Conversación

El «fenómeno Gaitán»

Invitada: Gloria Gaitán Jaramillo
—25 de agosto de 2020—

Jorge Eliécer Gaitán (1903-1948)

Jorge Eliécer Gaitán
(1903-1948)

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«Bienaventurados los que entienden que las palabras de concordia y de paz no deben servir para ocultar sentimientos de rencor y de exterminio. ¡Malaventurados los que en el gobierno ocultan tras la bondad de las palabras la impiedad para los hombres de su pueblo, porque ellos serán señalados con el dedo de la ignominia en las páginas de la historia!».

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Ver grabación del evento:

YouTube.com/CasaMuseoOtraparte

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La Universidad Industrial de Santander y la Corporación Otraparte se unen en esta actividad alrededor de «El “fenómeno Gaitán”», artículo de Gloria Gaitán Jaramillo publicado en una separata especial de la revista «Cambios y Permanencias».

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Gloria Gaitán JaramilloGloria Gaitán Jaramillo (Bogotá, 1937) es política, escritora, filósofa y economista de la Universidad de los Andes de Bogotá, máster en Ingeniería Cultural de la Universidad Europea de Madrid (España). Tras el asesinato de su padre, Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948, viajó con su madre a Suiza, país donde cursó la secundaria y militó en el Frente de Liberación Argelino en busca de la independencia colonial de Argelia. En los años sesenta se desempeñó como directora de la editorial América Libre y de los semanarios Batalla del pueblo y Gaitán. Fue Secretaria General del Frente Unido de Acción Revolucionaria (FUAR) y asesora económica del presidente Salvador Allende en Chile desde enero de 1973 hasta el 11 de septiembre del mismo año, día del violento y trágico golpe de Estado liderado por el general Augusto Pinochet. Durante los años setenta, en su calidad de líder del Movimiento Popular Gaitanista, fue Representante a la Cámara por el departamento de Risaralda, y luego fue nombrada embajadora de Colombia en Rumania. Así mismo, fue directora del Centro Jorge Eliécer Gaitán (1982-1993), adscrito al Ministerio de Educación, y entre 1995 y 2002 dirigió el Instituto Descentralizado del Orden Nacional COLPARTICIPAR (Instituto Colombiano de la Participación «Jorge Eliécer Gaitán»), creado por el gobierno nacional a partir de la Constitución de 1991, que le dio a Colombia el carácter de «democracia participativa». Diseñó el contenido y las funciones de El Exploratorio Nacional Jorge Eliécer Gaitán, aporte que sirvió para la elaboración de los planos arquitectónicos de este sitio de memoria concebido para desarrollar la cultura participativa. Desde su juventud asumió la tarea de estudiar y difundir el legado gaitanista, se ha destacado como columnista y es autora de los libros Guatimbol: formación y desintegración de un latifundio cafetero (1969), El compañero presidente (1974), La lucha por la tierra en la década del treinta (1976; 1984), Arquitectura liberal (1990) y Bolívar tuvo un caballo blanco, mi papá un Buick (1998). Tras la aprobación de la Ley de Víctimas en 2011, cada 9 de abril se conmemora en Colombia el Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas.

Invita:

Logo Universidad Industrial de Santander

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Cada día hace más falta Ud., doctor Jorge Eliécer Gaitán, en el Ministerio de Educación. Las dos universidades de aquí ya casi acabaron con Antioquia. La juventud antioqueña es ya un cáncer.

Fernando González

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Si Gaitán no hubiera muerto, yo no sería hoy Gonzalo Arango. ¿Quién o qué sería? No lo sé. No juego a la nostalgia ni a la profecía. Pero sí tengo la certeza de que si Gaitán viviera, el Nadaísmo nunca habría existido en Colombia. Entonces, ¿dónde estaríamos y qué estaríamos haciendo los escritores nuevos? Es casi seguro que hoy estaríamos al lado de Gaitán, con Gaitán a la carga, defendiendo sus banderas revolucionarias. No hipotecando nuestro arte a la política ni al Poder, sino dignificándolo y haciéndolo libre en el aire puro de la vida y de la Revolución del pueblo. (No pueblo como masa amorfa y borracha, sino como conciencia de vida, amor solidario y pasión creadora de su propio destino histórico).

