Las trillizas
de Belleville
Dirigida por Sylvain Chomet
Francia, 2003 – 80 minutos
Aparece un nuevo sello en la constelación de la animación. Es Sylvain Chomet y su Les Triplettes de Belleville. El director y guionista prescinde de los diálogos para contarnos su fantasía de personajes entrañables: Champion es un muchacho huérfano que vive con su abuela, Madame Souza. Ella se desespera al ver que para el chico todo carece de interés, y parece estar sumido en una profunda depresión. Sin embargo, un día descubre que Champion guarda en secreto fotografías de ciclistas del Tour de Francia. Por ello la abuela decide regalarle un triciclo y entrenarle para que sea un campeón. Así comienza la manía de dedicarse por completo a esta actividad. Después de años de preparación sin descanso, Champion se encuentra listo para la competencia del Tour de Francia, el evento ciclista más importante del mundo. Es entonces cuando aparece en escena “la mafia francesa”, un par de siniestros cuadrados de frac, que lo secuestran a él y a otros dos competidores —que se perfilaban como ganadores— para hacerles trabajar pedaleando en locales que organizan apuestas de carreras virtuales. Pero Madame Souza no se va a quedar esperando a que la policía encuentre a su nieto. Acompañada de su traumatizado perro-ladra-trenes Bruno, se traslada hasta Belleville (Nueva York), donde quizá encuentren alguna pista que les lleve hasta Champion. Esperanzada y apoyada por el gordo pero incansable Bruno, Madame Souza se lanza a la búsqueda y al rescate de su amado Champion. La aventura les conduce a cruzar el Atlántico hasta la metrópoli portuaria Belleville, que sirve de guarida a la temible mafia. Perdidos y confundidos entre las amenazadoras sombras de la gran ciudad, y entre la población obesa a base de hamburguesas, Madame Souza y Bruno encuentran a Las Trillizas de Belleville, quienes en su juventud fueron un glamuroso y encantador trío de estrellas de music-hall. Ahora, estas tres envejecidas damas constituyen un bizarro combo de jazz, y Madame Souza se une a la banda para enterarse de que Champion fue secuestrado por el Padrino de la mafia. Las tres viejas mujeres degusta-ranas se vuelven sus cómplices.
El último gran fenómeno del cine europeo y la película francesa más vendida al exterior en los últimos tiempos, Las trillizas de Belleville, es obra de un dibujante e historietista francés devenido director de cine de animación. Fanático confeso del trabajo del británico Nick Park, el japonés Hayao Miyasaki y el estadounidense John Lasseter, Sylvain Chomet apunta a convertirse en el nuevo autor de lo que él llama una tercera vía de la animación. La de aquellos que no piensan en el estilo Disney ni en el de la animación televisiva, que piensan en la obra antes que en el público, que a la hora de pensar en sus películas no piensan solamente en los niños. Algo que sucede con todos los directores nombrados anteriormente, pero aún más en la película de Chomet. Luego de haber trabajado para Disney en Canadá, Chomet parece haber conseguido con Las trillizas… un lugar propio dentro del mundo de la animación más personal. Y lo hizo con un debut en el largometraje que fue aclamado el año pasado en el festival especializado de Annecy, pero que también fue unánimemente celebrado en Cannes, y que llegó a ser nominado al Oscar compitiendo con el megaéxito Buscando a Nemo.
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