Presentación
¿Adónde van los
días que pasan?
—Abril 7 de 2016—
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Óscar Domínguez Giraldo nació en Montebello, Antioquia, en 1945. Trabajó en Todelar, RCN y Súper. En prensa, laboró en La República, El Espacio y en las agencias de noticias CIEP (Centro Informativo El País), Alaprensa y Colprensa, de la cual fue reportero, jefe de redacción y director. Fue corresponsal de La Voz de Alemania y de Radio Francia Internacional. Escribe semanalmente la Columna Desvertebrada en El Colombiano, de Medellín. En El Tiempo, de Bogotá, escribe la columna Otraparte. Ha publicado los libros “El hombre que parecía un domingo”, “Columna desvertebrada”, “Historias del eterno femenino”, “Pretextos informales” y “De anonimato nadie ha muerto – Diario de un jubilado)”. Sus notas aparecen en el blog “Papeles, tan solo papeles”.
Presentación del autor
por Pilar Posada
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Nada más delicioso y deslumbrante, más poético y disparatado, que las cosas que dicen los niños de este libro. Podría decir que es un libro de poesía, pero no diría todo. En todo caso, el lector gozará cada frase y disfrutará de la euforia que comunican estas palabras de niños. […] Domínguez tiene oído para recoger palabras que se potencian por el solo hecho de escribirlas. Domínguez es reportero y se pesca la pertinencia del comentario de sus hijos o de sus nietos. Así, con la paciencia del reportero, él ha encontrado joyas en la red, ha recibido mensajes de gente —mamás, papás, maestros—que le cuenta las cosas que dicen los chicos. Domínguez tiene el oído alerta y así recogió los materiales de donde sale este libro, que ahora se ordenan por temas.
Darío Jaramillo Agudelo
Óscar Domínguez es un abuelo con oído de tísico y memoria de elefante, curioso como un niño. Con esas cualidades, y la dedicación de los mineros, persiguió los ingenios de sus nietos. Y comenzaron a llover respuestas y desafíos infantiles desde todas las orillas. El resultado es una colección de burlas a la costumbre y el orden. Un libro de aforismos involuntarios.
Universo Centro
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Óscar Domínguez Giraldo
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¿Adónde van los
días que pasan?
—Fragmentos—
Una noche, mientras todos dormían, Marta, de cinco años, se acercó a la cama de su madre y le dijo:
—Mamá, mamá, he hecho pipí, pero no he tirado de la cadena para no despertarte, ¿vale?
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El padre de Claudia se agachó para atarle los zapatos, y la niña, de cuatro años, al verle la coronilla sin pelo, exclamó alucinada:
—¡Papá, tienes carne en la cabeza!
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Una mamá, amiga mía, le dijo a su hijita:
—Amor, buenas noches para ti.
Luego se volteó a ver la muñeca que tenía abrazada y agregó:
—Lolita, para ti también buenas noches.
Entonces la hijita replicó:
—Mami, ella no te escucha porque ¡es una muñeca de plástico!
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Pregunta Cipriano, de seis años:
—Mami, si no fueras mi mamá, ¿podrías ser mi novia?
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—¿Qué significa ser adoptada? —preguntó el niño.
Y la niña contestó:
—Significa que uno no crece en el vientre de su mamá sino que crece en su corazón.
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Ilona, de cuatro años, le dice a su padre:
—Si tuviera que pedir tres deseos, te pediría tres veces.
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¿Cuál es la diferencia entre las mamás y los papás?
—Las mamás trabajan en el trabajo y en la casa y los papás solo van al trabajo.
—Las mamás saben hablar con las maestras sin asustarlas.
—Los papás son más altos y fuertes, pero las mamás tienen el verdadero poder porque a ellas les tienes que pedir permiso cuando te quieres quedar a dormir en casa de un amigo.
—Las mamás tienen magia porque ellas te hacen sentir bien sin medicina.
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Óscar, de diez años, cuidaba a Henri, de año y medio. De pronto le dice:
—Ah, Henri, feliz tú que tienes toda la vida por delante.
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Miguel, hablando de su hermanito menor:
—¿Martín es sangre negativo?, ¿o sea que tiene muy poquita sangre?
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La mamá empieza a preparar a Esteban, de cuatro años, para la llegada de su hermanita.
—Esteban, tengo una noticia importante que darte, ¡vas a tener una hermanita!
—No, yo quiero es un hermanito, ¿con quién hay que hablar?
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Y cuando Andrés contestaba el teléfono decía de una buena vez:
—Habla con el hermanito de mi hermanita.
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La mamá de Tomás está esperando un bebé. Tomás, de tres años, le da la noticia por teléfono a su abuelita, con este agregado:
—Pero tenemos un problema, es una niña.
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Un día salimos a comprarle a Ana Sofía los primeros “brasieres principiantes”. Cuando su hermanito Juan Pablo los vio casi se traga la lengua del susto. Entonces les pregunta a sus padres:
—¿Y es que a Ana ya le van a poner las siliconas?
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Una honesta niña de siete años admitió calmadamente a sus papás que un niño de su clase la había besado.
—¿Cómo sucedió eso? —preguntó asombrada su mamá.
—No fue fácil —admitió la pequeña—, pero tres niñas me ayudaron a agarrarlo.
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Cuando mi nieto me preguntó qué tan viejo era yo, bromeando le dije que no estaba muy seguro. A lo que respondió:
—Mira la etiqueta de tus interiores, abuelo, en el mío dice de cuatro a seis años.
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Al día siguiente de la incineración de su abuelo, Katya le preguntó a su mamá:
—Mami, ¿y al abuelito por qué lo inseminaron?
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Una niña de siete años iba a hacer la Primera Comunión. Le preguntan:
—¿Qué es lo que más te alegra, la fiesta o recibir al Niño Jesús?
Y ella responde:
—No me preguntes que ya me confesé y no puedo decir mentiras…
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Pregunta Luisa, de cuatro años:
—Mamá, ¿a vos te tocó la matanza del Niño Dios?
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Como la nueva bebé lloraba mucho, el mayorcito le dice a mamá:
—¿No será que la podemos volver a meter en tu barriga, que allá no se oía?
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Hugo, de cuatro años, le preguntó a su madre:
—Mamá, ¿cómo salí de tu barriga?
Ella le respondió:
—Pues primero salió la cabeza, después los hombros, luego el cuerpo y al final las piernas.
Y dijo Hugo, asustado:
—Mamá, ¿pero es que salí destrozado?
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Jaime estaba intentando conseguir un papel en una obra de teatro de la escuela. Había puesto su corazón en ello pero aun así temía que no fuera elegido. El día que fueron repartidas las partes de la obra, Jaime salió corriendo con los ojos brillantes de orgullo y una gran emoción.
—Adivina qué, mamá —me dijo gritando las palabras que permanecerán como una lección para mí—, he sido elegido para aplaudir y animar.
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Diálogo entre tío y sobrina de seis años:
—¿No te dieron educación en el colegio?
—Sí, educación física.
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La tía trata de convencer a Manuela, de cinco años, de que se coma todo el almuerzo.
—Para que crezcas, se te ponga el pelo lindo y tengas una piel bonita.
La niña replica:
—Ay, pobrecita mi mamá, ¡cómo aguantaría de hambre!
Fuente:
Domínguez Giraldo, Óscar (compilador). ¿Adónde van los días que pasan? Luna Libros, Colección Creación, Bogotá, septiembre de 2015.