Presentación
María sola
—Noviembre 3 de 2016—
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Sonia Gómez Gómez (Medellín) es periodista, columnista y escritora, reconocida por su compromiso con los temas sociales, la equidad de género, los derechos de las minorías y el medio ambiente. Ha publicado “Sida en Colombia” (1988), “Paraíso ficticio” (1992), “Einstein: el hombre del siglo” (2000), “El hombre juega a ser Dios: genoma humano: el libro de la vida” (2001), “Ecología humana: el arte de vivir en armonía” (2009) y “María sola” (2016). Ha obtenido, entre otras, las siguientes distinciones: menciones de honor del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar (1987, 1988), Premio Nacional de Periodismo CPB (1989), Mención Honorífica Concurso Latinoamericano de Periodismo Científico – CIMPEC-OEA (1989), Premio Internacional de Periodismo Sociedad Interamericana de Prensa – SIP (1993), Premio a la Excelencia como Periodista Escritora del Círculo de Periodistas y Comunicadores Sociales de Antioquia – CIPA (2009). Fue destacada por la revista Diners como una de las periodistas más sobresalientes en la década del noventa en Colombia.
Presentación de la obra y conversatorio con la autora sobre temas que aborda la novela como el mito de la maternidad y la mirada del cáncer desde la medicina tradicional y la medicina alternativa. Invitados: sicóloga Faria Soto y médico Gabriel Jaime Gallego, especialista en bioenergética-sintergética.
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María sola es una novela que toca el corazón y el cerebro. Llama a la puerta de cada ser humano, hombre y mujer, porque en ella están vivas la decisiones que enfrentamos en el transcurso de nuestras vidas.
La maternidad como opción totalmente libre o como mandato cultural, el cáncer y sus alternativas para enfrentarlo, la eutanasia y el fanatismo religioso son cuestiones que están más vigentes que nunca y que se abren camino en estas páginas.
La Autora
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Sonia Gómez
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María sola
—Fragmento—
Beatriz y Felipe habían pasado aquel domingo haciéndole compañía a Ana. Ella había estado muy silenciosa todo el día y apenas abría los ojos.
—Cierra la puerta del cuarto —le había dicho a Beatriz—, no quiero ver a nadie.
—¿De verdad no quieres visitas? —le preguntó su cuñada, para estar segura de sus instrucciones.
—Así es —dijo sin apenas abrir los ojos. Había entrado en la fase del mutismo. Ya había aceptado su enfermedad y hasta la muerte. Ahora necesitaría hacer un proceso de desprendimiento. En la tarde sólo quiso tener a su lado a Beatriz; con ella podía hablar sin ser juzgada ni cuestionada.
Ana dormía y Beatriz aprovechó para tomar aire puro en el sofá de cuero ubicado en el balcón de la casa. Leía tranquilamente un libro sobre las causas psicológicas del cáncer cuando sintió la voz de Ana a sus espaldas. Se había despertado con buen semblante y con ánimos para caminar un poco.
—¿Qué lees? —le dijo mientras se sentaba a su lado.
Beatriz dudó, no era un tema que resultaría grato para Ana. Pero era ya demasiado tarde para detener la conversación. Ana miró la carátula y leyó en voz alta: Sobre las causas sicológicas del cáncer.
—¿Y qué dice sobre el cáncer de ovario? —preguntó.
—La tesis es que el cáncer de ovario y también el de seno tiene que ver con problemas de relación con la madre, con muerte de hijos o con duelos sentimentales —le explicó Beatriz someramente.
—Te das cuenta —le dijo a Beatriz—. Todos ellos me han matado un poco…
—¿Quienes son todos ellos, Ana? —le respondió Beatriz, comprendiendo que ella estaba necesitando hacer una limpieza de sentimientos.
—Tú lo sabes: Juan Pablo y su egoísmo me hizo sufrir hasta llegar a odiarlo el día que me hizo perder a mi hijo… y Frank con su violencia y amor interesado me hirió tanto hasta tener que abandonarlo.
—También dice este libro que debes perdonar para sanar. No insistas en culpar a nadie por lo que pudo pasarte; sabías que Juan Pablo era un hombre mayor y no estaba interesado en hijos. No conocías a Frank lo suficiente antes de casarte y, sin embargo, decidiste formar un hogar con él…
—Me sentía sola.
—Te sentías sola y te acercaste a él; Frank no te obligó… Perdónalos y perdónate. No vale la pena ahora seguirte lamentando de un pasado que crees que pudo ser mejor. Sana tu alma para que puedas desapegarte.
Era la primera vez que Beatriz hablaba con Ana del desapego. La estaba llevando sutilmente a la aceptación de una muerte próxima. La enferma lo comprendió así y se lo dijo:
—¿Crees que voy a morir pronto, verdad?
—Nadie lo sabe Ana, pero sea de esta manera o de otra es preciso tener la mente en paz y estar ligera de equipaje. Hay que sanar heridas sin esperar la hora de la muerte para hacerlo.
—Mi error quizá fue llenarme de resentimiento y por eso esta enfermedad, ¿verdad Beatriz? ¿Crees que fui yo la que me equivoqué entonces?
—No hablemos de equivocaciones. Digamos que como mujeres que somos esta sociedad nos pone contra la pared a cada instante y algunas personas no son capaces de sobreponerse y decir no y mandarlo todo al diablo. Quizá tu bondad y tu amor por todos no te permitió defenderte.
—¿Entonces fue exceso de amor? ¿Por eso pagué este precio tan alto?
—La vida a veces no es justa. No has pasado por la vida sembrando odio sino brindando caricias. Alégrate por ello. Cuántos niños sonrieron con tu sonrisa… ¡Has sido como una madre con todos ellos! Mira lo feliz que se ve esa niña en la foto que Felipe trajo de Haití.
—Mis niños, qué será de mis niños en Haití ahora —gimió Ana.
—Es hora de la recompensa. No te atormentes más, busca la luz y vete tras ella —le dijo Beatriz y le pasó el brazo por el hombro para acercarla un poco. Entonces sintió el pecho agitado de Ana. Empezaba a faltarle el aire. El fin estaba cada vez más cerca.
Fuente:
Gómez Gómez, Sonia. María sola. Vallejo Editores / Editorial Artes & Letras, Medellín, septiembre de 2016.