Presentación
Un viaje por
tres civilizaciones
Romana – Griega – Egipcia
—Julio 10 de 2007—
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Presentación de “Un viaje por tres civilizaciones” de Javier Henao Hidrón (Medellín, 1937). Abogado, ajedrecista, docente universitario en Medellín y Bogotá, se ha desempeñado como Secretario de Gobierno de Medellín, Secretario de Educación de Antioquia y Magistrado del Consejo de Estado. Autor de “Panorama del Derecho Constitucional”, “Constitución Política de Colombia” (comentada), “El poder municipal”, “Al ritmo del tiempo – Testimonio de una afición por el periodismo”, “Uribe Uribe y Gaitán – Caudillos del pueblo” y “Fernando González – Filósofo de la autenticidad”. La obra recoge su periplo por Roma, Grecia y Egipto en compañía de su esposa Mónica Benfenati, argentina, y de su hijo Gonzalo.
La presentación del autor y de su obra estará a cargo de Liliana Vélez de Restrepo, periodista de El Colombiano con amplia trayectoria en viajes y crónicas, y el escritor caleño Hugo Cortés Lozano, asesor cultural del Concejo Distrital en Bogotá, ofrecerá un recital con poemas de su autoría.
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A manera de
introducción
Por Javier Henao Hidrón
Aunque breve, de tan solo veintiséis días, el viaje familiar por Italia, Grecia y Egipto realizado a mediados del año 2005, nos dejó una serie de hondas y gratísimas vivencias. Complementadas con lecturas y reflexiones, quiero ahora compartirlas con “desocupados lectores”, si se me permite parodiar a Cervantes.
La importancia y singularidad de esos países consiste principalmente en que fueron escenario de tres grandes “civilizaciones”. Este concepto de la terminología convencional suele vincularse a un grado de progreso significativo y coherente, producto de la expresión por parte del ciudadano —civis— de una forma de vida social que realiza sus valores más elevados en un lapso de tiempo prolongado, que para Oswaldo Spengler generalmente se sitúa alrededor de un milenio. Este investigador, empero, prefiere reemplazar dicho vocablo por la denominación de “ciclos vitales de cultura”, los que compara con las plantas en cuanto, como éstas, nacieron, crecieron, lucharon por su supervivencia y murieron, ubicados en una Historia Universal mucho más amplia en la cual dejaron marcadas sus propias huellas con sentido trascendente.
En orden cronológico, aquellas tres civilizaciones son: la egipcia, la griega, y la romana, si bien en la clasificación ideada por el citado autor alemán quedan reducidas a tan solo dos: la egipcia y la helénico romana o clásica, a la que llama también “apolínea” por la excelsa manifestación de la belleza en el conjunto de sus obras de arte.
“Hemiciclo”
Hippolyte Delaroche
(1797 – 1856)
En otros autores aquella herencia, unida, de la Grecia y la Roma clásicas se identifica con el concepto de civilización occidental, aunque en este supuesto sería preferible referirse a su primera fase, pues conforme a la clasificación spengleriana la misma es seguida por otra Alta Cultura: la europea occidental o “faustiana”, la que hace surgir hacia el año 1.000 de nuestra Era, en los albores del estilo románico y de las Cruzadas, y que constituiría su segunda fase. Respecto de esta última, fue la percepción de los factores que indican el decaimiento de las civilizaciones —que para Spengler son comunes a todo ciclo cultural— lo que dio origen a la publicación al terminar la Primera Guerra Mundial de su clásico libro “La Decadencia de Occidente”. Ciertamente se trata de dos civilizaciones, cada una con su espacio cronológico y características propias, que podrían ser distinguidas aludiendo a la civilización occidental clásica y a la civilización occidental moderna.
