Presentación
Espía
—Octubre 25 de 2012—
Ilustración de portada por
José Mauricio Arroyave Salazar
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Hernán Rivas Barrera (Medellín, 1975) es psicólogo de la Universidad de Antioquia y se desempeña como Director de Conocimiento e Insights en Etnológica. Ha sido profesor del módulo de Influencias Externas en el Consumidor en la Universidad Pontificia Bolivariana y director conceptual en Consultoría Pigmalión. Desde 2000 ha incursionado en el mundo del arte, principalmente atraído por la literatura y la música. Su ópera prima, “Espía”, obtuvo el Premio Latinoamericano de Primera Novela Sergio Galindo 2011, convocado por la Universidad Veracruzana de México. “Por su frescura y su promesa —en palabras del jurado— se trata de una obra llena de sentido del humor, con una propuesta narrativa fluida, sostenida e interesante (…). Es una historia de amor, del amor dentro del mundo de la droga y el narcotráfico”. “Espía” propone, por medio de diversas historias entrelazadas, una realidad íntima y sensible de su ciudad. Recientemente ganó la convocatoria de la Universidad Eafit para escribir el IV libro de la Colección “Empresarios Eafitenses”, y además prepara dos novelas, las cuales, anticipa, tratarán sobre el amor y el dolor que viven a diario los seres humanos, especialmente aquellos que habitan el ámbito cultural y geográfico de Latinoamérica.
Presentación del autor por Sandra Mendoza, Silvia Vallejo y Luis Guillermo Quijano.
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Puesta en juego la vida de Claudia, una dulce mujer, se revela una ciudad que intenta a cada instante superar lo que fue, lo que es y lo que de alguna forma seguirá siendo. Es una narración que se debate entre lo fantástico, el humor y los hechos que siguen teniendo lugar en las calles de Medellín. Una apuesta por la vida inmiscuida en la muerte; es la imagen de lo que la sociedad moderna ha hecho de los hombres, pero también de lo que por esencia no ha podido cambiar.
En un mundo de locura, drogas y espionaje inofensivo, el lector viaja en el tiempo en un recorrido que irrumpe en la memoria y cuyo hilo conductor puede ser tanto una palabra al azar como un trago de café puesto con toda la delicadeza necesaria.
Organizado a manera de historias paralelas, el libro galardonado con el Premio Latinoamericano de primera Novela Sergio Galindo 2011 tiene como idea principal la misión irónica, puesta en manos de Claudia, de salvar al mundo de una enfermedad vaticinada por una de las agencias de espionaje más reconocidas: la falta de amor. Pero el amor se esconde durante tramos largos mientras las otras dos protagonistas, Karla y Laura, van tejiendo sus historias que muestran de manera videográfica las secuelas de una guerra urbana que nos destroza.
Los Editores
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Hernán Rivas Barrera
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Espía
Capítulo 1: “The Spy Way”
“Hermosa, delicada y
extremadamente peligrosa”.
Claudia Mejía es espía, desde chiquita quería serlo, pero sólo hace algunos años recibió su diploma de la “International Spy School”. Ha tenido éxito en todas las misiones que le han asignado, ayer recibió honores por su trabajo y hoy le será revelada su próxima misión. Es niña índigo desde los cuatro años: es capaz de hablar por teléfono, ver TV, oír música y fumarse un cigarrillo al mismo tiempo. Tiene buena memoria visual, canta mientras se está bañando y desde que no haya llegado demasiado borracha, habla con “Jeremías”, “Polola” y “Lorenza”, sus gatos, antes de acostarse. Lo de ser espía no lo sabe nadie, por eso actúa como siempre lo ha hecho. Su familia la cree vaga por no haberse inscrito en la universidad, pero entre sus amigos es conocida como inteligente y vida buena. Es bonita y tierna, tiene un nickname secreto “Galatea” y uno conocido “La Pelirroja”. Un correo en hotmail que le sirve para entrar en el MSN mechoncitosypecas@hotmail.com, uno privado en yahoo para esperar sus misiones galateainn@yahoo.com y cuentas en Facebook y Twitter que le sirven como medio de difusión y de espionaje. Puede trabajar desde cualquier lugar, descansa los domingos y cambia de BlackBerry a iPhone según lo ejecutiva o interesante que quiera parecer. Usa habitualmente un audífono cuando escucha música en su iPod y prefiere la música en inglés al trabajar porque no se distrae oyéndola. Tiene un reloj de Hello Kitty, una memoria USB con capacidad de 80 gigas, cigarrillos de la marca que más le convenga para entablar conversaciones y un piercing en la oreja que le actúa bioenergéticamente.
