir y se afilió al Partido Comunista, colaborando activamente con la Resistencia.
A mediados de la década de los 50 abandonó su afiliación comunista, disconforme con algunas tendencias ideológicas que consideraba machistas, y desencantada con las políticas totalitarias seguidas en la Unión Soviética.
Su producción como escritora, en muchas ocasiones con trazos autobiográficos, le convirtió en uno de los principales nombres de la nouveau roman, abordando temas como la soledad, el amor o la muerte. Un dique contra el Pacífico (1950) supuso su revelación literaria, asentándose con El marino de Gibraltar (1952), Los caballitos de Tarquinia (1953) y El Square (1955). Moderato cantabile (1958) fue la novela que le consagró internacionalmente.
A partir de finales de los años 50, Marguerite trabajó asiduamente en el cine, comenzando una carrera en 1958 como guionista y colaborando con gente como René Clément en This Angry Age (1958) o Alain Resnais en Hiroshima mon amour. En 1967 dirigió su primera película, La música (1967). Su filmografía como directora se destacó por el vanguardismo y la experimentación.
Durante los años 60 y 70, compaginando la literatura con sus actividades cinematográficas, Marguerite escribió títulos como El arrebato de Lol V. Stein (1964), El Vicecónsul (1965), La amante inglesa” (1967), El amor (1971) y Canción india (1973).
A partir de los años 80, Marguerite, que sufrió de alcoholismo, dio inicio a una relación sentimental con el actor y escritor Yann Andreá Steiner, habitual intérprete de sus películas, como así lo fue también Gérard Depardieu.
La novela El amante (1984), llevada al cine por Jean-Jacques Annaud con el protagonismo de Jane March y Tony Leung, le sirvió para conseguir el premio Goncourt. Otros títulos de su trayectoria literaria son El dolor (1985), Ojos azules, pelo negro (1986), La vida material (1987) y El amante de la China del Norte (1991).
Marguerite murió de cáncer el 3 de marzo de 1996 en París. Tenía 81 años.
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Marguerite Duras
por David Levine
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Fragmentos del
libro Escribir
“La duda, la duda es escribir”.
“No tener ningún argumento para el libro, ninguna idea del libro es encontrarse, volver a encontrarse, delante de un libro. Una inmensidad vacía. Un libro posible”.
“Para abordar la escritura hay que ser más fuerte que uno mismo, hay que ser más fuerte que lo que se escribe”.
“No podía hablar de él porque la menor intrusión en el libro, la menor opinión ‘objetiva’ habría borrado todo de ese libro”.
“Un escritor es algo extraño. Es una contradicción y también un sinsentido. Escribir también es no hablar. Es callarse. Es aullar sin ruido”.
“Sigue habiendo generaciones muertas que hacen libros pudibundos. Incluso jóvenes: libros encantadores, sin poso alguno, sin noche. Sin silencio. Dicho de otro modo: sin auténtico autor. Pero no libros que se incrusten en el pensamiento y que hablen del duelo profundo de toda la vida, el lugar común de todo pensamiento”.
“Cuando había gente estaba menos sola y a la vez más abandonada”.
“La soledad siempre está acompañada de la locura. Lo sé. La locura no se ve. A veces sólo se la presiente”.
“Viviendo así como le digo que vivía, en esa soledad, a la larga hay peligros a los que uno se expone. Es inevitable. En cuanto el ser humano está solo cae en la sinrazón. Lo creo. Creo que la persona entregada a sí misma está ya atacada por la locura porque en el brote del delirio personal nada la detiene”.
“Los escritores son gente solitaria. En todas partes, y siempre, lo han sido”.
“Comprendí que yo era una persona sola con mi escritura, sola muy lejos de todo”.
“La soledad no se encuentra, se hace. La soledad se hace sola. Yo la hice. Porque decidí que era allí done debía estar sola, donde estaría sola para escribir libros”.
“Alrededor de la persona que escribe libros siempre ha de haber una separación de los demás, es una soledad. Es la soledad del autor, la de escribir”.
“La soledad es eso sin lo que nada se hace”.
“El suicidio está en la soledad de un escritor. Uno está solo incluso en su propia soledad. Siempre inconcebible. Siempre peligrosa. Sí, un precio que hay que pagar por haber osado salir y gritar.
“En una casa, se está tan solo que a veces se está perdido”.
“En aquel período de mi primera soledad ya había descubierto que lo que tenía que hacer era escribir. Raymond Quesear me lo había confirmado. El único principio de Raymond era este: ‘Escribe, no hagas nada más’”.
“La soledad, la soledad también significa: o la muerte o el libro”.
“Hallarse en un agujero, en el fondo de un agujero, en una soledad casi total y descubrir que sólo la escritura te salvará”.
“Aunque sea inútil, creo que, con todo, es necesario llorar. Porque la desesperación es tangible. El recuerdo de la desesperación permanece. A veces mata”.
“No llorar nunca es no vivir”.
“Dejamos de conocer a la gente que conocemos y creemos haber esperado a quienes no conocemos”.
“No creo a la gente que dice: ‘He roto mi manuscrito, lo he tirado’. No lo creo. O bien lo que estaba escrito no existía para los demás, o no era un libro. Y uno siempre sabe lo que no es un libro”.
“No sé qué es un libro. Nadie lo sabe. Pero cuando hay uno, lo sabemos. Y cuando no hay nada, lo sabemos como sabemos que existimos, no muertos todavía”.
“Me dije que uno escribe siempre sobre el cuerpo muerto del mundo, y también sobre el cuerpo muerto del amor. Que es en los estados de ausencia donde se hunde el escrito, no para reemplazar nada de lo que ha sido vivido o supuestamente ha sido, sino para consignar el desierto dejado por ello.”
Fuente:
Sitiosenelcorazon.blogspot.com
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