Presentación
La otra cara del retrato
—18 de febrero de 2021—
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Ver grabación del evento:
YouTube.com/CasaMuseoOtraparte
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Saúl Álvarez Lara (Bogotá, 1948) es escritor, editor, pintor, ilustrador, fotógrafo y diseñador. Escribe y dibuja cómo y dónde, entre ficción y cotidianidad, se construyen las historias. Algunos de sus libros son «Recuentos» (primer premio Cámara de Comercio de Medellín, 2001), «El teatro leve» (2002), «El sótano del cielo» (2003), «La silla del otro» (2005), «¡Otra vez!» (Beca de la III Convocatoria de Proyectos Culturales de la Alcaldía de Medellín, 2007), «Las musas del teatro leve» (2011), «Tres cuadernos: 1. Testigos urbanos. 2. Pasajeros de bus. 3. Signos de ciudad» (2013), «Con los ojos bien abiertos» (2015), «Sin título – Técnica mixta» (2015), «Texto Textura – Ficciones y dibujos al aire libre» (2017), «365 Fragmentos de nada» (2018), «Participar es vivir» (editor y cronista, 2019), «La otra cara del retrato» (2020) y «Retratos aislados» (2020). En 2015 fue finalista en el Concurso de Novela Cámara de Comercio de Medellín con la novela «Fisuras». Ha realizado exposiciones de dibujos, fotografías y ficciones en espacios culturales como Galería Banasta, Museo Maja de Jericó, Divas – The Gallery y Universidad de Antioquia, y fue finalista en el 44.° Salón Nacional de Artes en 2018. En su blog «La Marginalia» narra semanalmente los avatares de la ficción en el «mundo llamado real», según las palabras de Keserü, el personaje creado por Imre Kertész en la novela «Liquidación».
Conversación del autor con William Rouge, poeta, docente universitario y profesor de creación literaria.
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«… Es mal pintor el pintor que me ha pintao aquel día, pues me pintó por afuera porque adentro no veía…», cantó el cantor hace años. Más cerca en el tiempo he escuchado el decir de artistas que pintan lo que sienten y no lo que ven. La otra cara del retrato no son retratos en el sentido de la representación, la técnica y seguramente la evocación. No son eso. Son fotografías que van y vienen, entre la función que cada uno construye de sí frente al mundo, y la mezcla con doce líneas de texto que no pertenecen al sujeto que las inspiró, pertenecen a otro que encuentra en las calles un universo de ficciones; evidentes algunas, un poco más soterradas otras, a flor de piel muchas, imaginadas la mayoría. Los gestos, las poses, los colores y vestidos que elegimos para aparecer frente al mundo no son gratuitos. Y el retrato, como todo, tiene otra cara, la que cantó el cantor…
Saúl Álvarez Lara
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Saúl Álvarez Lara no puede detenerse. La curiosidad insaciable se manifiesta en la práctica consagrada de su escritura, extendida en dibujos y fotografías que materializan visualmente todo un universo literario propio. Él vive en su arte, como un personaje más de sus cuentos. En La otra cara del retrato hay figuras con historias que podrían ser las de cualquiera, cotidianas historias extraordinarias. Muchos tienen nombre, una persona podría ser Marilyn y otro «parece llamarse Saúl», uno que «vea lo que vea lo verá borroso». Ellos no saben que Saúl el escritor los está mirando, y hasta los ha perseguido por varias calles sorteando el temor a ser descubierto. Con el celular, furtivamente va cazando cabezas en el bus, las salas de espera, el metro, los centros comerciales… no hay lugares ni tiempos oficiales para encontrarse con sus personajes. Sin remedio sigue buscando algo que se la ha perdido o que nunca ha tenido, las «ficciones mías» que lo alimentan. Tampoco se sabe si en sus obras habla de ellos o de sí mismo. O si se sabe. Todos son lo mismo. En las narraciones se evidencian las vidas de los otros; por momentos, solo se sugieren. El escritor deja que los lectores participen de lo que podría o no ser, en esos seres anónimos atrapados por el lente de un fotógrafo anónimo. […] La exposición La otra cara del retrato, pensada especialmente para The Gallery At Divas por el escritor Saúl Álvarez Lara, interpela la mirada y su capacidad por ir más allá de las superficies. Cuestiona qué tanto podemos acceder a reconocer, en cada persona, su verdadero rostro. En esta zona de Barbacoas, tan llena de historias, donde pareciera que se vive al borde, al borde de las condiciones morales aceptables, al borde de las definiciones concretas sobre el cuerpo, al borde de la legalidad, al borde de los cánones oficiales, en esta sociedad donde la mayor certeza pareciera no saber que esperar de los demás, donde nos enseñan a no confiar, Saúl concilia a la humanidad por su invisibilidad, les inventa historias, nos permite empezar de nuevo. El escritor se ha tomado el derecho de crearlos otra vez. No podemos acceder a sus rostros, pero sabemos sus historias, y para Saúl es todo lo que tenemos que saber para dejarlos en paz.
Omar R. Hidalgo
Curador
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Saúl Álvarez Lara
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Lila
En la estrechez del pasillo, quizá por la hora, era imposible que se expandiera, sin embargo parecía a sus anchas. Ella era estrecha, no muy alta, quizá más baja que el promedio y por eso era posible ver el entramado superior de la moña de doble altura, una verdadera obra de estilismo. La estrechez me obligó a estar tan quieto como ella. No vi su cara pero la imaginé alargada, frente alta, cejas, pestañas y ojos oscuros como el pelo. Sobre todo imagino la boca roja, fruncida, quieta, sin sonrisa, que se aviva cuando habla en el tono altisonante de algunas damas de apariencia estrecha. Cerca de veinte minutos compartí el trayecto con la moña que llamé Lila. Cuando la perdí de vista al bajar del metro su figura quedó grabada en la memoria; no pude dejar de calcular el largo de su cabellera, la dificultad para peinarla y sobre todo la pericia para armar y desarmar cada día la moña en la cima de su cabeza. Se me ocurrió, luego de algunos días, que probablemente, ¿por qué no?, la moña era un postizo que Lila pegaba y despegaba cada mañana antes de salir a la calle…
Fuente:
Álvarez Lara, Saúl. La otra cara del retrato. Ficción La Editorial, Medellín, abril de 2020.