Se toma el trabajo a título personal involucrándose mucho en lo que hace, saca vacaciones cuando termina alguna misión, dice tanto “de nada” como “a la orden” y “you’re welcome” cuando le dan las gracias por algo y sabe pedir Sprite sin que se le hagan hoyitos en los cachetes. Cumplió 24 años, es delgada y de cabello liso al que le está cambiando constantemente el peinado, el corte y el color, se parece a Sydney, la de “Alias” la serie de AXN y espera ansiosa el reencauche de Nikita, también dice que un buen trabajo es el que se vive en carne propia y por eso admira a Jim Morrison, Robert de Niro y Cindy Sherman. Le gusta pensar por instantes cortos cuando está sola y también le gusta dormir hasta las doce para cambiar el almuerzo por desayuno, no come arroz, ni papas, ni carbohidratos de ninguna clase mientras está de descanso, pero cuando es espía sabe que la comida es un arma de alcances incalculables; le gusta la carne pulpa (magra) y tiene una fascinación extraña por el chocolate, aunque está conciente que la engorda y que en muchos de los casos lo tiene que vomitar. Es flaca por constitución y por dieta y consume en la misma intensidad agua con gas, café, té y Coca-Cola.
Esa tarde Claudia entró en un bar, se sentó sola y pidió un Daiquirí de fresa. Esto que parecía una secuencia de hechos comunes y corrientes, era en verdad una serie de pasos que Claudia llevaba a cabo cuidadosamente los días en los que le sería revelada una misión: el bar que había escogido era Berlín, un bar de la calle 10 que no frecuentaba hacía más de dos años y en el que seguramente pasaría desapercibida. Desde la puerta, había hecho un paneo completo del lugar para analizar los rostros de las personas y había descartado posibles “gallinazos” (1), no se había sentado en la barra para no evidenciar su soledad y había ordenado un coctel que encajaba perfectamente con su figura.
Terminó su trago a los 43 minutos de haberlo ordenado y contenta con su papel de niña invisible, pidió otro y lo combinó con un cigarrillo; pero justo en ese momento, uno de los hombres de la barra se levantó y caminó en su dirección. Claudia había escogido esa mesa estratégicamente por la visión que le daba del bar, ¡pero había olvidado algo importante!: “estar siempre cerca de una salida”. Detrás no había nada, ni nadie, lo más probable era que el hombre estuviese caminando hacia ella. Por un momento sintió miedo, si la había descubierto intentaría liquidarla. Sus músculos se tensionaron y comenzaron a temblar, pero disimuló sonriendo fingidamente; cuando, de repente, el hombre se detuvo y mirándola fijamente, dejó caer una servilleta arrugada de sus manos y de una sutil patada la puso junto a sus tacones. Claudia pensó por un momento que la agencia había cambiado su táctica para entregar las misiones, pero descartó esa idea porque estaba a más de cinco horas del momento señalado. ¿Qué podía estar pasando entonces?, se preguntó, y dejándose llevar por su curiosidad, tomó disimuladamente la servilleta del piso y la desarrugó. La frase escrita con labial rojo logró conmoverla: “necesito su ayuda”, decía; y Claudia que al igual que muchos mafiosos y superhéroes tiene cierta inclinación por redimir a la humanidad, levantó su cabeza dispuesta a averiguar qué era lo que estaba pasando, pero para sorpresa suya el hombre ya no estaba, Que extraño, pensó, ¿Quién pide ayuda para luego desaparecer?, debía haber un mensaje oculto en todo esto: la servilleta, el labial, un hombre misterioso dirigiéndose a ella, ¡justo a ella en un día como ese en el que se había hecho la muerta para el mundo!; los hechos la absorbieron por completo y no pudo dejar de pensar en ellos, ¡Una mujer!, exclamó, ¡Detrás de todo debe haber una mujer!, se sorprendió víctima de las miradas de los que estaban en el bar, se achantó un poco y luego sonrió pícara, no debía exaltarse tanto. ¡Tum!, “It’s the time”, dijo su reloj, ¡Mierda!, exclamó de nuevo, se había olvidado por completo de su misión, habían pasado más de cuatro horas y tendría que apresurarse.
