Escribir el vacío

—9 de noviembre de 2023—

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Pedro Arturo Estrada (Girardota, Antioquia, 1956) ha publicado «Poemas en blanco y negro» (Editorial Universidad de Antioquia, 1994); «Fatum» (Colección Autores Antioqueños, 2000); «Oscura edad y otros poemas» (Universidad Nacional de Colombia, 2006); «Suma del tiempo» (Universidad Externado de Colombia, 2009); «Des/historias» (2012); «Poemas de Otra/parte» (2012); «Locus Solus» (Sílaba editores, 2013); «Blanco y Negro – Nueva selección de textos» (Nueva York, 2014); «Monodia» (Nueva York, 2015); «Canción tardía» (Amazon, 2020); «Edad de hombre» (antología, Medellín, Nuevas Voces, 2020); «Quién juntó la ceniza» (antología, Bogotá, Shehasts Editorial, 2020) y «Palabras de vuelta» (Editorial Universidad de Antioquia, 2020). Es premio nacional Ciro Mendía (2004), Sueños de Luciano Pulgar (2007), Beca de Creación Alcaldía de Medellín (2012) y Casa Silva (2013), entre otros. Ha participado en distintos festivales y encuentros de poesía en Colombia y en Estados Unidos, y sus textos se recogen en algunas antologías nacionales e internacionales con traducciones al inglés, rumano, portugués, árabe y francés, entre otros. «Escribir el vacío» (Verso Libre, 2023) obtuvo el Premio Nacional de Poesía Obra Inédita del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes.

Presentación del autor y
su obra por Damaris Román.

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Tal vez ya no sea posible ahora —al menos para mí— abordar una escritura de mayores alcances en el sentido clásico de los géneros. En este caso, los textos aquí reunidos son en realidad fragmentos, notas, apuntes, pequeñas reflexiones que en el día a día voy consignando por ahí, solo por el gusto de hacerlo. A manera de un diario sin fechas, una agenda de lectura y observaciones casuales, Escribir el vacío fue incluso apareciendo y desapareciendo por momentos en posteos efímeros de redes sociales y en alguno que otro blog. Este breve libro es una muestra de esos estados, de una escritura todavía ambigua y atravesada de incertidumbre.

Pedro Arturo Estrada

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Pedro Arturo Estrada

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Escribir el vacío

~ Fragmentos ~

Entonces, nos decimos: la vida no puede reducirse a esta repetición insana día por día. Pero tampoco sabemos lidiar mucho con lo extraordinario, con las grandes sorpresas del azar, el cambio, las revelaciones súbitas, las sacudidas del dolor que el tiempo nos reserva a cada tanto. Eso se lo dejamos a la poesía, a los héroes de la imaginación y la locura. La realidad al fin es esta prosa, esta cómoda continuidad de ir muriéndonos sin pausa, casi sin darnos cuenta, entre reiteraciones inanes y costumbre.

Entre una cosa y otra dónde en verdad hemos estado, qué memoria del sol, qué retazo del paraíso volvimos a perder para siempre; adónde la flor que alguien nos encomendó cuidar en un sueño; qué fue de la palabra, la luz con la que nos recibieron un día; de la casa en la que fuimos felices una vez, de aquella ventana en la que nuestra sombra respiró momentos de eternidad… Entre una cosa y otra, dónde nos hemos extraviado, dónde hemos muerto antes sin darnos cuenta.

El domingo somos nuestro propio animal de compañía al que hay que sacar para que no llore, para que no muerda mientras volvemos a ordenar la casa de la costumbre.

¿Cómo apaciguar el pequeño animal que gime en nosotros a lo largo del día, oscuro y desgarrado, sin que nadie más lo advierta? Qué incuba su sollozo en la noche, de dónde su reclamo.

Hay una metafísica indecible en el animal que sabe morir en silencio, en su inocencia ante el dolor último. Y qué otra metafísica mejor que la del vuelo del águila en el abismo, qué otro lenguaje más poderoso al decir de Blake, que el rugido. Qué más hondura y presencia del ser en la vida que la del lobo que desveló la primera noche del hombre y en la última acompañará su desaparición.

Llega entonces ese momento de vencimiento íntimo donde es preciso escuchar y callar, no agregar nada, no concluir nada. Admisión de lo otro, dimisión serena del yo bajo la algarabía, aunque en el borde del sueño tu mano indagará atrapada en el gesto de asirse a otra mano, de responder todavía a esa vaga señal detrás del aire.

No contentos con estar en el mundo creemos también tener derecho a recibir en él premios y privilegios que de no ser satisfechos suscitan en nosotros el agravio, la sensación de haber sido ignorados o estafados por la vida, cuando en realidad siempre estaremos en deuda con ella solo por respirarla, sentirla bombear en el corazón. Aun así, es posible que nuestra necesidad de gratificación corresponda en el fondo a la nostalgia de una vida superior antiguamente perdida, la frustración del ángel caído que no olvida su origen celeste.

Debe haber un fondo indestructible, un límite invencible de vida en el que ya no podrán tocarnos, lastimarnos más. Es ahí desde donde renacerá la sangre, el amor, el sueño, la juventud sacrificada, la tierra en la que aún nos rencontraremos.

Fuente:

Estrada Zapata, Pedro Arturo. Escribir el vacío. Verso Libre, Medellín, octubre de 2023. Obra ganadora del Premio Nacional de Poesía Obra Inédita del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes.

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