Gonzalo Arango

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¿Qué importancia tiene, para el futuro político de Colombia, el sincero y valedero homenaje de ponerle el nombre de «Jorge Eliécer Gaitán» a una escuela, a un teatro, a una avenida o a una plaza, sin que este nombre describa y se ocupe del contenido de sus ideas? No es que yo desprecie esos homenajes, ni mucho menos; pero fotografías, óleos, estatuas y bustos sólo transmiten el mensaje de que fue importante, pero no explican las razones de por qué es importante. Esos homenajes no lo dicen. En cambio, para mí —que sé que sus ideas son cruciales en la hora de ahora— lo que me interesa es que sirvan para el futuro y sean herramienta de lucha para las nuevas generaciones. A lo que me refiero es, que cuando yo preservo, difundo, rescato las ideas de Gaitán, no estoy pensando en mi padre sino en mi Líder y lo hago mirando hacia adelante, hacia un futuro promisorio. Digamos, si se quiere, que veo en Gaitán a un líder vigente y no a un padre asesinado. Porque para mí, cuando lucho por su memoria, lo hago considerando su significado político, no un papá con cuyo magnicidio quedé sin padre por el resto de mi vida. Esa no es la idea, ni son mis sentimientos. Mi mirada está enfocada hacia adelante, con unas banderas que aún se agitan llamando a la lucha del hoy para el bien del mañana.

Gloria Gaitán Jaramillo

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Jorge Eliécer Gaitán y su hija Gloria Gaitán Jaramillo

Jorge Eliécer Gaitán y su
hija Gloria Gaitán Jaramillo

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Jorge Eliécer Gaitán y su esposa Amparo Jaramillo

Jorge Eliécer Gaitán y
su esposa Amparo Jaramillo

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Jorge Eliécer Gaitán en Medellín - Foto © Jorge Obando

Jorge Eliécer Gaitán en Medellín
Foto © Jorge Obando

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Oración por la paz

Impulsada por Jorge Eliécer Gaitán, «La marcha del silencio» del 7 de febrero de 1948 en Bogotá denunció la creciente violencia ejercida contra sus seguidores por miembros de la fuerza pública y militantes de los partidos tradicionales que habían conformado la Unión Nacional durante el gobierno de Mariano Ospina Pérez para atajar el ascenso del pueblo al poder con Gaitán a la cabeza. Los participantes guardaron absoluto silencio como expresión de duelo por las víctimas mortales de las autoridades, entre ellas la Policía Política («Popol»). Portando banderas y crespones negros, y colmando la plaza de Bolívar y las calles adyacentes, en la manifestación participaron aproximadamente cien mil personas en una ciudad que para la fecha tenía cerca de cuatrocientos mil habitantes. Gaitán pronunció la «Oración por la paz», dirigida al presidente Ospina Pérez, y dos meses después fue asesinado.

Señor Presidente Mariano Ospina Pérez*:

Bajo el peso de una honda emoción me dirijo a vuestra Excelencia, interpretando el querer y la voluntad de esta inmensa multitud que esconde su ardiente corazón, lacerado por tanta injusticia, bajo un silencio clamoroso, para pedir que haya paz y piedad para la patria.

En todo el día de hoy, Excelentísimo señor, la capital de Colombia ha presenciado un espectáculo que no tiene precedentes en su historia. Gentes que vinieron de todo el país, de todas las latitudes —de los llanos ardientes y de las frías altiplanicies— han llegado a congregarse en esta plaza, cuna de nuestras libertades, para expresar la irrevocable decisión de defender sus derechos. Dos horas hace que la inmensa multitud desemboca en esta plaza y no se ha escuchado sin embargo un solo grito, porque en el fondo de los corazones sólo se escucha el golpe de la emoción.

