La filosofía fantástica

Julio 13 de 2006

"La Filosofía Fantástica" de Luis Enrique Toro

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Luis Enrique Toro Botero (Medellín, 1964). Economista industrial, Universidad de Medellín. Especialización en Finanzas y Máster en Administración de la Universidad Eafit. Obras publicadas: “La filología emocional” (2001-2003) y “La filosofía fantástica” (2004).

Presentación del autor
por Alberto Restrepo González

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La Filosofía Fantástica

—Fragmentos—

"La Filosofía Fantástica" de Luis Enrique Toro

Ilustración por M.C. Escher

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Concluyendo cómo el hombre es el mismo en todas las latitudes, me hizo pensar en la simplicidad como el mejor estado para entender sus ansiedades y el porqué de sus devenires. No siendo más, aquella mujer de risa seca y de expresión de satisfacción, sin mirarme a los ojos, me preguntó: —¿Vos sabes qué relación hay entre los estados de interiorización y la nada? —Yo, en un tono bajo y trémulo, pues seguía sin entender por qué las hormigas existían y deambulaban por el cosmos sideral sin sentir angustia, le contesté: —La nada es aquel estado donde todo es posible, simplemente es cuestión de sentirlo y desearlo…

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Caminando cogido de la mano de mi vara y de amante de mi soledad, me motivaba el ver trascender de las montañas, una tras la otra; para así y en medio de este trance, preguntarme: —¿Verdad que la tierra es la dimensión innata a nuestra carne de humanos?… Sí, la tierra, este pequeño ser dentro del cosmos con una pasión infinita hacia los entes que no se cansan de pisarla y habitarla.

Prosiguiendo en mi idea, me reafirmaba: —¡Para renunciar a ésta, tienes que abstraer tus sentimientos de la carne de humano que los envuelve…! Es verdad —continuaba diciéndome— y sin embargo, hay otra posibilidad de superar su gravedad como pasión de los estados de materia. Esta es: cuando hayas aprendido a volar en tu piel de humano, logrando entender y vivir el verdadero estado de la sexta dimensión… El resto, son estados de falsa unión y jodencia de las realidades.

Pasados así los años y en gran amistad con el filólogo-emocional, éste me enseñó no a describir las realidades, pero sí a degustar su comportamiento con sabor a manifestación de existencia; es por ello que el campesino gusta de la tierra con sabor a trabajo, el filósofo gusta de la tierra con sabor a ansiedad serena, el bohemio gusta de la tierra con sabor a burdeles y Clara gusta de la tierra con sabor de pasiones de humano demasiado humano…

Mientras más camino, menos siento su redondez, pero sí su gran inmensidad entre mares; y su insignificancia de existencia entre estrella y estrella.

En fin… Sueño en ver volar a las hormigas hacia otros estados del universo, y cuando esto ocurra, la tierra ya no tendrá sentido de ser como realidad-planeta, pues todos se habrán ido ya…

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Continuando en mi caminar y sintiendo las expansiones ocurridas en el cosmos sideral, es como logro prepararme para la búsqueda del método que me permita seguir filosofando en aquellas realidades invisibles a nuestros sentidos. Realidades que por su misma inercia, se convierten en los estados emocionales más trascendentales a nuestra existencia; pues a pesar de sólo concebirles su estado de esencia más no de forma, nos acompañan y atormentan por largo tiempo. Acompañamiento que durará hasta el momento de su complementación u olvido. No pudiéndoles negar así, su verdadera existencia, existencia que se prolongará a partir de las palpitaciones de la esencia emocional en su manifestación.

Sigo escribiendo mas no pensando… Pues el filólogo-emocional es quien, a partir de su propio método, escribe sin pensar. Pues al momento de sentir y concebir la manifestación de la existencia, reemplazará todo estado de razón por cualquier soplo de intuición.

Fuente:

Toro Botero, Luis Enrique. La filosofía fantástica. Ummagumma Editores, Medellín, 2004, p.p. 36 – 38.