Claudia trabaja para una organización internacional, que envía un correo a su mail secreto, el cual tiene que leer en un tiempo máximo de dos minutos, al cabo de los cuales el mensaje se autodestruye. Los resultados de sus misiones son clasificados en dos grupos: los de alta confidencialidad, que van directamente a la agencia y que son los que hacen posible que el mundo pueda seguir siendo tal y como lo percibimos, y los de divulgación mundial, que son cargados en páginas web, “facebook”, “twitter”, “youtube”, “flickr” y “blogger” y a los que lógicamente tienen acceso todas las personas. Cabe añadir que las misiones involucran una gran parte de la sociedad, de la humanidad y del universo y que de ellas depende en un alto porcentaje la posibilidad que tengamos de adaptarnos al futuro del mundo sin sumirnos en una decadencia como la de Armand (Antonio Banderas) en la película “Entrevista con el vampiro”.
La agencia existe desde 1978 y hace veintidós años abrieron la primera sucursal en Latinoamérica, comenzando con una misión pequeña en Buenos Aires y otra en el D.F. Claudia es la segunda espía Colombiana, la primera también era mujer, pero fue eliminada antes que Claudia ingresara a la agencia. A veces se pregunta por qué un país tercermundista como el suyo es escogido para tratar asuntos tan delicados como la condición humana, pero generalmente termina respondiéndose que en su país son pioneros en muchas cosas y que si de condición humana se trata, es posible que aquí exista en todas sus presentaciones. Ella no le cree a noticias que tienen conclusiones como “Colombia es el segundo país más feliz del mundo”, pero sí a los documentales de la National Geographic, a las predicciones para la temporada otoño/invierno de la revista Vogue y al I Ching que le leen cada que cumple años. Ha aprendido que la puesta en marcha de los resultados que entrega se hace paulatinamente sin alterar el tiempo, que a muchas misiones hay que dejarlas madurar para concluirlas, que aguanta más tomando licores blancos que amarillos y que definitivamente el azul cielito no le queda aunque le guste como se le ve a las demás personas, que los días que no sabe qué ropa ponerse es mejor no salir de la casa y que hay tardes, por muy light que sea, que tiene que comerse un chicharrón de veinte patas sin que le de remordimiento.
Claudia llegó justo a tiempo al lugar en el que tenía planeado recibir el mensaje, su computador se conectó rápidamente y al cabo de 41 segundos apareció un letrero en la parte inferior derecha de la pantalla que decía “hay un nuevo mensaje en su bandeja de entrada”, señaló con el mouse el mensaje e hizo clic. En la parte superior izquierda apareció el reloj digital en cuenta regresiva desde los dos minutos y a los dos segundos comenzaron a rodar imágenes mientras una voz le hablaba por los auriculares, esta vez, por razones obvias, tenía puestos los dos: “El desbordante aumento de la tecnología, el surgimiento de nuevos y exigentes estereotipos de belleza, la valoración del tiempo en términos de productividad y la creciente sensación de soledad y vacío en los seres humanos, han llevado a nuestra organización a creer que el mundo se está sumiendo en una letal enfermedad. La decadencia de la magia y el amor.
Como resultado de investigaciones preliminares, hemos concluido que la mejor forma de encontrar nuevos caminos para que el mundo se libre del caos que hemos pronosticado, es llegando a los lugares donde no se ha detectado contagio. Uno de esos lugares es su ciudad Medellín.
Su misión, Claudia, si decide aceptarla, será rastrear el amor adentrándose en su magia y sintiendo en carne propia lo que está pasando con él. Tiene que tener en cuenta que podrá resultar gravemente afectada y que las secuelas que puedan quedarle con la investigación probablemente nunca desaparezcan. Además tiene que recordar siempre, sin importar lo perdida y afectada que esté, que no podrá revelar a nadie su verdadera identidad ni lo que pretende. No sobra decir que es la agente mejor capacitada para este trabajo y que estamos seguros de su grado de compromiso con el futuro del mundo. Si usted o alguno de sus allegados es capturado o muerto, la agencia negará cualquier conocimiento de sus acciones. Estaremos a la espera de sus resultados”.
“Este mensaje se autodestruirá
en cinco segundos”.
Nota:
(1) | Hombres desesperados que frecuentan bares en busca de mujeres con el sueño de llevarlas a la cama. |
Fuente:
Rivas Barrera, Hernán. Espía. Premio Latinoamericano de Novela Sergio Galindo, Universidad Veracruzana, México, 2011.