El cine de Raúl Ruiz
Conferencia introductoria de Andrés Upegui al ciclo que comienza del director chileno Raúl Ruiz, antes de la proyección de los documentales «De Chile a Klossowski» (Francia, 2006, 30 min.) y «Un viaje fantástico» (Francia, 2006, 30 min.). En ambos trabajos, Jérome Prieur entrevista al cineasta Raúl Ruiz, quien relata su exilio ante la llegada de Pinochet al poder y su desembarco en Europa para filmar dos adaptaciones de Klossowski, «La Vocation Suspendue» y «L’hypothèse du tableau volé».
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Nacido en Puerto Montt, Chile, en 1941, Raúl Ruiz constituye uno de los puntos más altos alcanzado por la creación cinematográfica latinoamericana. Intelectual erudito e incansable, en un comienzo desarrolla estudios de Derecho y Teología. El contexto universitario de fines de la década del cincuenta genera en él una sed expresiva que Ruiz canaliza en lo que será hasta hoy una de sus pasiones fundamentales: la dramaturgia. Así, con un prolífico trabajo teatral, al que se suman una gran cantidad de creaciones en el ámbito de la novela y de la poesía, Ruiz estructuraba las bases culturales que nutrirán en forma permanente su principal pasión: el cine.
Entre 1969 y 1972 tiene a su cargo la Cátedra de Cine del Instituto de Arte de la Universidad Católica de Valparaíso. A comienzos de 1974 se instala en Francia, convirtiéndose pronto en algo así como «l’enfant terrible» de la vanguardia parisina; la mítica revista «Cahiers du Cinema» le dedica un número exclusivo y elige su obra «La hipótesis del cuadro robado» entre las diez mejores del mundo en la década del setenta. Finalmente, el aplauso de la crítica europea reunida en el Festival de Rótterdam en 1986 reconoció en Ruiz a uno de los veinte cineastas del futuro. Único realizador latinoamericano en esta lista.
La retórica ruiziana es bella, cultivada, irónica. Chile, o mejor, su ausencia, está presente en todos sus filmes, desde «Diálogo de Exiliados» (1974) hasta «Las Tres Coronas del Marinero» (1982). Entre sus últimos trabajos se cuentan «Tres vidas y una sola muerte», elogiado en el Festival de Cannes y que significó la última interpretación de Marcelo Mastroianni. Premiado y admirado como un autor de culto por el Círculo de Críticos de Nueva York, también fue figura distinguida en el prestigioso Festival de Berlín, donde recibió el Oso de Plata a su trayectoria. El argumento del premio fue por su «aporte al arte cinematográfico de nuestro tiempo».
Adolfo Vásquez Rocca
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Ver también:
Raúl Ruiz y la elevada
calidad del aburrimiento
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