Presentación
El espejo es otro
Prosas y relatos poéticos
—Mayo 17 de 2012—
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Andrés Uribe Botero (Medellín, 1982) es poeta, narrador y ‘performer’. Ha publicado “Los tubos cristalinos de la noche”, “El caso Tangai” y “Abraxas”. Tiene en preparación los libros de poesía y cuento “Los párpados de la noche” y “Cuentos cuánticos”. Algunos de sus textos han sido publicados en las revistas literarias Prometeo, Puesto de combate, Cuadernícolas y La Tagua.
Con la presentación del libro de narraciones cortas y prosas poéticas “El espejo es otro” del joven escritor Andrés Uribe Botero, el sello editorial Ítaca Editores anuncia su aparición en la ciudad, proyecto que se aúna a otros similares con el propósito de ampliar la oferta de nuevas publicaciones literarias destinadas a un público lector cada vez más amplio y exigente. Con el apoyo de un grupo de escritores destacados en su comité editorial, Ítaca Editores busca fortalecer el proceso de selección y corrección de las obras y garantizar el nivel de calidad que en nuestro medio han alcanzado ya este tipo de empresas.
Presentación del autor
por Pedro Arturo Estrada
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La poesía, en Andrés, viene siendo conocimiento “raro”, premonición del reflejo —la metáfora del espejo deformante—, de la casi vida anticipada. Como “epistemólogo” de la no vida, aún no acontecida, de la eterna vida inmutable, etérea y pétrea, simultaneidad esférica de los tiempos. De la muerte, entonces, esa invención única del hombre.
Juan Guillermo Gómez
Hay un propósito, una idea fija tal vez, de desvelar el enigma del “doble” o la identidad en el otro, en el espejo —tema no sólo borgesiano—, que en la breve escritura de Andrés Uribe termina por seducirnos e incluso atraparnos. En la línea del minicuento o el poema en prosa, sus textos nos ofrecen un atractivo singular y señalan, en este joven escritor, una senda de creación bastante valiosa dentro del medio literario nuestro.
Pedro Arturo Estrada
Al atravesar el espejo, Alicia, en el relato de Carroll, llega a un mundo de fantasía. No es así como se nos presenta el encuentro con el espejo. Aunque el autor se empeña en nombrarla, el trasegar de Alicia lleva en sí mismo el asombro que brinda la inocencia. Por el contrario, en El espejo es otro, Andrés Uribe Botero nos enfrenta cara a cara con nuestra propia imagen degradada, la que resulta haciéndosenos irreconocible, pero termina encontrando siempre en la inmensidad del universo del otro, como de nuestro espejo, el verdadero yo que nos falta. El reconocimiento de nuestra condición animalesca y mundana se hace aliciente para enfrentar lo que nos queda: la locura o la razón.
Jandey Marcel Solviyerte
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Andrés Uribe Botero
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Tres textos de
Andrés Uribe Botero
Fragmento del monólogo
“El espejo es otro”Y entonces me entrega el desayuno y a cambio le devuelvo los platos de la cena, por no decir, de la escena. Los cubiertos los guardo. Desde antes de nacer aprendí a coleccionarlos. Todo en ellos me seduce, me enferma, sus múltiples usos, su manera de callar, su paciencia… Lo debo confesar, me hubiera gustado ser cubierto, ese oficio tan noble, tan seguro, tan exquisito, dedicarme a saborear paladares, olores, dientes, palabras no dichas, carnes, ser cubierto para bañarme por lo menos tres veces al día en el lavaplatos, y después descansar en la alacena, sereno, distante de preocupaciones mortales.
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El espejo surrealista
“La mente crea el
lugar en que se halla”.Aldox Huxley
Después de observar mi traje nuevo en el espejo, de palpar sus suaves texturas con mis manos, de sentir el olor de aquellos linos, decido alejarme del reflejo. Sin embargo, y aún no entiendo cómo, mi reflejo no toma sentido inverso, según las leyes físicas. Entonces me detengo a observar aquel fenómeno: mi reflejo camina hacia mi cuerpo… No sé qué hacer. En segundos cruzaré la frontera del espejo…
De espaldas observo lo sucedido; el espejo se quiebra en infinitos pedazos, fragmentos diminutos que recuerdan mis anteriores vidas… “Yo” me mira a los ojos fijamente, me observa como si me conociera íntimamente… Ante esta situación desconcertante lo miro fijamente y me doy cuenta de que el marco del espejo se halla a mis espaldas…
Confundido me dirijo al armario de donde extraigo un revólver cargado con el que apunto a mi doble, a quien sin pensarlo, disparo en la frente… Cuando la bala va a mitad de camino, me doy cuenta de que ha hecho exactamente lo mismo…
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El espejo análogo
Una mañana me levanté sin rostro. En el espejo sólo pude percibir la montaña que tras de mí se hallaba. Bajo ella deambulaba una multitud errante: rostros desesperados y miradas llenas de pánico reflejaban el inconsciente de la condición humana… En la mitad de este macabro paisaje se erguía un bello árbol de manzanas prohibidas, indiferente a la atmósfera que lo rodeaba.
El sol plantado en la mitad del cielo. El tiempo, como el gran astro, tampoco se movía, cansado del horizonte. A lo mejor era yo quien así me hallaba; tal vez el sol siempre había estado quieto y en mi terquedad me había encargado de moverlo generando el día y la noche para el mundo. En algún punto se desencadenó una psicosis colectiva, con la cual se dio comienzo a la noche y sus misterios.
Desesperado ante aquel paisaje monótono, sórdido, decidí tenderme en el lecho, ilusionado con la idea de que en el sueño mi mente quedaría atrapada en el tiempo… Moviendo mi no rostro de un lado para otro, busqué el reflejo de mi cama en el espejo. Cuando la hallé, me di cuenta de que era ya demasiado tarde para dormir: mi cabeza destrozada yacía sobre sábanas rojas. A su lado, el revólver aún caliente bajo la quietud del sol.
Fuente:
Uribe Botero, Andrés. El espejo es otro. Ítaca Editores, Medellín, 2012.