Presentación
Ciencia política
y cine, un modelo
para armar
—Agosto 11 de 2011—
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José Fernando Saldarriaga Montoya es sociólogo y especialista en Análisis Político y del Estado de la Universidad Autónoma Latinoamericana UNAULA. Magíster en Estudios Políticos (Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín), Profesor de Sociología Jurídica, Cine y Literatura (Facultad de Derecho, UNAULA). Miembro del grupo de Investigación Ratio Juris (categoría C, Colciencias). Ha publicado artículos relacionados con el cine y la sociología en diversas revistas nacionales.
Presentación del autor por
José Guillermo Ánjel (Memo Ánjel)
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Pensar en el cine, en las películas vistas, ya es una manera de ver el mundo. En el s. XX la mentira es difícil, porque es un período documentado por el texto, la grabación y la imagen. Y en este juego de documentos del siglo que ha pasado, el cine tiene un lugar preponderante en la creación de opinión.
En el caso del cine político, de denuncia, lo que pertenecía a minorías (lectores de texto, reuniones académicas, investigadores) ha pasado de improviso a las mayorías. Las pantallas han mostrado lo que se había querido esconder, aquello que presuntamente no pasó, las inmoralidades de la hipocresía y los intentos de desviar el curso de la historia.
Este libro que tiene el lector en sus manos habla del cine político, de su influencia en la confrontación y el debate, de cómo nos hacemos libres viendo cine que compromete la identidad humana. Lo más importante: enseña a ver el cine que no es el de aventuras y romances, sino el del hombre puesto en posición de ser él o dejar de serlo. Hace ya tiempo que no leía un libro sobre cine producido en Colombia y escrito por un autor colombiano.
Memo Ánjel
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“El gabinete del doctor Caligari”
de Robert Wiene (1919)
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Introducción
Históricamente el cine no ha sido un instrumento o un sistema en el que han predominado las reflexiones analíticas en tomo a las ciencias sociales y, en particular, a la ciencia política. Inicialmente los pensadores de las ciencias sociales se mostraron contrarios a considerar la ficción como algo ajeno a la realidad. La presencia hegemónica de las ciencias sociales, en especial la era del positivismo, convirtió el cine en algo incorrectamente científico. De esta manera, los juicios que se emitían de él provenían, en principio, de quienes lo hacían, otras veces de quienes lo consumían y, por último, de quienes empezaban a hacer crítica del cine. En otras palabras, no se tenía aún un discurso propio. Sin embargo, estas estructuras narrativas visibilizadas por el cine, estimularon participaciones afectivas ligadas a la vida cotidiana, y que no eran ajenas a la estructura social que representaban. Representaciones, formas de vestir, arquitectura, interacciones sociales fueron entonces los primeros elementos analíticos que dieron comienzo a una relación entre la ciencia política, sociología y el cine.
Fueron muy pocos los que se interesaron por esta relación, tal vez sólo a partir de los sesenta, que el cine tomó en cuenta como instrumento de análisis y como complemento de las ciencias sociales. Por esta razón, se hizo importante comprender su discurso, para poder analizar cuáles eran los campos y puntos de encuentro con la teoría política y su relación con las estéticas audiovisuales. Para efectos de este trabajo se plantearon dos preguntas que serían la guía analítica para tratar de establecer la relación entre ciencia política, historia y cine:
- ¿Cuáles son los elementos dialécticos, estéticos, históricos y políticos que desde la narración cinematográfica permiten la interacción entre el cine y la ciencia política?
- ¿Cómo y de qué manera el cine, desde su perspectiva y condición estética, estructura narrativas políticas en el contexto de la formación de ciencia política?
Elaborar un modelo analítico aplicable a dos estructuras comprensivas como son la ciencia política y el cine, cuyos orígenes históricos y epistemológicos son radicalmente distintos, requiere, como primera medida, empezar a delimitar líneas teóricas compresivas que conlleven a sus estudios comparados. Y como segunda medida, realizar una serie de intercambios reflexivos que permitan establecer coincidencias entre la ciencia política y el cine. En esta disposición, la limitación conceptual estará centrada en lo que Mario Pezzella denominó “cine crítico-expresivo”, es decir, el cine como medio no arbitrario ni espontáneo de acudir a una situación históricamente presentada, llena de significados sociales, políticos y culturales.
