Lectura y Conversación
Nelson Romero
—19 de noviembre de 2020—
Nelson Romero Guzmán
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YouTube.com/CasaMuseoOtraparte
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Nelson Romero Guzmán (Ataco, Tolima, 1962) es licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad Santo Tomás y magíster en Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira en convenio con la Universidad del Tolima. Ha recibido las distinciones Premio Nacional de Poesía «Fernando Mejía Mejía» por su libro «Rumbos» (1992); 14.° Premio Nacional de Poesía Universidad de Antioquia por el libro «Surgidos de la Luz» (2000); Premio Nacional de Poesía Instituto Distrital de Cultura y Turismo de Bogotá por «Obras de mampostería» (2007); 56.° Premio Internacional de Poesía Casa de las Américas 2015, otorgado en La Habana a su libro «Bajo el brillo de la luna», y Premio Nacional de Poesía Ministerio de Cultura de Colombia 2015 por su libro «Música lenta», editado en 2014 por Arte es Colombia, Colección Letras. Otros libros publicados son «Días sonámbulos» (Editorial Mundo Nuevo, Bogotá, 1988), «La quinta del sordo» (Colección de Poesía Universidad Nacional de Colombia, 2006), «Grafías del insecto» (Colección de Poesía Universidad del Valle, 2005), «Apuntes para un cuaderno secreto» (en coautoría con la mexicana Kenia Cano, Biblioteca Libanense de Cultura, 2011) y «Animal de oscuros apetitos» (Universidad Externado de Colombia, 2016), además de los ensayos «El espacio imaginario en la poesía de Carlos Obregón» (Universidad Tecnológica de Pereira, 2012) y «El porvenir incompleto, tres novelas históricas colombianas» (Biblioteca Libanense de Cultura, 2012). Es docente de planta en la Universidad del Tolima, donde está vinculado al Grupo de Investigación en Literatura del Tolima, y en el Instituto de Educación a Distancia – IDEAD.
Presentación del autor
y su obra por Lucía Estrada.
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Música lenta posee una proyección muy colombiana con homenajes a poetas como Aurelio Arturo, así como un tratamiento valiente de episodios terribles de la violencia en Colombia, todo desde una perspectiva muy finamente creativa; no se trata de una denuncia elemental sino que hace que la poesía cure y reviva esa tragedia de nuestro país.
Juan Gustavo Cobo Borda
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La lírica de Nelson Romero Guzmán trasciende de la palabra a los objetos y emociones cotidianas. Una cebolla, un violonchelo, una libreta o un libro no son solo artículos que las personas usan en su diario vivir. Por medio de la fantasía creadora, da vida a objetos minados de humanidad, rabias, recuerdos y tintes de locura. La belleza de este poemario es que crea dos máscaras para alcanzar una misión: «contar historias en las que podamos encontrar todas las voces de la humanidad» (Borges). De esta manera, el lector también hace un viaje por la poesía y la música de quienes dedican su destino al desencanto. La mente de Nelson Romero Guzmán nunca descansa, puesto que siempre hay alguien que rasguña sus recuerdos para no terminar en el olvido.
Daniela Melo Morales
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El repudio no es contra la imagen, sino contra la fosilización de los hábitos de la imagen. Así como no hay palabras comunes, sino frases comunes, así concebimos el acto de escritura poética. Tal es el caso, por ejemplo, de la imagen que se sostiene por el atinado uso del adjetivo, atendiendo a la muy conocida recomendación de Huidobro. Al menos eso es lo que he venido notando en varios poemas del poeta colombiano Nelson Romero Guzmán, en especial, su libro Obras de mampostería. Digamos que un adjetivo logra renovar la frase, y de esa forma sostener el verso (hacerlo «nuevo»). Hay frases consagradas por el uso en poesía: legitimadas, digamos, en épocas del auge de los movimientos europeos que afianzaron un canon en el siglo xix. Esas frases, que se suponen «poéticas» de antemano, persisten y gozan de inmerecido prestigio. Regreso a estos poemas de Nelson Romero Guzmán y a pesar de ser una propuesta arquitectónica no pretende momificarse en viejos moldes y usos legitimados. Y lo más interesante de todo esto es que sus poemas no se alejan del conocido ejercicio del verso libre y la formación de imágenes (al menos, desde luego, en Obras de mampostería). Como ya dije, esto no tiene previsto abolirse (insisto: la imagen en poesía). Es que hay tanta repetición, carencia de riesgo, a veces, en ciertas lecturas y autores (incluso en nuestra propia escritura). Cosa que rehúye o se esfuerza en rehuir el poeta tolimense. Me parece que con ese esfuerzo de sencillez, tan elegante, y también inconforme, logramos ver una piedra que nos inquieta en la pared.
Néstor Mendoza
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Un poema de
Nelson Romero
Del cuerpo
1
No pienses en las obras acabadas.
Tu cuerpo es la obra que tú mismo vas acabando despacio,
Hasta que un día, sin darte cuenta, ya está terminada.
Después de la lenta composición, viene la rápida descomposición de tu obra.
2
El espejo es mi único traductor, pobre, literal.
No cambia los gestos ni los estados de ánimo
A la lengua que le corresponde.
Espejo, traductor pobre,
Cuando me miro, soy tu pobre y fea traducción.
3
El amor es la hipótesis certera de una casa grande en donde uno se pierde y no encuentra puertas ni ventanas por dónde salir y puede quedar encerrado para siempre, pagando su condena.
4
Soy hijo y padre carnal de mí mismo.
El cuerpo del padre y el cuerpo del hijo no nos pertenecen.
Soy la sobra del padre y la sobra del hijo.
5
Me estoy debatiendo por saber quién soy.
Llevo años averiguándolo, preguntando a los que me han visto.
Realmente no es fácil encontrarse a uno mismo.
Uno quisiera parecerse a todos, no importarle ser uno mismo y a su vez los otros, pero estas solo son pretensiones religiosas, éticas, educativas, filosóficas y a veces políticas.
No me arriesgo a encontrarme, tengo miedo a perderme definitivamente.
6
Frente al espejo me asalta el mono.
Me sonríe apenas, como si yo fuera su broma.
Solo estamos repetidos en planos distintos
Y no sabemos cuál se mira y cuál se refleja.
Superada esa distancia, somos los mismos.
Fuente:
Comunicación personal.