Conversación
Ciro visita a Fernando
La amistad de los dos vates
A propósito del
Premio Latinoamericano
de Poesía Ciro Mendía
—22 de agosto de 2024—
Fernando González y Ciro Mendía
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Ver grabación del evento:
YouTube.com/CasaMuseoOtraparte
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Conversación con Alejandro Pérez Ortiz a propósito del Premio Latinoamericano de Poesía Ciro Mendía de la Casa Municipal de la Cultura de Caldas, Antioquia.
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Cuando se piensa en literatura en Envigado, se piensa en Fernando González; y cuando se piensa la misma materia en Caldas, Ciro Mendía siempre resulta invocado. Ambos vates de las letras se han convertido en íconos de sus propios pueblos; con sus vidas turbulentas, rodeadas de libretas, marcaron hitos en la literatura antioqueña y nacional. Y ambos, también, fueron amigos. El principal testimonio de dicha amistad fue el diálogo que registró el periodista y escritor Juan Roca Lemus (Rubayata) en 1948, cuando Ciro Mendía y Fernando González trabajaban en el mismo edificio en la ciudad de Medellín. Ciro con su Tipografía Foto-Club en el primer piso, y Fernando con su oficina de abogado en el segundo. A lo largo de la conversación conoceremos distintos materiales que dan cuenta no sólo de la amistad que los unió, sino que tendremos la oportunidad de invocar la figura de Ciro Mendía mediante diversos materiales audiovisuales para evidenciar que, en sentido metafísico y completamente literario, Ciro visita a Fernando.
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Alejandro Pérez Ortiz es historiador de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, graduado con una monografía sobre la vida y obra del poeta antioqueño Gregorio Gutiérrez González. Ha participado en varios clubes de lectura y escritura en las bibliotecas de Caldas, Antioquia, fue invitado al Encuentro con la Poesía Aburrá Sur, convocado por el Movimiento Poético Mundial en el municipio de Sabaneta en junio de 2023, y actualmente se desempeña como historiador y coordinador de Patrimonio en la Casa Municipal de la Cultura de Caldas.
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En vidrio, loza, montes, puente y río,
mi pueblo tiene la mirada buena.
Cielo Roto, lo llaman, que allí truena
y llueve día y noche (grato frío).
Así describía Ciro Mendía su natal municipio de Caldas en el libro Fin de fiesta de 1972, versos que recogen en pocas líneas el trasegar histórico de esta localidad al sur del valle del Aburrá. Cuna industrial de la cerámica, hogar de artistas, músicos y escritores, Caldas es un lugar bañado por la lluvia que le ha merecido el apodo de Cielo Roto y que celebra este elemento con sus ya tradicionales Fiestas del Aguacero. En memoria de la vida y obra de este escritor, el municipio realiza este año la versión XXVII del Premio Latinoamericano de Poesía Ciro Mendía.
Ciro Mendía (Caldas, 1892 – La Ceja, 1979), cuyo nombre de pila era Carlos Edmundo Mejía Ángel, nació en Caldas, Antioquia, en la pobreza más completa, porque su padre, el hombre más inteligente del pueblo, se fue contra la corriente fanática predicando ideas liberales. Por su lenguaje, ambientes, temas y personajes, Mendía es considerado uno de los iniciadores del teatro regionalista colombiano, en auge durante los años veinte. Los estrenos de sus obras registraban hasta siete llenos consecutivos, lo cual era un verdadero acontecimiento en la Medellín de la época. La prensa lo elogiaba como el Tomás Carrasquilla de la escena. De la comedia costumbrista que escribió en un comienzo, la dramaturgia de Mendía evolucionó luego hacia temáticas citadinas, que recreaban los conflictos de los campesinos en su adaptación al mundo urbano. En 1955, con Prometea desencadenada, inspirada en Seis personajes en busca de autor, de Luigi Pirandello, incursionó en las técnicas del teatro moderno. Mendía llegó a publicar más de trece libros de poesía («Qué te parece, Narizón, que me gustan más tus comedias que tus versos», le decía su amigo Tomás Carrasquilla).
Buena parte de su poesía inicial revela la influencia de Friedrich Nietzsche, leído fervientemente en Antioquia a comienzos de siglo xx. Sus poemas «El hombre libre» y «Juan Rebeldía» evocan el deseo de emancipación espiritual que se lee en las predicaciones de Zaratustra. Así lo entendió Baldomero Sanín Cano, quien habló de Mendía como el caudillo eternamente joven de los inconformes.
Irrevocablemente crítico, Mendía se sirvió de la sátira para referirse a todos los personajes de la sociedad, al cura, al político, incluso a sí mismo:
Siempre he vivido de alegría escaso,
pero triste no soy. Con canto y cuento
me río de mi propio aburrimiento.
Y con mi mala cara hago el payaso.(«Pastor de soledades», Fin de fiesta, 1972).
Fue colaborador de las revistas El Artista y Colombia y del periódico El Espectador. Entre la extensa bibliografía de este autor figuran: Sor miseria (1919), En torno a la poesía popular (1926), El libro sin nombre (1929), Escuadrilla de poemas (1938), Farol sin calle (1957), Caballito de siete colores (1968), Fin de fiesta (1972), Antología (1978) y los libros póstumos Teatro completo (1986), La golondrina de cristal (1992) y Antología (reedición) (2001). Murió ciego en octubre de 1979 en La Ceja, Antioquia, en la más absoluta pobreza, como había nacido.
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