Conferencia

La visión crítica y provocadora de
Fernando González sobre
la Independencia
de Colombia, Simón Bolívar y Santander

Octubre 22 de 2009

Conferencia "La visión crítica y provocadora de Fernando González sobre la Independencia de Colombia, Simón Bolívar y Santander" - Por Frank David Bedoya Muñoz

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Frank David Bedoya Muñoz (Medellín, 1978). Historiador de la Universidad Nacional y fundador de la Escuela Zaratustra, ha sido maestro del Gimnasio Internacional de Medellín y de la Escuela de Formación Popular de la Red Juvenil. Actualmente desarrolla la investigación “Historia de la Corporación Jurídica Libertad” y es coordinador de Cedetrabajo – Capítulo Antioquia. Entre sus publicaciones se destacan “1815: Bolívar le escribe a Suramérica”, “Comentarios a las vidas y obras de Simón Bolívar y Friedrich Nietzsche”, “Bicentenario de Colombia: 200 años de la frustración del proyecto político de Simón Bolívar” y “Medellín, entre la vida y la muerte”.

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De Cartas a Estanislao

Aquellos treinta años, de 1795 a 1825, son un punto luminoso en nuestra historia; el recuerdo y el estudio de las personalidades de aquellos hombres de entonces, es la única palanca que veo para sacar a Suramérica de la miseria en que vive. Sobre todo, Bolívar, sus modos, sus regímenes, sus ideas, sus esperanzas: hay que mamar mucho de ese genio. Ahí está la fuente de una motivación nueva para la juventud.

A ello se opone, en Colombia, la personalidad de Santander. Fue y continúa siendo un gran obstáculo. En Bogotá viven aún de su herencia. La literatura, la enseñanza, las costumbres, los ideales todos están envenenados por este hombre. La diplomacia colombiana, tan ruin, y que se opone a la unidad suramericana, procede de Santander.

Fernando González

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La visión crítica y provocadora de Fernando González sobre la Independencia de Colombia, Simón Bolívar y Santander

Fragmento

Por Frank David Bedoya Muñoz

Cuando encontré una definición de lo que era un filósofo, en la obra Más allá del bien y del mal de Friedrich Nietzsche, inmediatamente se me vino a la mente el nombre de Fernando González.

Dice allí Nietzsche:

“Un filósofo: es un hombre que constantemente vive, ve, oye, sospecha, espera, sueña cosas extraordinarias; alguien al que sus propios pensamientos golpean como desde fuera, como desde arriba y desde abajo, constituyendo su especie peculiar de acontecimientos y rayos; acaso él mismo sea una tormenta que camina grávida de nuevos rayos; un hombre fatal, rodeado siempre de truenos y gruñidos y aullidos y acontecimientos inquietantes. Un filósofo: ay, un ser que con frecuencia huye de sí mismo, que con frecuencia se tiene miedo a sí mismo, pero que es demasiado curioso para no ‘volver a sí mismo’ una y otra vez…” (1).

Esta es pues la definición exacta para nombrar a nuestro filósofo Fernando González, parece que hubiera sido escrita para él.

Pero miremos cómo se definió Fernando González a sí mismo:

“Me definiré: creo ser detective de la filosofía, de la teología y de la virtud. Mi madre me parió cabezón, pero infiel; Dios me atrae, pero las muchachas no me dejan. Me explicaré: unas diez veces he creído acercarme a la verdad, y las muchachas me han hecho caer. Ocho por ciento tengo, pues, de filósofo. El resto está entregado al mundo y al demonio, pero nunca he dicho una mentira. Resumiendo, diré que soy un hombre, espíritu que desde la carne y por medio de los sentidos atisba con fruiciones a la verdad desnuda. Soy, pues, retratista” (2).

Retratista de nuestra alma, de nuestra personalidad, de nuestra historia. Sus obras-retratos siempre le hicieron honor a la verdad, como él mismo decía, a la verdad desnuda; honor a la autenticidad, a la jovialidad, a la crítica. Su obra fue siempre vital, sus Pensamientos de un viejo, su Viaje a pie, su Simón Bolívar, su Maestro de escuela, su Revista Antioquia… Por sólo mencionar algunas de sus obras… Obras llenas de psicología, de sabiduría, de bufonadas… en ellas siempre encontraremos la verdad desnuda acompañada de una carcajada… Su sabiduría parte de su desgarrador conocimiento de sí mismo. De su capacidad para, en primer lugar, reírse de sí mismo. De tomar distancia y retratar con gran maestría nuestras muchas tragedias y comedias.

Nada más exacta que la presentación que hace Ernesto Ochoa Moreno sobre el filósofo de Otraparte:

“Fue Fernando González un espíritu rebelde y pugnaz, pero al mismo tiempo hondamente amador de la vida y de la realidad colombiana que fustigó. Logró forjar un pensamiento filosófico a partir de nuestra idiosincrasia, utilizando un lenguaje tan propio de nuestro pueblo que le valió ser calificado de mal hablado. Fue un ‘maestro de escuela’ que escandalizó y al mismo tiempo abrió derroteros hacia la autenticidad. Lo condenaron por ateo y, no obstante, fue un místico. Escribió en una prosa limpia e innovadora, pero ‘para lectores lejanos’. Se proclamó maestro pero, según sus mismas palabras, no buscaba crear discípulos, sino solitarios. Su obra es siempre nueva, fresca y conturbadora. Y su vida fue eso: un viaje de la rebeldía al éxtasis” (3).