Así, este trabajo está diseñado en cuatro capítulos esenciales. El primero: “Modernidad e identidades colectivas”, se concentra en observaciones sobre la política de la representación y la representación de la política en el cine. En este capítulo se presentan algunas disertaciones acerca de la construcción de un nuevo objeto de análisis para la ciencia política: el cine como portador del concepto de identidades colectivas. El cine, en tanta comunicación medial, ocupa un lugar importante como nuevo objeto de investigación y sitúa una semántica de la sociedad moderna como nueva herramienta de análisis en los contextos de la cultura y la sociedad. En suma, es el desarrollo aproximativo que desde una semiología del lenguaje fílmico y la ciencia política, ha coincidido en ampliar el universo crítico de la modernidad política a conceptos como ideología e identidades colectivas. Estos dos conceptos tienen validez en la medida en que sus bases están en el pragmatismo socio-cultural y político, y en los contextos históricos en los que se desarrollan, es decir, la imagen como portadora de interpretaciones, tradiciones culturales e ideologías políticas. Para coincidir con la anterior percepción sociológica, y para efectos de este análisis, se hace necesario destacar cuatro películas que ilustran la abstracción sociológica, política y estética: El nacimiento de una nación [The Birth of a Nation, 1914], de David Warlc Griffih; El acorazado Potemkin [Bronenosets Potyyommkin, 1925], de Sergei Mikhailovich Eiscnstcin; Metrópolis [Metrópolis, 1926], de Fritz Lang, y Tiempos modernos [Modern Times, 1936], de Charles Chaplin.
El segundo capítulo, se denomina “Narrativas cinematográficas en el contexto de dos guerras mundiales. (La ciencia política y El film de lo cotidiano)”. En él, la composición de la ciencia política con relación al cine y el concepto de interacción se convierten en los ejes analíticos. Adyacente con la constitución de una ciencia política y con el lenguaje estético este capítulo pretende comprender cómo la narración estética del cine delinearon no sólo el significado de lo cotidiano, sino que es producto de los acontecimientos históricos y geopolíticos de los años que asintieron al origen de la república de Weimar, el Tratado de Versalles y las causas del aparecimiento de Nazismo. En suma, se acudirá a unas aproximaciones históricas, para identificar los principales hechos que rodearon estas narraciones cinematográficas. Films como: Bajo los techos de París [1930], René Clair, El gabinete del doctor Caligari [1920], de Robert Wiene, y M, el vampiro de Dusseldorf [1931], de Fritz Lang, integran de forma consciente los significados de una sociedad que no es ajena a las circunstancias políticas de sus producciones estéticas. Los conceptos interacción social y microfísica del poder, como marco de referencia de la ciencia política, serán el objeto de este análisis.
El tercer capítulo, titulado “El neorrealismo italiano, hacia un cine fenomenológico”, recurre a dos ejemplos: Roma, ciudad abierta, [1945], de Roberto Rossellini, y El ladrón de bicicletas [1948], de Vittorio de Sicca. Estos films muestran cómo los argumentos del neorrealismo italiano trascienden mucho más allá de los formalismos técnicos y se acercan a un cine más humanista: el cine-hecho como modelo analítico.
Igual que los capítulos anteriores, las variables históricas y políticas son determinantes. Situados en un período histórico de finalización de la Segunda Guerra Mundial [1945], los dos films representan otra etapa de la historia política de Europa, en particular, de la Italia fascista. De esta manera, se hace importante determinar algunos aspectos de la crisis política que, como antecedente sociológico e histórico, crearon narrativas semánticas y cinematográficas, que contextualizarían el comienzo de una estética cuyo objetivo era mostrar la realidad como significando político. Al igual que la Alemania, Italia padeció la cruda crisis política de comienzos de los años treinta del siglo XX, los films seleccionados registran una Italia resistente al fascismo y una Italia en la más cruda incertidumbre.
Y el cuarto modelo, Los cuatrocientos golpes 11958], de François Truffaut, y Pierrot El loco [1965], de Jean Luc Godard, antesala del mayo de 1968; contextos históricos y escuelas de la ciencia política. No siendo los únicos films en representar la Nueva Ola francesa, sin embargo su selección para este análisis se llevó a cabo por ser dos directores que, por distintas vías a la ciencia política, coincidieron con algunas de sus posturas: la cárcel, la educación, la familia y el consumo cultural como “nuevos” y visibles aparatos de control social.
Utilizando el mismo método analítico de los tres capítulos anteriores, se realizará un acercamiento analítico y estético entre la ciencia política y el cine, en particular la influencia de la “Escuela de Frankfurt”, posteriormente denominada “La Teoría Crítica” (TC) y en su defecto el neo-estructuralismo, en particular, el aporte crítico a la historia, la filosofía y a la sociología, que realiza Michel Foucault y su influencia en el mayo de 1968 del siglo XX. Estas perspectivas analíticas —cine y ciencia política— contribuyeron al avance de la sociología y la filosofía en los años cincuenta y sesenta, sus interrogantes, se concentran en la tendencia burocrática de las ideologías y al de control conocimiento en toda las esferas de la vida pública y privada, en específico en la cultura de consumo de masas y la prolongación de un nuevo antisemitismo cultural propio de la herencia histórica-expansionista de los países industrializados que dieron comienzo a la modernidad del siglo XIX en Europa.
Finalmente, este ejercicio analítico estaría inscrito en contexto de la investigación reflexiva, es decir, acudir a los antiguas estéticas y paradigmas de la Ciencia Política cruzando variables estéticas desde el cine, análisis geopolítico, historia, sociología, como “cajas de herramientas” para entender el presente.
Fuente:
Saldarriaga Montoya, José Fernando. Ciencia política y cine: un modelo para armar. Ediciones Unaula, Medellín, marzo de 2011, p.p.: 19 – 26.