Ricardo III
Dirigida por Laurence Olivier
Reino Unido, 1955 – 165 minutos
En la segunda mitad del siglo XV estalló en Inglaterra una guerra civil, conocida como la Guerra de las Dos Rosas (1455-1485). Se trató de un conflicto entre la Casa de Lancaster (rosa roja) y la de York (rosa blanca), que fue el último enfrentamiento entre el absolutismo real y la nobleza. La victoria de Mortimer Cross desplazó del trono a los Lancaster y Eduardo IV de York fue proclamado rey. A su victoria contribuyeron sus hermanos Ricardo de Gloucester y Jorge Clarence. Una de las páginas más negras de la historia de Inglaterra es protagonizada por la siniestra figura de Ricardo —deforme, siempre a la sombra y al acecho—, quien tras la muerte de Eduardo IV se pone al mando del país sirviéndose del engaño y la manipulación y ordena asesinar a cualquiera que se interponga en su camino, incluso si se trata de su propia familia. Después de varios años de gobierno, el rey es desafiado por el conde Richmond, quien vence al pérfido monarca en la batalla de Bosworth, hecho que produce grandes cambios en la dinastía y deja el futuro del país en manos de La Casa de Tudor.
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