Presentación
La Toma
El M-19 en la embajada de
República Dominicana, 1980
—1.° de diciembre de 2020—
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Ver grabación del evento:
YouTube.com/CasaMuseoOtraparte
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Yubely Vahos (Cisneros, Antioquia, 1996) es historiadora de la Universidad de Antioquia. Investigaciones y poemas suyos han sido publicados en diversas revistas académicas y culturales como «Salus», «Pensar historia», «Artificios» y «Quirón». Fue incluida en las antologías «Al amparo del bosque – Antología de poesía homoafectiva» (Idartes, 2020) y «Contra molinos de viento – Antología Internacional Poesía Fusión 2020» (Subsecretaría de Turismo, Cultura y Deportes de la Municipalidad de la Ciudad de San Luis, Argentina, 2020). Recibió mención de honor en el XI Concurso de Cuento «El Brasil de los Sueños».
Con la moderación del historiador Óscar Calvo Isaza, la autora conversará con el politólogo Darío Villamizar, autor de los libros «Aquel 19 será» (1996), «Jaime Bateman, biografía de un revolucionario» (2002, 2007, 2015) y «Las guerrillas en Colombia – Una historia desde los orígenes hasta los confines» (2016).
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Este libro es una etnografía sonora de la toma del M-19 en la Embajada de la República Dominicana en 1980. Está basado en audios, hasta ahora inéditos, registrados por un micrófono oculto en un walkie-talkie que las autoridades entregaron a los guerrilleros. La Toma se nos revela como una puerta entreabierta. Descubre, en los rumores de la sexualidad y las manifestaciones de la disciplina militar, que la experiencia de aquellos hombres y mujeres del M-19 cabalgó entre el disfrute de la vida y la disposición a morir, y que en ocasiones las fronteras entre ambos caminos no fueron tan claras. En el recorrido por sus páginas el lector se convierte en un fisgón que rasga un velo y escucha, guiado por la autora, una dimensión desconocida de la experiencia insurgente. Se trata de un texto en el que se entrelazan el deseo y el poder, el afecto y la violencia revolucionaria, y se cuestionan las formulaciones tradicionales que presentan a los guerrilleros como máquinas de matar o como soñadores con fusiles en las manos.
Los Editores
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La Toma
~ Fragmento ~
Por Yubely Vahos
Desde muy temprano, el jueves 27 de febrero de 1980 diecisiete guerrilleros, concentrados en una casa en Bogotá, se preparaban para una actividad poco rutinaria. Se trataba del comando Marcos Zambrano, creado por el M-19 con cuadros de todo el país y liderado por Rosemberg Pabón (Comandante Uno), quien era seguido en la línea de mando jerárquico por los jefes de escuadra Omar Cardona, Genaro Molina y Alfredo Martínez. Las escuadras eran grupos de tres guerrilleros que recibían órdenes de su jefe, compartían una rutina de ejercicios, tenían labores como equipo y se ocupaban de los puntos de guardia. Los restantes militantes respondían a los siguientes nombres y alias de combate: María Eugenia Vásquez (La Negra Emilia), María Pácora (para diferenciarla, será nombrada a secas como María), Stella Mambuscal, Renata Galindo, Carmenza Cardona (La Chiqui) y Victoria Osorio (Vicky) entre las mujeres; y Napoleón de la Fuente, Jorge Cepeda, Pedro Gutiérrez y Roberto Prada entre los hombres.
Todos se movían rápida y silenciosamente, a fin de no despertar sospechas entre los vecinos. Se procuraba que cada acción se llevara a cabo con precisión milimétrica. Por ejemplo, cada individuo disponía de tres minutos para bañarse mientras algunos quitaban las hebras de hilo de los uniformes deportivos que portarían; entre tanto, Pabón, María, Vicky y Jorge organizaban sus vestidos de gala, y estudiaban el modo de andar y los gestos de parejas prestantes que adoptarían en la calle, practicando frente a sus compañeros.
A simple vista parecían dirigirse a un evento que, dada su importancia, requería una buena presentación. En efecto, era un evento de gran importancia para ellos, pero no habían sido invitados. Su tarjeta de entrada serían las armas que otro puñado de guerrilleros limpiaban en el patio para presentarlas ante la puerta de la embajada.
Todos se habían puesto en pie muy de madrugada, y las horas que los separaban de las 12 meridiano parecían ahogarlos y anunciarles que algo grande se acercaba. Esos sentimientos se incrementaron vertiginosamente a partir de las 11 a. m., cuando dos compañeros apostados cerca de la embajada empezaron a trasmitirles por radio un reporte de lo acontecido en los alrededores de la casa y la llegada de los invitados cada quince minutos. A las 11:45 les fue anunciado que en la fiesta había veinticinco personas, entre ellas el embajador de Estados Unidos y el nuncio apostólico del Vaticano. Esa era la señal de que había llegado el momento de salir y que no regresarían al apartamento, porque la «fiesta» se prolongaría por varios días y quizás semanas.
Cada escuadra tomó un taxi con destino a la avenida 30 con calle 46, en tanto que las dos supuestas parejas invitadas abordaron el vehículo particular conducido por Lucho Otero, quien además de haber planeado el operativo hizo las veces de chofer. Poco antes del mediodía fueron llegando los taxis, y sus ocupantes se situaron en tres puntos a las afueras de la casa, para cubrir la herradura que formaba el parque que había en frente. Distribuidos en tres grupos, los guerrilleros debían simular ser deportistas que dialogaban animadamente, mientras sus ojos oteaban cada detalle del espacio y la ubicación de los escoltas de los diplomáticos, y esperaban la señal para correr con sus armas en la mano hasta la puerta. Al cabo de unos minutos vieron a las dos parejas que se habían trasportado en el carro particular (María y Rosemberg, Jorge y Vicky) caminando del brazo hasta llegar a la escalera. En ese momento cada grupo se puso en posición, dado que en cuanto los cuatro llegaron a la puerta fue preciso empezar la acción, disparar y gritar: «¡Esto es un asalto!, ¡al suelo!, ¡tírense al hijueputa suelo!».
Fuente:
Vahos, Yubely. La Toma – El M-19 en la embajada de República Dominicana, 1980. La Carreta Editores E.U., 2020.