¿Quién fue Fernando González? El filósofo más auténtico y vital que ha tenido Suramérica. En Colombia, la mayoría de personas aún no conocen sus obras, pues la enajenación del pensamiento aún permanece. Pero todo aquel que ha leído alguna obra de Fernando González se ha sentido liberado y si no, por lo menos, provocado a pensar. Yo me atrevería a decir que la mejor escuela de jóvenes que podría llegar a tener Colombia sería aquella que incitara a leer la obra de Fernando González, o mejor dicho, si me fuera encomendada la educación de un joven, lo retiraría algunos años del colegio, y lo pondría a leer, en primer lugar, todos los libros de Fernando González.

Su obra es incitante, liberadora, y provocadora, despierta siempre en sus lectores la crítica, la jovialidad y la inteligencia. Hoy nos acercaremos a sus dos libros: Mi Simón Bolívar y Santander, espero que el momento y lo dicho sean dignos de él.

En 1930, cien años después de la muerte del Libertador, Fernando González publicó Mi Simón Bolívar e inmediatamente desató las más ruidosas polémicas, por las críticas a Santander. En 1940, cien años después de la muerte de Santander, ahora publica su polémico libro titulado simplemente Santander. Ahora, el escándalo de la oligarquía es peor. La polémica es tanta que el gobierno intenta recoger la edición e impedir su difusión, algo parecido a lo que ya había hecho la iglesia en 1929 cuando decretó sobre el libro Viaje a pie lo siguiente:

“El libro del doctor Fernando González, ‘Viaje a pie’, está vetado por derecho natural y eclesiástico, y por tanto su lectura es prohibida bajo pecado mortal. El presente Decreto será leído en todas las iglesias y capillas de la ciudad arzobispal y publicado por la prensa para conocimiento de los fieles” (4).

El libro Santander desató pues igual o más indignación en la conservadora sociedad intelectual y política de la época, y hoy, casi 100 años después, sospecho yo, que tampoco hace mucha gracia que se reviva la palabra de Fernando González sobre la independencia en Colombia, no vaya a ser que le dañe el festejo del Bicentenario a la aún conservadora oficialidad.

¿Cómo analizó Fernando González la independencia de Colombia?

Voy a repetir acá unas palabras que dije en este mismo escenario, de las tertulias de Cedetrabajo, hace un año. Decía:

“Acá celebramos los 20 de julios, sin mucha claridad al respecto, la inmensa mayoría no entiende que esta fecha simplemente fue un preludio de una patria boba, que con justa razón se llamó así puesto que los tales gritos de independencia que se dieron en esa fecha, fueron gritos de criollos privilegiados que simplemente querían ocupar el poder de los españoles para su propio beneficio, y peor aún, que todavía juraban lealtad a un rey español. Efectivamente, nuestra verdadera independencia y nacimiento de nuestra república se dio el 17 de diciembre de 1819, pero esta fecha es ignorada por la mayoría de los colombianos, y sospecho que este olvido no es casual ni gratuito”.

Sigo pensado lo mismo, pero hoy dejaré que lo diga Fernando González, de una manera más contundente y en tan sólo un párrafo:

“20 de julio. Francisco Morales y José González Llorente, chapetón y criollo, se habían agarrado y dado de trompadas en una tienda, por motivo de un florero: ¡Cabildo abierto! Los chapetones, sorprendidos, fraternizan. Junta Suprema: presidente, el virrey, pero ejerce el vicepresidente, don José Miguel Pey. Bailes populares, discursos: ¡Ya mandamos nosotros!… ¡Viva Fernando VII!..” (5).

El 20 de julio es en verdad una fecha que recuerda la sociedad bogotana que ha imperado en Colombia, por eso diría yo, que ahí, en ese tal grito, que terminaba con la frase “¡Viva Fernando VII!”, no se inicia la independencia, sino la comedia de la triste Nueva Granada. Nuestra verdadera independencia comenzó en un hombre llamado Simón Bolívar, Nariño pasó la mitad de su vida en la cárcel, Camilo Torres fue fusilado por Morillo, Santander se escondía en los llanos… Y bueno, sabemos más del tal florero que de las heroicas vidas de Policarpa Salavarrieta, Ricaurte o Girardot.

Ver texto completo aquí.

Notas:

(1) Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal.
(2) Fernando González, Mi Compadre.
(3) Ernesto Ochoa Moreno, De la rebeldía al éxtasis.
(4) Prohibición de Viaje a pie.
(5) Fernando González, Santander.

Fuente:

Fragmento de la ponencia elaborada por Frank David Bedoya Muñoz y presentada en el Pequeño Teatro en el marco de las tertulias de Cedetrabajo. Medellín, 6 de julio de 2009.