Presentación
Crónicas de
un inminente
etnocidio en
el cañón del
río Cauca
—Mayo 9 de 2013—
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Jorge Eliécer David Higuita es antropólogo, fotógrafo y viajero. En sus propias palabras: “Nómada del vivir, el pensar y el hacer. Múltiple por tanto. Escarabajo y pájaro a la vez”. Oriundo del cañón del río Cauca en el Noroccidente Antioqueño, ha incursionado también en el periodismo, la poesía y el video durante sus numerosos viajes por América Latina. “Crónicas de un inminente etnocidio en el cañón del río Cauca” obtuvo el premio en el área de literatura, modalidad crónica, de la primera convocatoria de estímulos al talento creativo realizado por la Gobernación y el Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia en 2012. Además de la publicación del libro se realizó una exposición fotográfica itinerante que ilustra el proyecto. Según el autor, se trata de “un texto crudo sobre un tema de gran actualidad, en el que han primado el engaño y la argucia para ocultar las verdaderas problemáticas de un megaproyecto hidroenergético como es Hidroituango; y las características de un territorio hermoso, escarpado y febril, desconocido hasta ahora para los antioqueños y el mundo, y que inicia, merced al mencionado proyecto energético, una irreversible transformación”.
Presentación del autor
por Arnubio Roldán Echeverry
(Revista Quitasol)
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A los herederos del Gran Cacique Mestá, de Virgilio Sucerquia y Valentín David, héroes indígenas del Gran Cañón del Cauca en el Noroccidente de Antioquia.
El Autor
… y de ambos padres heredé el amor por la vida grande y bella, la cual es para mí, por ende, como una solemne y lejana tempestad en el río Cauca…
Fernando González
Aquí estoy, con mis plumas de guacamaya en la cabeza, y con este ardor de guerra en la garganta que no se apaga desde el día que los hombres de a caballo invadieron estas tierras. Ellos, los de a caballo y los de armas parecidas al trueno, creyeron que me habían vencido. Pero no es así, nuestra tierra tuvo dignidad y fue defendida por sus hijos con su sangre, sus dientes y su calmado vivir de dueños legítimos.
Gran Cacique Mestá
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Jorge Eliécer David Higuita
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Réquiem por
el río Cauca
—Prólogo—
“Una civilización que se muestra incapaz de resolver los problemas que su funcionamiento suscita es una civilización decadente. Una civilización que decide cerrar los ojos a sus problemas cruciales es una civilización enferma. Una civilización que escamotea sus principios es una civilización moribunda”.
Aimé Césaire
En el Cañón del río Cauca del Noroccidente de Antioquia, todos sus habitantes han sido sistemáticamente deslumbrados por una gigantesca obra de ingeniería para la generación de hidroenergía. Todos y todas, empezando por sus dirigentes, han sido deslumbrados y engañados con el eufemismo del “progreso”. Pero es necesario preguntarse: ¿Qué clase de progreso es? ¿Y progreso para quién? Me refiero al progreso como concepto asociado al bienestar, la prosperidad, la calidad de vida, el desarrollo sustentable, y el logro de realizaciones personales y colectivas en condiciones de equidad y paz, y me refiero al proyecto hidroeléctrico Ituango que se implementa en la cuenca media del río Cauca del departamento antioqueño.
Desde el punto de vista técnico es una obra ingenieril para deslumbrar, de la magnitud de las grandes hidroeléctricas del mundo, tales como la de Itaipú en Brasil-Paraguay, y por tanto la primera en capacidad de generación en Colombia (2.400 Megavatios MW, con ocho unidades de generación). Es indudable que desde ese punto de vista técnico y de sus réditos económicos una vez esté funcionando, es una maravilla, un reto para la imaginación y un desafío a la naturaleza y sus dioses. Pero desde sus consecuencias ambientales y socioculturales para las comunidades de los municipios donde se ubica el proyecto, sus impactos negativos van creando un desastre. Sólo ahora, cuando el proyecto hidroeléctrico lleva más de 3 años en su construcción, empiezan a notarse sus verdaderos impactos, y la conciencia ciudadana empieza a preguntarse si era cierta tanta maravilla promulgada por sus ejecutores: Empresas Públicas de Medellín EPM y su séquito de contratistas.
