Presentación
Secretos del paisaje
—3 de diciembre de 2024—
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Ver grabación del evento:
YouTube.com/CasaMuseoOtraparte
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El periodista y escritor John Saldarriaga Londoño, director del taller de escritores A Mano Alzada, y sus participantes, invitan a la presentación del libro de relatos «Secretos del paisaje». Autores: Azucena Fernández Betancur, Beatriz Alzate Guerra, César Velásquez-Rúa, Elkin Cossio Betancur, F. Sánchez Caballero, Hernando Villa Garzón, José Manuel Fernández Montes, Kelly Lorena Díez Hernández, Liliam Zapata Pérez, Mauricio Monsalve Builes, Óscar Darío Villa Ángel y Rosalía Suescún Giraldo. Las cinco primeras antologías del taller son «A mano alzada» (2008), «Siempre martes» (2016), «Rumor en martes» (2018), «Martes negro» (2021) y «Yo ficción» (2022).
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El taller de escritura A Mano Alzada es uno de los espacios de creación propuestos por la Corporación Otraparte a la comunidad. Se reúne en la Casa Museo desde 2007, en torno al fuego creativo que dejó encendido el maestro Fernando González. Va en consonancia con el objeto del centro de estudio, pues este, al tiempo que divulga el pensamiento del autor de Viaje a pie, promueve el diálogo libre de las ideas. A Mano Alzada tiene el propósito de alentar la escritura de textos literarios cuidados y elocuentes, que permitan una autoexpresión clara y efectiva. Se define como taller porque su esencia es la experimentación con palabras, a partir de la lectura, la reflexión y la imaginación. En los encuentros semanales se incentivan la conversación, el repaso de piezas literarias —propias y de autores referenciales— así como el acercamiento a los elementos de la narratología. El territorio, lugar de paso o permanencia, ha sido uno de los elementos de reflexión del grupo en los últimos meses. Está presente en numerosos relatos de los integrantes del taller. Secretos del paisaje es una muestra del talento de varios de ellos.
John Saldarriaga
Director Taller A Mano Alzada
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Territorios ilimitados
~ Prólogo ~
Por John Saldarriaga
El gusto por las historias es una característica de los seres humanos. Este gusto tiene origen en los primeros tiempos y, por ello, no es difícil imaginar grupos de antepasados, sentados en torno al fuego, hipnotizados por el relato de quien ha regresado de expedición, bien sea de caza, recolección o exploración de la zona, con el deseo vivo de saber qué hay más allá de la montaña o en el extremo de la llanura, cómo son sus gentes, si son hospitalarias u hostiles.
Después de miles de años, esa afición se mantiene intacta. Por eso, un taller de narrativa como A Mano Alzada, que se reúne cada martes en Otraparte en torno al fuego creativo que dejó encendido el maestro Fernando González, está integrado por seres humanos provenientes de diferentes disciplinas académicas y profesionales, distintas realidades sociales y familiares y, por tanto, diversas visiones del mundo y la vida. Junta sus singularidades gracias a un factor que les es común: el deseo de ser ellos quienes cuenten las historias. Esto le facilita al director del taller lograr que los asistentes cultiven hábitos de lectura y escritura, interés por la construcción de textos cada vez más correctos en materia idiomática, y sensibilidad estética.
Producto de conversaciones, lecturas y escritos, los integrantes de A Mano Alzada han despertado fascinación por el territorio y notado que este aspecto es recurrente en sus relatos y ejercicios cotidianos. De esa atracción surgió la necesidad de publicar este libro de cuentos.
La importancia del territorio no solo se explica porque los personajes deban estar parados en algún suelo y los acontecimientos, suceder en alguna parte; las razones son más profundas y significativas. El territorio es un espacio natural y, al mismo tiempo, cultural. Por él se atraviesa al ir de un lugar a otro, situación en la que el paisaje cobra un valor capital, o en él se permanece y habita, se establecen relaciones con la Naturaleza y otras personas. Dicho de otro modo, un individuo puede crear un vínculo fugaz con una región o sembrar estabilidad y tejer lazos de identidad con ella. Quien va de paso observa el entorno con la excitación que provoca lo novedoso; quien lo habita lo percibe con una actitud serena que se confunde a veces con indiferencia, pero que es más bien una conexión simbiótica entre ambos. En cualquier caso, un territorio contiene parte esencial del ser humano.
Estas maneras de entender y relacionarse con el contorno constituyen el hilo conductor de los doce relatos de Secretos del paisaje. A ellas se suman elementos sensoriales como el olor a tierra, los adioses, los encuentros, las pasiones y las reflexiones sobre la vida, la sociedad y la muerte.
Para presentar las piezas literarias que el lector tiene entre manos, opto por dar pistas de cada una de ellas, sin adelantar tramas ni sucesos que estropeen la sorpresa. En Brebaje amazónico, Elkin Cossio Betancur transmite el furor de la selva natural y exuberante; en Barrio, una forma del olvido, Hernando Villa Garzón explora el microcosmos de la selva de cemento que nos talla, forma y deforma; en El cementerio esquivo, F. Sánchez Caballero descubre que un viaje por la historia puede despertar la codicia, y aflorar supersticiones y creencias religiosas; en Susa, la paquetera, César Velásquez-Rúa hace sentir la rudeza del camino en una travesía por costumbres de antaño; en Discordia entre tubérculos y estrellas, Kelly Lorena Díez Hernández pone a dialogar lo terrenal y lo sublime mediante un desacuerdo intergeneracional; en El secreto de Sara, Rosalía Suescún Giraldo desentierra viejas cuentas con el rencor y la iniquidad; en Derrumbe, Óscar Darío Villa Ángel advierte que la tranquila relación con la Naturaleza hace olvidar nuestra insignificancia ante su poder; en De frente a la muerte, Azucena Fernández Betancur encuentra la manera de desandar el tiempo —tanto el objetivo, que se mide con relojes y calendarios, como el subjetivo e íntimo, que se calcula en lágrimas y emociones— por las sendas de la memoria imperfecta; en Ideales truncados, Beatriz Alzate Guerra acude al recuerdo para aludir a sueños y pesadillas que conforman la existencia; en Sin ataduras, Liliam Zapata Pérez sugiere un paraje rural que es escenario y testigo de un idilio impensado; en Ignacio deja el gimnasio, Mauricio Monsalve Builes se atreve a trasponer umbrales metafísicos en un drama de inesperado terror, y, por último, en Un paso a la vez, José Manuel Fernández Montes, como en un epítome no premeditado de este esfuerzo estético colectivo, hace una alegoría reflexiva del camino, el andar, el escribir y el leer.
Secretos del paisaje es la muestra del talento, diariamente cultivado, de los integrantes del taller de narrativa A Mano Alzada, de la Casa Museo Otraparte.
Fuente:
Secretos del paisaje. Antología del taller de escritores «A Mano Alzada», Envigado, diciembre de 2024.