Presentación

Mi negra es poesía,
pero esto es
puro cuento

—21 de marzo de 2024—

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Ver grabación del evento:

YouTube.com/CasaMuseoOtraparte

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Javier Gil Gallego (Andes, Antioquia, 1958) es historiador de la Universidad de Antioquia (1989) y autor de «Trece cuentos no peregrinos» (Editorial Artes y Letras, 2008). Algunos de sus relatos han sido incluidos en la «Antología del Taller de Escritores – Biblioteca Pública Piloto 50 años» (2003) y en «Antología Sin Censura 1» (2010) y «Antología Sin Censura 2» (2012) del Taller de Poesía y Creación Literaria, proyecto que actualmente coordina en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín.

Presentación del autor y su
obra por Jimmy Abdala Oliveros.

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La profesión de historiador le ha servido al autor para orientar sus investigaciones, ampliar la observación y refinar el análisis, así como interpretar sectores sociales, relacionar con sabiduría los hechos, llegar a las motivaciones y redactar en forma convincente, vivaz, apasionante. Resultado: un libro conmovedor [Trece cuentos no peregrinos], que produce múltiples emociones. Es decir: un ser vivo y arisco, palpitante en tus manos, muy distante de los acartonados y soporíferos relatos que privilegia una crítica miope, igualmente perezosa y adormilada, cuando no envidiosa y mezquina, o servidora de intereses extraliterarios

Jaime Jaramillo Escobar

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Javier Gil Gallego

Javier Gil Gallego

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Para antes del olvido

Por Javier Gil Gallego

No sé –recordó ella– cuándo sus palabras enredaron mis gustos, no supe qué era más importante para mí, si escuchar sus quejas en molde de bolero, mirar sus ojos en forma de recuerdo o acariciar sus manos a modo de mentiras. Lo reconoció: se había enamorado. Y como siempre ocurría con este evento, decidió dejar las compuertas abiertas. Recordaba a su madre, que sin ser anciana, era sabia –lo que evidencia que hay seres que sufren sin acumular años–. Ella sentenciaba:

—Mija: no se enamore del todo. No se dé todita, eso hacemos las mujeres y por eso sufrimos tanto. Deje un hueco por donde escapar, mientras más grande mejor. No entregue las armas, que no la conozcan. Sea frágil, pero no se quiebre. El alma es difícil de sanar y el corazón se fatiga. Atesore para cuando se quede sola en la mitad de la travesía, sin entender, impotente, con el corazón arrugado, el alma cansada, es decir: cuando llegue el desamor. Acumule motivos para el desamor, así como los acumuló para el amor. Retener a alguien es difícil, entenderlo imposible. Los hombres no son claros, siempre tienen una intención, van detrás de un propósito. Todo lo calculan, entregan y sopesan lo que reciben. Guarde las vueltas de este intercambio. Tenga una alcancía de motivos para irse, y cuando sea el momento, la abre y los va contando lentamente, en un año estará aliviada. Nos toca lidiar con mercaderes, entonces no les muestre la esencia, que jamás se den por satisfechos. Guarde un pedazo de enigma y tendrá a un aventurero tratando de encontrarlo. Ya sabe: el secreto consiste en saber guardar, esconder, ocultar, sembrar dudas.

Ahora ella en ese banco del parque, intentando redactar un manual de afrentas, de abrir la alcancía de los motivos para desamar, se preguntaba: ¿dónde está ese poquito de amor, que se suponía, había guardado para ella? ¿Dónde está la grieta que siempre agrandó para escapar? ¿Dónde la linterna para alumbrar los días, cuando sus ojos la aturdieran?

En qué otra cosa se puede pensar cuando se es obsesiva, una idea lo contiene todo: se le mete a uno al cuerpo a modo de recuerdo, y si trata de escapar regresa en forma de olor, de voz, de caricia y cuando creemos estar a salvo, una tonada lo trae y lo pone en el presente. Se nos vuelve una aparición, un insufrible fantasma que se quiere ver, no se quiere ver, es decir: ¡lo que Dios quiera! No depender de uno es indigno, que su mayor deseo sea otra persona es degradante y que esta persona no nos quiera es insufrible: nos humillamos, nos degradamos y sufrimos; y ese es un bello sentimiento con todas sus porquerías, sus instintos, odios, vilezas; que nos pone a pensar lágrimas, a desear males. Es increíble que uno pretenda dejar de amar en un segundo, si se le meten al alma y salen como un corcho, dejando adentro todo el añejamiento. Nunca pensé que el amor fuera tan frágil: nace con una mirada y se acaba con una frase contundente; el resto son nudos para no desatarnos.

Señor: aleja de mí todo lo que signifique sentir. Permite que mi relación con el mundo sea estrictamente animal: no sienta; no me involucre, no haya nada más importante que mi comida y mi abrigo, que en todo ser vea un adversario que me va a usurpar mi casa. Señor déjame ser como él: que era capaz de decir: te amo y no se asomaba a sus ojos la sombra de la mentira; hablaba de vida cuando estaba pensando en otro lecho.

¿Dónde están los manuales para desamar? ¿Dónde están esos sabios que hablan de amor propio? El amor es una maldita mentira que empieza con una mirada, se confirma en un abrazo, se vuelve sólido en una mesa, y se eterniza en una cama. ¿Cómo voy a respetar un sentimiento cuyo altar es la cama? ¿Cómo voy a creer en algo sustentado en mentiras, medias verdades, dudas: lo que aproxima el hombre a Satán? Sí eso es bello, si merece el sacrificio, yo no lo quiero, no quiero morir crucificada como vos. No, no, no, Señor, es mi vida y te lo pido. Te lo suplico. Te lo exijo, sácalo de mi historia, déjamelo abortar del corazón. Señor: por favor, llévatelo a pervertir otras mentes. Señor: que pare de llover en mi vida. Te lo prometo, Te lo juro, nunca más vuelvo a amar. Señor: ¡Devuélvemelo!

Fuente:

Gil Gallego, Javier. Mi negra es poesía, pero esto es puro cuento. Ediciones Cronotopos, Guatapé, 2022.