En la historia de la humanidad han sido identificadas una dos decenas de civilizaciones, pero Spengler reduce a ocho las de “alto nivel” cultural. La clasificación incluye, además de las tres que se acaban de citar (egipcia, helénico romana y europea occidental), la babilónica, la china, la hindú, la árabe y la maya. Toynbee agrega otras de menor nivel: la minoica, la sumeria, la hitita, la bizantino-ortodoxa, la ruso-ortodoxa, la japonesa-coreana, la siria, la iraniana, la andina, la mexicana, la yucateca.
Las formas históricas de cada una de las mencionadas civilizaciones, esto es, su morfología, comprende un variado conjunto de modos de expresión: costumbres, arte, derecho, ciencias, técnicas, idiomas, religión, ideas y opiniones, organización social y económica. A pesar de los insalvables flujos y reflujos, de períodos de esplendor y de crisis, la fuerte identidad manifestada por los respectivos pueblos tuvo la aptitud necesaria para trascender el severo transcurso de los siglos, haciendo surgir diversas civilizaciones, en las que se manifiesta un rico legado artístico, cultural y científico que sigue siendo objeto, a la par, de admiración entusiasta y cuidadosos estudios.
Un resumen del recorrido es el siguiente. En Italia, empezando por el norte, fueron visitadas Milán, Verona, Padua, Venecia, para después seguir hacia Florencia, Asís, Roma – El Vaticano, con prolongación a Nápoles y Pompeya. En Egipto lo primero fue conocer su populosa capital (que con Giza, donde están las tres grandes pirámides, conforma el Gran Cairo) y el activo puerto de Alejandría, donde sobresale su admirable biblioteca; después, desde Luxor (antigua Tebas), capital arqueológica, se hizo por el río Nilo el clásico crucero que conduce hasta Aswan. De regreso a El Cairo y tras cruzar el Mediterráneo, en Grecia el recorrido comprendió Atenas y el puerto del Pireo, así como Delfos, con las ruinas de su santuario-oráculo, y un crucero por el Mar Egeo que permitió apreciar el hermoso panorama que ofrecen las islas griegas, deteniéndose el buque en las de Myconos, Patmos, Rodas, Creta, Santorini, y además en el puerto de Kusadasi, territorio de Turquía, próximo a la que fuese importante ciudad de Éfeso.
Tres observaciones adicionales. La primera es para indicar que la organización del viaje se hizo por intermedio de una agencia del ramo, bogotana, la que a su turno realizó los contactos pertinentes con empresas similares de los países visitados. El cumplimiento resultó admirable. En cada aeropuerto fuimos recibidos por un guía que se encargaba de nuestro traslado hasta el hotel, mientras que otro guía especializado —italiano, griego, o egipcio, según el país visitado, pero que hablaba español— nos acompañó en las diferentes excursiones.
La segunda para puntualizar que nos correspondió la época de verano, estación donde la temperatura suele fluctuar entre 30 y 40 grados centígrados. Por eso utilizamos tenis (Europa) o sandalias (Egipto) y ropa ligera, haciéndose aconsejable llevar alguna botella de agua para calmar la sed. En este último caso, como contraste, la costumbre egipcia consiste en combatir el calor con el calor y para ello ingerir té caliente.
La tercera es en torno al predominio del idioma inglés. Los avisos e informaciones de interés para el público, en Italia estaban escritos en italiano e inglés, en Egipto en árabe e inglés y en Grecia, en griego e inglés. En Italia y Grecia, y esta anotación es válida para casi toda Europa, es común el uso del inglés; la comunicación se hace en este idioma con las azafatas de los aviones, los recepcionistas de los hoteles, empleados de almacenes, meseros de restaurantes, conductores de taxis, en demostración clara del nivel educativo de sus habitantes y de la condición expansionista de dicho idioma, que empieza a darle ribetes de globalidad. En Egipto el inglés es idioma obligatorio para los guías de turismo y, en general, es el utilizado por el personal encargado de comunicarse con los extranjeros.
Fuente:
Henao Hidrón, Javier. Un viaje por tres civilizaciones – Romana – Griega – Egipcia. INVest Impresiones, abril de 2007.