A propósito de Niza
Dirigida por Jean Vigo
Francia, 1930 – 23 minutos
Mujeres desnudas tomando el sol, bailes, cocteles de media tarde y placer despreocupado son los tópicos que cualquier video de promoción municipal mostraría si quiere invitar a los turistas para que gasten todo su dinero en los casinos y restaurantes de Niza. Pero Vigo, “el director marginal y maldito por antonomasia”, como lo define el crítico español Román Gubern, develó que esa vida loca de juego, ocio y carnaval no es más que la superficie que esconde a los trabajadores, las fábricas y la gente que debe recoger los desperdicios de las playas al terminar la temporada. Jean Vigo escandalizó a la burguesía francesa al mostrar cómo en un mismo lugar convivían sin mirarse los turistas hedonistas y los trabajadores pobres en la capital del turismo. La cámara oculta que utilizó el director durante el rodaje fue la herramienta que provocó el incendio.
La carrera de Jean Vigo (1905-1934) como director fue una de las más breves de la historia. Sólo cuatro películas, cuyo tiempo total no sobrepasa los 200 minutos, constituyen su obra completa. Pero la importancia de su cine ha sobrepasado la indiferencia inicial, convirtiendo a su creador en uno de los directores más influyentes del siglo XX. Hijo de un famoso anarquista asesinado, Vigo se sobrepuso a la fatalidad en varias ocasiones durante su corta vida. Rodeado de poetas, escritores y luchadores sociales, el joven Vigo se inició en el cine con “A propósito de Niza” (1930), documental insólito por su descarnada visión crítica de la alta burguesía. Su segundo filme, “Taris” (1931), fue un cortometraje de encargo. Con “Cero en conducta” (1933) Vigo incursionó en el género de ficción, despertando la furia de la censura que prohibió su exhibición por trece años. Enfermo de tuberculosis crónica, Vigo filmó “L’Atalante” (1934) sin adivinar que sería su obra póstuma. Falleció a los 29 años, antes de verla estrenada. Sus películas permanecieron ignoradas hasta que los cineastas de la nueva ola las rescataron del olvido. A partir de entonces, su prestigio creció hasta convertirse en una de las figuras más atractivas del cine mundial. —Maximiliano Maza
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