Porque con esta “magna” obra hidroeléctrica no sólo está amenazado de muerte el río Cauca —espacio patrimonial para sus habitantes ancestrales—, que representa en términos socioculturales la segunda cuenca hidrográfica de mayor importancia para el país, después del río Magdalena. El río Cauca, que nace bien al sur, cerca de la Laguna del Buey del Macizo Colombiano en el Departamento del Cauca, y que luego se funde en el Gran río de la Magdalena, recorriendo 1.350 Kilómetros y atravesando zonas inmensamente ricas ubicadas en 9 departamentos (Cauca, Valle del Cauca, Quindío, Risaralda, Caldas, Antioquia, Córdoba, Sucre y Bolívar), beneficia de manera directa a 10 millones de personas (aproximadamente el 22% de la población nacional) (1), quienes utilizan sus aguas para suministro de acueductos, sistemas de riego, pesca, extracción de minerales, navegación y recreación, entre muchos otros. El proyecto hidroeléctrico Ituango afectará este ciclo natural de flujos y reflujos, de “subiendas” y bajadas de peces, del ir y venir de sus múltiples habitantes por sus playas y caminos, no sólo en el Noroccidente de Antioquia, sino también aguas abajo del sitio de presa, tales como Puerto Valdivia, Tarazá, Caucasia y los siguientes pueblos que conforman la zona de humedales conocida como “La Mojana”; pero también aguas arriba, porque el flujo de conexión natural del mar Caribe con el Páramo o Volcán de Puracé será interrumpido. Para los amantes de la vida esta es una tragedia sin precedentes, un ecocidio; por el contrario, para los tecnócratas es un símbolo más de la victoria de la técnica sobre la naturaleza. Será entonces una puñalada más a la tierra y sus aguas que permitirán la iluminación de muchas ciudades en Centroamérica, en Colombia y otros países del sur. Ciudades iluminadas a costa de “estrangular” al río Cauca, de taponar el precioso “Patrón Mono” y de propiciar la extinción de plantas, animales y culturas que no tendrán otra oportunidad sobre la tierra. ¡Réquiem por este río que lleva miles de años danzando por entre valles y peñoleras! ¡Réquiem por este río y aleluyas a la técnica, que por sólo 50 años de vida útil sacrificará los millones de años de vida que aquel ha tenido!
Vuelvo a preguntar: ¿Qué clase de progreso es éste? ¿Y progreso para quién???
Porque no habrá prosperidad para el “Pueblo Cañonero” (últimos descendientes de la gran nación indígena Nutabe) que serán desplazados y disgregados de su tierra ancestral con la construcción del Proyecto Ituango; todo lo contrario, el proyecto hidroeléctrico propiciará su ruina cultural… y si duele la muerte de un ser o de una persona cualquiera, ¡¿cómo no va a doler la muerte de una cultura?! Ninguna conciencia colectiva podrá con este peso. Hace rato que lo explicó con detalles el gran Dostoievski en su novela Crimen y castigo: la culpa no puede ser eludida. ¿Cómo va a hacer el estado colombiano, y en particular el gobierno departamental de Antioquia (que se enaltece además con el slogan de “Antioquia, la más educada”) para deshacerse de este “pecado” de muerte, si no detiene este posible fin del Pueblo Cañonero y su río Cauca?
Según la ley máxima de nuestra república colombiana, nuestra constitución política de 1991, la obligación del Estado es proteger la biodiversidad y la multiculturalidad. Según esta norma de máxima jerarquía, el Estado debe propender por conservar los distintos pueblos étnicos e incentivar su crecimiento, así como conservar los recursos naturales; todo lo contario a hundirlos o ahogarlos.
La Organización de Naciones Unidas ONU llama a esta acción de desaparición forzada, etnocidio y ecocidio, y la sociedad que practique esta acción aberrante, que condenan la mayoría de naciones del mundo, nunca podrá considerarse como bien educada. Todo lo contrario, esas sociedades serán juzgadas por la historia y los tribunales internacionales como pueblos salvajes y hogares para la muerte.
Nuestra pregunta fundamental es la siguiente: ¿Nuestros gobernantes actuales del departamento de Antioquia y su capital Medellín, aplicarán el cometido máximo de sus slogan de gobierno, “Antioquia, la más educada” y “Medellín, un hogar para la vida”, permitiendo con la construcción del proyecto hidroeléctrico Ituango la destrucción de dos grandes patrimonios: el río Cauca y su Paisaje Cultural cañonero; y otro, el último eslabón del pueblo indígena Nutabe que queda en el planeta tierra? ¿Cómo garantizarán su permanencia y continuidad?
Es de lo que trata este libro, que hace parte del premio ganador en el área de literatura, modalidad crónica, de la “Primera convocatoria de estímulos al talento creativo, Antioquia 2012”, promovido por la Gobernación de Antioquia. El libro está estructurado en dos partes. En la primera se presentan varias crónicas sobre distintos lugares del Noroccidente de Antioquia, a partir de las visitas efectuadas en campo; en la segunda parte se muestran algunos relatos recreados por el autor, a partir de ciertos personajes emblemáticos del Cañón del Cauca, por lo que el estilo de escritura cambia de una estructura objetiva hacia la ficción o el uso encarnado de esos personajes. Todo lo anterior, desde la concepción de la crónica como aquella escritura en la que “se trata de narrar los hechos a través de una subjetividad; de colorearlos con nuestra propia apreciación al tiempo que se van narrando; de fundir relato y comentario en la misma frase” (2).
¡Bienvenidos/as a su cauce!
Notas:
(1) | “En sus 1.350 km de recorrido, el río Cauca es vertedero de aguas residuales de más de 10 millones de personas. La primera gran carga contaminante la recibe en la ciudad de Popayán, donde varios ríos y quebradas traen aguas residuales no tratadas de cerca de 400.000 personas… “En el resto de su ruta, el Cauca recibe diariamente más de 330 toneladas de residuos orgánicos de ciudades como Manizales, Pereira y Medellín”. Wikipedia.org. Artículo consultado en noviembre 12 de 2012. |
(2) | Daniel Samper Pizano. Antología de grandes reportajes. Bogotá, Intermedio, 1990, pág. 14. (Citado por José Navia en Historias nuevas para la ropa vieja, Universidad de Antioquia, 2001). |
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Retrato del Gran Cacique Mestá, a partir de una alegoría realizada por Óscar Cardona y Jorge David.