Durante las grandes tempestades la fuerza subterránea es mucho más poderosa, ¡y esta tiene el poder de imponer la paz cuando quienes están obligados a imponerla no la imponen!

Señor Presidente: Aquí no se oyen aplausos: ¡Solo se ven banderas negras que se agitan!

Señor Presidente: Vos que sois un hombre de universidad debéis comprender de lo que es capaz la disciplina de un partido, que logra contrariar las leyes de la psicología colectiva para recatar la emoción en su silencio, como el de esta inmensa muchedumbre.

Bien comprendéis que un partido que logra esto, muy fácilmente podría reaccionar bajo el estímulo de la legítima defensa.

Ninguna colectividad en el mundo ha dado una demostración superior a la presente. Pero si esta manifestación sucede, es porque hay algo grave, y no por triviales razones. Hay un partido de orden capaz de realizar este acto para evitar que la sangre siga derramándose y para que las leyes se cumplan, porque ellas son la expresión de la conciencia general. No me he engañado cuando he dicho que creo en la conciencia del pueblo, porque ese concepto ha sido ratificado ampliamente en esta demostración, donde los vítores y los aplausos desaparecen para que solo se escuche el rumor emocionado de los millares de banderas negras, que aquí se han traído para recordar a nuestros hombres villanamente asesinados.

Señor Presidente: Serenamente, tranquilamente, con la emoción que atraviesa el espíritu de los ciudadanos que llenan esta plaza, os pedimos que ejerzáis vuestro mandato, el mismo que os ha dado el pueblo, para devolver al país la tranquilidad pública. ¡Todo depende ahora de vos! Quienes anegan en sangre el territorio de la patria, cesarían en su ciega perfidia. Esos espíritus de mala intención callarían al simple imperio de vuestra voluntad.

Amamos hondamente a esta nación y no queremos que nuestra barca victoriosa tenga que navegar sobre ríos de sangre hacia el puerto de su destino inexorable.

Señor Presidente: En esta ocasión no os reclamamos tesis económicas o políticas. Apenas os pedimos que nuestra patria no transite por caminos que nos avergüencen ante propios y extraños. ¡Os pedimos hechos de paz y de civilización!

Os pedimos que cese la persecución de las autoridades; así os lo pide esta inmensa muchedumbre. Os pedimos una pequeña y grande cosa: que las luchas políticas se desarrollen por los cauces de la constitucionalidad.

¡No creaís que nuestra serenidad, esta impresionante serenidad es cobardía! ¡Somos descendientes de los bravos que aniquilaron las tiranías en este suelo sagrado! ¡Somos capaces de sacrificar nuestras vidas para salvar la paz y la libertad de Colombia!

Señor Presidente: Nuestra bandera está enlutada y esta silenciosa muchedumbre y este grito mudo de nuestros corazones solo os reclama: ¡que nos tratéis a nosotros, a nuestras madres, a nuestras esposas, a nuestros hijos y a nuestros bienes, como queráis que os traten a vos, a vuestra madre, a vuestra esposa, a vuestros hijos y a vuestros bienes!

Os decimos finalmente, Excelentísimo Señor:

Bienaventurados los que entienden que las palabras de concordia y de paz no deben servir para ocultar sentimientos de rencor y de exterminio.

¡Malaventurados los que en el gobierno ocultan tras la bondad de las palabras la impiedad para los hombres de su pueblo, porque ellos serán señalados con el dedo de la ignominia en las páginas de la historia!

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* Corren por Internet varias versiones censuradas de este documento para hacer desaparecer los señalamientos de Jorge Eliécer Gaitán a las «autoridades» como responsables del genocidio al gaitanismo. Esta es la versión revisada por Gaitán y publicada en el periódico Jornada, vocero del movimiento. Contribución de Gloria Gaitán Jaramillo.

Firma de Jorge Eliécer Gaitán