Presentación Entrecasa
Entre todas las mujeres
—15 de noviembre de 2023—
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María Cristina Arroyave Portela es psicóloga y escritora. Su obra «Hasta que la muerte nos separe» obtuvo en 1999 el Premio Idea a la Investigación Histórica de Antioquia. «Entre todas las mujeres» es su primera novela.
Presentación «Entrecasa», franja cultural en la que la Corporación Otraparte celebra el talento de sus empleados, colaboradores y visitantes.
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Amancio, campesino antioqueño de principios del siglo xx, libre y aventurero, en su viaje a España conoce a Candelaria, perteneciente a una estricta y tradicional familia andaluza. Atraídos por el contraste cultural, se enamoran y anhelan casarse.
Entonces él se desplaza a Medellín para organizar sus finanzas, pero la crisis mundial de 1929 retrasa su regreso a España y continúan comunicándose mediante cartas.
Años más tarde, en su reencuentro en Andalucía, descubren propuestas desconocidas y opuestas para establecer una vida de pareja.
Amancio, temeroso, pero presionado, acepta casarse con Candelaria; pronto, incapaz de adaptarse a la convivencia, con disculpas, regresa a su tierra.
Su huida lo salva de la Guerra Civil Española, mientras Candelaria vive en carne propia sus horrores.
Un drástico cambio de vida los espera…
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María Cristina Arroyave Portela
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Entre todas las mujeres
~ Fragmento ~
Sentado en mi mecedora evoqué los bríos juveniles, saqué de un acertado escondite mi trajinada libreta forrada en cuero marrón, donde anotaba cada triunfo que saciaba mi virilidad, el nombre de la elegida y un atributo llamativo para estar seguro de no olvidarla o confundirla: María sonrisas… Ceci tetas de ébano… Irene ojos de poema… Me detuve en cada una, en mi interior surgía el pasado en imágenes tornasoladas.
Candelaria lo notó eufórico y nostálgico a la vez; astuta —como era usual— lo sondeó con ironía:
—Bájate de los cuernos de la luna, y come tu merienda.
—Tú y tus celos enfermizos, no estoy pensando en nadie. ¡No me perturbes!
Ella, airosa, retiró el plato intacto y salió taconeando con altivez. Su único y verdadero amor, que tanto la hizo penar, ya salía muy poco.
(Las últimas veces que traspasó el portón, se dio cuenta de que su ser, sin clemencia, se evanescía. Acongojado lo barruntó, porque al caminar por las calles, los transeúntes no lo advertían, y se tropezaban con él. En alguna ocasión, en el hogar, su Cande, temerosa y asustada, notó que su silla mecedora se acunaba sola).
El adiós, intuía, era inminente.
Ella se intrigó al verlo con un cuadernito abierto mientras se mecía incansable; entretiempos, daba lentas y sigilosas rondas por el corredor de la inmensa casona, con las manos empalmadas atrás y un aspecto meditativo de monje cartujo, en contraste con inusitadas muecas de picardía, placer y añoranza. Se arrullaba en la dormilona al vaivén de añoranzas, en un ir y venir soñador cual si fuera a ascender a los cielos… con una intimidad tal, que su compañera no se atrevió a abrir más su boca.
Al leer el último renglón —seguían breves hojas en blanco— la emoción lo sobrecogió en una forma tal que creyó dejar este mundo, le faltaron las fuerzas, su cuerpo mortal temblaba sin piedad… quedó a merced de su inquieto corazón que latía a mil.
Fuente:
Arroyave Portela, María Cristina. Entre todas las mujeres. Amazon, julio de 2023.