Presentación
Leyenda de la Ayurá
—20 de junio de 2024—
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Ver grabación del evento:
YouTube.com/CasaMuseoOtraparte
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Faber Cuervo es, por vocación, investigador cultural y activista de la lectura y de la conservación de árboles. Economista redistribuidor por conciencia. Escéptico por naturaleza. Su religión: el silencio. Sus creencias: los hechos reales que demuestran qué podemos esperar de las personas, y las utopías, únicas regiones donde existe la esperanza. Su política: el gobierno de sí mismo. Su ética: hacer lo justo sin pedir recompensa. Su ciencia: levantarse cada mañana con los pies polo a tierra. Sus amores y alegrías: todas las personas que despliegan sus dones naturales. Su dolor: pertenecer a la única especie animal que destruye su propia casa. Su felicidad: una finca que le presten, o un perro ajeno, o un libro, o los triunfos altruistas de cualquier Homo sapiens. Ha publicado: «¿Cómo nos ve el reino animal?» (cuentos), «La frágil tolerancia de Occidente» (ensayos), «El sol nació de la luna» (ensayo), «Locos por las amazonas» (novela), «Cometas y peñascos» (poesía), «Vidas huidizas» (cuentos), «El gesto como resistencia» (cuentos), «Las enfermedades que cura la literatura» (ensayos) y «Leyenda de la Ayurá». En 1993 obtuvo el Primer Premio en el Salón de Artistas Universidad de Antioquia en la categoría Autodidactas y es autor del ensayo «La prehistoria de Fernando González».
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Envigado merece un gran museo que proyecte al mundo las etapas de su desarrollo agrícola, industrial, cultural, de patrimonios, de saberes tangibles e intangibles. Un museo con los patrimonios arqueológicos, los acueductos antiguos, la recreación de los caminos ancestrales, las cerámicas prehispánicas, la historia fotográfica del municipio, documentos históricos, la historia de las artes y las ciencias, la historia de la gastronomía y artesanía local, la historia de los periódicos, los oficios, las empresas, la sede del Centro de Historia, la sede de la Secretaría de Cultura, la fonoteca con las colecciones de música y sala de audición, sala de exposiciones artísticas, sala de representaciones teatrales-performances sobre el devenir del municipio, etc. Este museo múltiple e integral podría ubicarse en su totalidad en la Escuela Fernando González, otro patrimonio local.
Faber Cuervo
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Faber Cuervo
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De cómo Envigado también
pudo llamarse El Lagunajo
~ Fragmento ~
Los nombres son caprichosos, es cosa sabida desde hace tiempos. Se ponen al calor de los ánimos, de una asociación, de una palabra significativa o colorida, de un súbito resuello o intuición. Y los ha habido apropiados que cazan como pava en hermosa cabeza, nombres bellos como Caracolí, Necoclí, Buriticá, Sabanalarga, Tarazá, Yondó, Anorí, Yalí, Uramita, Cocorná, Angelópolis, Murindó, y otros muchos que han parido estos terruños con sus atributos.
El Envigado de las vigas y las maderas que levantaron casas en Otra banda, pudo también haberse bautizado como El Lagunajo porque eso era este valle de fecundidad gracias a las aguas que lo inundaban por el oriente y el occidente, por los caminos hacia el norte y el sur. Los cauces del río Aburrá se confundían con los de la Zúñiga, la Honda, la Hondita, la Mina, la Ayurá, la Sebastiana, la Atravesadita, la Collareja, todas ellas con los vegetales y los minerales que les soltaba la cordillera, de donde bajaban satisfechas. El agua brincaba por los remansos, los barbechos, los ramales y los prados de frutos silvestres. Juncos y cañas brotaban en sus recorridos alegres. En los peñascos se precipitaba formando cascadas de vapor musical y evanescente, así dio nacimiento al Salto del Ángel y al Chorro de las tres campanas. Por su abundancia fue que las primeras familias habitantes de estos terruños escogieron venir, que ya veían la comida sembrada, las pocetas lavando ropas, las cocinas dando el alimento, los riachuelos bañando los críos.
No se conoce tierra más serpenteada por las aguas, tierra que desde el escarpe oriental juegue a cubrir las piedras humedecidas por líquidos subterráneos, rocas negras envueltas en musgos, líquenes y hongos; tierra que camina entre altos, cañones, hoyas, valles y remansos. No se conoce. Y como si fuera poco traía en sus correrías los perfumes de los bosques andinos con sus rastrojos, retamas, hierbas y los boscajes de niebla con sus bromelias, orquídeas y cardos. Y altiva entre las altivas se ufanaba de un cordón de cerros, cerro Higuerón, cerro Astilleros, cerro San Luis, cerro El Chagualo, cerro Patio Bonito. Y por doquier dominaban las plantas trepadoras y los sarros, y entre ellas, en esplendorosa presencia, emergían hacia las nubes la palma de cera o ramo bendito, la cedrela montana, el roble, el comino, el drago, las palmas, los palmichos, los chagualos, los cucharos, las madreselvas, el laurel, el aguacatillo, el nogal, el silvo, el arrayán, el cordoncillo, el marfil, el olla de mico, los corozos, el chilco colorado, el escobo, el tachuelo, el chiriguaco y otros árboles nativos que abundaban como los peces en el mar, los mismos que después serían suplantados por las coníferas.
Los retiros y proximidades de las cuencas eran refugio y bebida para toda clase de mamíferos, aves, anfibios e insectos. Allí croaban felices las ranas, se desplazaban las salamandras y lagartijas, llegaban de paso los caciques candela, carriquíes, pavas, barranqueros, lechuzas, tucán esmeralda y las tangaras; bajaban los yaguarundíes, los pumas y los tigrillos lanudos a beber en las quebradas cristalinas y abundosas. No lejos de allí, en las zonas onduladas erizadas de pastizales, se reproducían los conejos, las chuchas orejiblancas, los armadillos, las comadrejas, las guaguas, las tairas, los gurres, el zorro perro.
No bastando los ramales de agua que enlagunaban a Envigado, llegaron por los aires desde hace 10.000 años, las cenizas volcánicas expulsadas por las erupciones de los volcanes Ruiz y Tolima, cubrieron las altiplanicies de Perico, Pantanillo y Palmas, otorgándoles a sus suelos la capacidad de retener el agua, y capas vegetales de alta fertilidad agrícola.
Fuente:
Cuervo, Faber. Leyenda de la Ayurá. Todográficas Ltda., Medellín, 2024.
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Barrio José Félix de Restrepo
Óleo © Faber Cuervo