Conferencia
Fernando González
Una filosofía
en movimiento
—Julio 16 de 2009—
Foto © Guillermo Angulo (1959)
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Fernando Castro T. (Medellín, 1984) es estudiante de filosofía de la Universidad de Antioquia, coordina el ciclo de conferencias sobre Software Libre en Otraparte y actualmente forma parte del equipo de trabajo de esta Corporación, donde nos apoya con sus conocimientos en sistemas y en la digitalización y organización de los archivos de la Casa Museo.
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De Viaje a pie
Por ese camino, ya lejos del marco estrecho de nuestros treinta y tres años, lejos de las ideas generales suministradas a precios altísimos por el Negro Cano, lejos del monótono amor de nuestras primas, abrimos los ojos y vimos que todo es amor y muerte. Unos racimos de flores inverosímiles, moradas, carnosas, servían de regios lechos amorosos a los insectos, a los pistilos y a los estambres.
Nos encontramos dos viejas que sirven de correo hebdomadario entre Medellín y La Ceja. Reparten en las casas riberanas al camino todo lo que necesita el hombre primitivo: tres o cuatro noticias, ollas y recados amorosos.
“Todo depende del ánimo”, nos dijo una de estas viejas al preguntarle si llegaríamos a La Ceja. ¡Qué frase tan llena!
Desarrollamos la idea de la anciana en la siguiente forma:
Los que triunfan, lo deben a una creencia arraigada, generalmente a la creencia en sí mismos. Son fracasados los que no han creído en algo que les sirviera de columna vertebral para desarrollar su personalidad; algunos, muy interesantes por cierto, creyeron fuertemente, pero la creencia se desvanecía para ser reemplazada. Estos son aquellos de quienes se dice: “Eran muy inteligentes y nada han realizado; ¡qué inexplicable!”.
He aquí un joven de facultades mediocres; pero, ¡qué hermoso porvenir el suyo! Está hinchado de egoencia como un sapo bravo. Cree en sí mismo con una convicción jesuítica. Y es constante en el amor a sí mismo, como tu estúpido amante a ti, grácil Julia. Claro que ama su labor, pues si ama su persona, no se cansa en su trabajo. Este es malo hoy, pero mañana o después, ¿quién será capaz de igualarlo? El mundo lo buscará, lo necesitará. Este jovenzuelo chilla como una virgen, y al fin, todos miran y lo perciben y acaban por creer lo mismo que él: en la enorme joroba de su egoencia.
Hay que curar al fracasado haciéndole creer en sus fuerzas, en su importancia. Los educadores (y todos lo somos, ya del niño, ya del amigo enfermo, ya del prójimo decaído) deben hacer nacer o renacer la fe en las fuerzas propias.
(…)
Nuestra idea, nuestra pobre opinión acerca de un problema jurídico, no fue aceptada por la Academia, cuando la expusimos… Después la dijo un pirata lleno de vida, y la dijo con no sé qué, con cierto ardor…, y fue aceptada, admirada. No podemos quejarnos: lo aceptado fue la fuerza vital de aquel pirata.
En definitiva, lo que hace mover al mundo no es sino el ánimo de los héroes.
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Fernando González,
una filosofía en movimiento
—Fragmento—
Por Fernando Castro T.
Hablar de Fernando González como filósofo puede ser un poco problemático, ya que él mismo se auto declaró “aficionado a la filosofía”, pero la filosofía no es algo rígido, y para ser un pensador, para cuestionarse sobre el mundo, no es necesario ser esto o aquello, simplemente basta con extrañarse del mundo, tomar un poco de distancia y preguntarse por las cosas que te parecen merecen ser cuestionadas. Fernando era una persona en un constante extrañamiento del mundo y de sí mismo.
Este extrañamiento lo llevaba a estar en movimiento todo el tiempo, en un ir de aquí para allá, “atisbando”, palabra que tanto le gustaba y que es una de las principales ideas de su pensamiento, porque atisbar es estar en una constante búsqueda, una búsqueda sin término, que irá determinándose en el movimiento mismo de la vida. Ya dirá al comenzar el Libro de los viajes o de las presencias (1959):
“Al regresar a mi tierra y gente me sentí como en casa y me di nuevamente a callejear, caminar por la carretera, sentarme en las barrancas y en los cafés de las aceras, para atisbar agonías, entierros y mujeres, que son mi vocación. Primero son las agonías; segundo, los entierros; tercero, las muchachas y, como si en ellos estuviesen estos temas, los tipos como idos, que se quedan por ahí parados, mirando sin ver y de quienes la gente se aparta desde lejos y dicen que vinieron no se sabe de dónde y les atribuyen todo lo que les asusta y presienten. Son agonizantes. En realidad, las cuatro son una sola vocación”.
Leer a Fernando González es una invitación a moverse, a caminar, a observar el mundo detenidamente, extrañándose siempre de él y sobre todo de uno mismo. Hay que tomar distancia para poder mirarse y encontrarse a uno mismo y al mundo. Siempre la invitación es no perder la curiosidad que tenemos de niños, que al parecer se desvanece con el tiempo. Esta charla tratará sobre esto, del atisbar, del despertarse, del estar siempre en movimiento para que las ideas no se estanquen, del pensamiento en constante renovación, del preguntarse insaciable que demuestra Fernando González en el transcurso de su obra.
Uno de los trabajos suyos que más me ha impresionado es el Libro de los viajes o de las presencias. Desde mi punto de vista, leerlo es leer la vida misma de Fernando González. La vitalidad y la fuerza de González se ven representadas en un texto que recoge las conclusiones de un hombre que vivió siempre atisbando.
Atisbar es una idea que se repite en este texto y representa una forma de verse a sí mismo y de ver la vida, las acciones y el desarrollo del individuo. El proceso de individuación se ve realizado en la idea principal de este libro, que es el alcanzar la “Intimidad” por medio del “desnudarse”, que es el mismo vivir, y la vida es un viaje, según González un desnudarse indefinido.
En este texto encontramos a un Fernando vivo, fuerte, consciente de su realidad inmediata, pasada y futura, un González presente en todo el proceso que ha sido su individuación, un González que se mantiene desnudo y se descubre en una búsqueda metafísica relacionada con la presencia del ser en la vida y la observación constante de la misma.
Fuente:
Comunicación personal.